2/21/2008

Renuncia de Fidel Castro, otra burda maniobra


Dr. Darsi Ferrer

LA HABANA, Cuba, febrero (www.cubanet.org) -La supuesta renuncia oficial del Sr. Fidel Castro a ser reelegido este 24 de febrero como Comandante en Jefe y Presidente del Consejo de Estado, asumiendo públicamente el estado crítico de su salud, no es otra cosa que el reconocimiento tardío de su irreversible incapacidad física y mental, luego de año y medio de separación obligatoria de la vida política del país.

Su abandono definitivo del poder no representa una solución a la grave situación predominante en Cuba, solo constituye un obstáculo menos en el tránsito a la libertad y a la democracia.

La sucesión hereditaria viene implementándose desde el 31 de julio de 2006, a raíz de la "Proclama". Los que ostentan el poder optan por el continuismo y la supervivencia del régimen. Cuentan con el control casi absoluto de todas las esferas de la vida, en lo político, económico y social. Además, aunque deben existir las pugnas intestinas entre las distintas facciones de la nomenclatura, están bien organizados y mantienen a su disposición la maquinaria represiva con todo su andamiaje.

Está claro que la motivación para aferrarse al poder de estos llamados "revolucionarios socialistas" se reduce a los intereses económicos y los privilegios personales de los que disfrutan y no a la defensa de ideología alguna. Lo demuestra la destrucción en la que han sumido al país.

Del seno del actual gobierno no saldrá nunca ninguna solución a la problemática de la Nación porque es precisamente el gobierno con su modelo político totalitario la causa del problema nacional.


La inmensa mayoría de la población de la Isla tomó el anuncio de la renuncia del Sr. Castro como una esperanza de solución luego de medio siglo de inmovilismo, miseria y falta de oportunidades de progreso. Expectativa popular que se acompaña de una atmósfera saturada por el incremento de la tensión social.

Tanto la disidencia interna como externa están obligadas por las circunstancias a salir de sus trincheras. Como fuerza política son débiles porque no logran romper en su actuar con el esquema de etapas anteriores.

Mientras los grupos de la oposición continúen sin sentarse en busca de consenso, de crear una agenda mínima común, pasando por alto las diferencias respecto a las tendencias políticas, programas, métodos, etcétera, la posibilidad de convertirse en agentes de cambio e influir en amplios sectores de la sociedad son efímeras.

El gobierno aparenta fortaleza y control de la situación del país en la medida que la oposición se mantiene dividida y sus reclamos se escuchan en múltiples voces aisladas.

No es un secreto ni especulación infundada que el gobierno se sabe adversario del pueblo. Negar esta realidad es asumir que los seres humanos se conforman con el hambre, las carencias de todo tipo y la conculcación de sus derechos y libertades.

Esta inconformidad generalizada de los cubanos es el imparable potencial disidente que la oposición debe canalizar con su liderazgo en función de guiarlo hacia la exigencia activa del desmontaje del sistema totalitario.

La población ya salió de su letargo, quiere cambios, poco a poco ha ido superando el miedo paralizante, como lo demuestran las protestas y reclamos en los comentarios cotidianos en las calles, guaguas, colas. Le falta que se les señale el camino, la vía.


Es hora para la oposición de comenzar por cerrar filas y conciliar entre todos la manera de hablar en una sola voz, de empezar por institucionalizar una acción común. Con ello la propuesta que se alcance será reconocida y legitimada por la Comunidad Internacional, el pueblo de seguro vería en tal fuerza su alternativa y el gobierno no tendrá otra posibilidad que no sea permitir la apertura.

La Nación espera por nosotros, salvémosla.

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