2/21/2008

Nefasto y Las profecías de Noskagamus

Víctor Manuel Domínguez, Sindical Press

LA HABANA, febrero (www.cubanet.org) - Miguelito de Nostradamus fue un farsante. Si bien se realizó como buen curandero luego de pasar un curso con un babalawo de Guanabacoa en el año 1555, sus profecías recogidas en el libro Centurias astrológicas dejaron mucho que desear.

Escritas en cuartetos donde profetizaba la llegada de un caballo al poder en una Isla lejana, la existencia de Napoleón y el fin del mundo para el 3797 d. C., entre otras burradas. Sólo acertó al curar la peste que se mandaban el rey Enrique II y sus hijos, además de diez o quince flemones en las mejillas de Catalina de Médicis.

Sin embargo, y gracias a estas pequeñeces, Nostradamus fue considerado en su época un innovador por sus tratamientos a base de caldo de arroz para el acné juvenil, un bistec de hígado colocado en el pecho para curar el asma, y un cocimiento mezclado de refresco Tukola con cerelac y junquillo picante para provocar el aborto entre las cortesanas de Carlos IX de Francia.

Pero como la suerte es loca y a cualquiera le toca, él fue evaluado por la comisión del Ministerio Exclusivo de Augures y Oscuridades (MEAO) de Cuba, como profeta de nivel A.

Y eso me duele, porque a pesar de los tantos palos que nos da la vida, contamos en nuestra historia presente con unos profetas que les roncan las predicciones.

Hurguemos si no en los augurios y profecías de Infundio Noskagamus, un cubano-chipriota nacido en Puriales del Caujerí, allá en Guantánamo, aunque según chismes de pasillos y asambleas no es un individuo, sino una corporación S.A. integrada por varios tibores pensantes, casi al estilo Corín Tellado.

En su libro de profecías “Donde pongo el ojo nace el marabú” (escrito en cuartetas, que no cuartetos), Noskagamus demostró su certera visión sobre una Cuba revolucionaria.

Ya en la prodigiosa década de los 60, sus augurios y predicciones hicieron que los cubanos sacaran filo a sus cuchillos y acapararan cuanto cubo, vaso, tinaja, palangana o cualquier tipo de recipiente sirviera para almacenar la avalancha de bienes que nos vendrían por tubería.

Su primer gran augurio aseguraba que “en 1970 la Isla habrá de tener 5,000 expertos en la ganadería y alrededor de 8 millones de vacas y terneras que habrían de ser buenas productoras de leche.

Habrá tanta leche que se podrá llenar la bahía de La Habana.

Y se cumplió, pues transcurridos sólo algunos años, más de 5,000 expertos en la industria ganadera (hurto y sacrificio de ganado mayor) cumplen misiones en diferentes granjas carcelarias del país; se llegaron a sacrificar los 8 millones de vacas y terneras (quedan mil) para los turistas extranjeros, y si bien la bahía no se llenó de leche, se desbordó de residuos de petróleo, aguas albañales y ranas.

Otra de las predicciones de profundo impacto entre los pobladores de la Isla, fue la que decía “desecaremos la Ciénaga de Zapata y la convertiremos en tierra productiva”, y hasta la fecha nunca ha dejado de cultivarse el caimán, las jutías, los cocodrilos y el mangle para el carbón que hoy honra muchas cocinas cubanas.

Pero donde apretó en sus dones de profeta fue cuando aseguró: “La batalla de los huevos ha sido ganada. De ahora en adelante el pueblo podrá contar con sesenta millones de huevos cada mes”.

Esta profecía también se realizó, aunque la mayoría de los huevos marcharon al exilio.

No hay dudas de que la corporación Profecías S.A. está que corta, pues a quien le corresponde cada día jugar el rol de Infundio Noskagamus, da siempre en el blanco con sus predicciones.

Analicemos si no esta joyita profética que descuartiza sueños, crea pesadillas, provoca burlas y hace saltar de dolor y pena a quienes han tenido la suerte de leerla: “Estoy seguro que va a disminuir a cero la cifra de los cubanos que sueñan con irse al norte para vivir una vida feliz”.

¡Apretó la corpo Profecías S.A.! Se le descontroló el tibor a Noskagamus.

Pero nada, de amargas e incumplidas predicciones está empedrado el camino de las profecías para los cubanos, como bien señalara Infundio Noskagamus en su libro de revelaciones, “Donde pongo el ojo nace el marabú”.


Eso se los aseguro yo, Nefasto “El profeta”

No hay comentarios:

Links







Abrir en una nueva ventana

.

.

FIRMA