Sucesos narrados por el comunicador comunitario Guillermo del Sol
La vida de muchas familias cubanas, cuando se narra parece una novela de ficción. Pero puedo asegurar que el siguiente relato es real: “Mi nombre es Isiris Peña Duarte, soy Licenciada en Informática y laboro en el Sector de Educación como maestra de una escuela. Tengo una formación política afin con el proceso revolucionario, me desempeño como secretaria de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), soy miembro del Comité de Defensa de la Revolución (CDR) de mi barrio y participo en todas las tareas en que sea convocada por la Revolución. Vine a vivir a este lugar “Carretera a Malezas al fondo del barrio Puerto Escondido” el 11 de mayo de 2009. Soy una mujer sola, vivo con mis niñas: de tres años y catorce años, en este inhóspito cuartucho, el cual logré construir con mucho sacrificio en la fecha ya señalada. En total nos asentamos cinco familias casi al mismo tiempo”.
“Transcurridos aproximadamente dos meses de estar residiendo aquí, se presentaron los jefes de Vivienda con un camión y una brigada de obreros (Los Pata de Cabra), para demoler una de estas cinco viviendas. Nos informaron: “”Mañana temprano vamos a derribar el resto””. Gracias a Dios, una persona nos orientó que pidiéramos ayuda a los activistas de Derechos Humanos, y así lo hicimos, a las siete de la mañana del otro día ya estaban aquí. Lo único que nos exigieron fue no usar la violencia, suceda lo que suceda, la negativa de abandonar las viviendas tiene que ser de forma pacífica y aquí pasaron el día junto a nosotros, compartiendo nuestro pesar, tratando de darnos ánimo. Ellos tenían la certeza de que no vendrían estos funcionarios y así ocurrió, solo merodearon la zona agentes de Seguridad del Estado. Luego fuimos visitados por los Inspectores del Instituto de la Vivienda, nos multaron a cada una de las cuatro familias que quedamos, por un valor de mil quinientos pesos moneda nacional. En mi caso, devengo un salario de trescientos setenta y ocho pesos, dicen que van aumentar el salario a Educación pero por ahora nada y estoy pagando todos los días 11 de cada mes cien pesos, hasta que complete el cupo de las multas”.
“La niña grande es bastante sana, pero la chiquita casi siempre tiene catarro. Aquí la humedad es excesiva y cuando llueve se inunda todo este lugar. No tengo piso ni condiciones para hacerlo. Para la electricidad nos hemos dirigido en reiteradas ocasiones a la Compañía Eléctrica, pero ellos no quieren darnos servicio, ni siquiera ponernos un contador para las cuatro casas; nos estamos sirviendo de la electricidad de forma ilegal. El agua potable nos la ofrece un vecino de forma desinteresada”.
“Aquí residen seis niños, la de Yílian de 7 meses que nació aquí, en estos momentos esta hospitalizada con problemas respiratorios, con este lleva cuatro ingresos. La niña de Yenia de 2 años, ya tiene 2 ingresos. Los demás niños: uno de 11 años de Yenia, otro de 14 de Taumara que además esta embarazada y vive sola con su hijo, más las dos mías”.
“Las cuatro mujeres que residimos aquí estamos integradas y somos revolucionarias tres de nosotras laboramos, solo Yenia es ama de casa, tiene problemas siquiátricos”.
“Quisiéramos que nos dieran la posibilidad de adquirir algunos materiales a precio de estado, lo indispensable, no pedimos lujos, pero tenemos derecho a mejorar las condiciones habitables de nuestros hijos. Después que tumbaron la casa de allí y nos pusieron la multa, no han vuelto a molestarnos ni en bien ni en mal. Ojalá Dios permita que alguien nos escuche y haga lo posible por ayudarnos.”
Santa Clara, Villa Clara, 14 de setiembre de 2009.
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