12/04/2007
La zafra que viene (final)
Fabián D. Arcos
LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) - En la actualidad los precios promedios del azúcar en el mercado internacional oscilan entre 10 y 13 centavos de dólar estadounidense por libra del dulce. Y según cálculos e informes realizados sobre la producción de azúcar en Cuba el costo de producción por libra está entre 6 y 6.5 centavos. Una ganancia bruta cerca del 100 %.
Pero si ese análisis no fuera suficiente para entender desde el punto de vista económico la necesidad de revitalizar la que una vez fue la primera industria cubana, entonces veamos qué otras ventajas se añadirían a ese incremento.
En primer lugar, en el orden alimentario, la caña de azúcar y su producción final desempeñan un importante papel. En la actualidad, la ganadería moderna se alimenta con cereales y granos, cuyos precios se van incrementando. La caña y sus subproductos pueden desempeñar un papel preponderante en la sustitución de esas fuentes de alimentación animal.
La generación de electricidad es otra de las grandes ventajas de la producción azucarera. Se calcula que un central consume sólo el 30 % de la energía eléctrica que pueden producir sus generadores en medio de la producción fabril, aportando un alto volumen de energía a la red nacional. Ello conservaría mucho mejor la tecnología de producción eléctrica, y se ahorraría una cantidad grande de combustible fósil necesario para su generación.
Pero el factor que más incide en las inversiones que en distintos lugares del orbe se hacen para la industria azucarera, es la posibilidad real de que pueda ser utilizada como fuente de materia prima para la producción de biocombustibles, en momentos que precios del petróleo se dispara cada día.
En los últimos tres años la producción y comercio del etanol se ha incrementado. Si en 2005 el volumen alcanzado fue de 33,500 millones de litros, en 2006 ya se había elevado a 39,400 millones, con un incremento del 17,6 %. Y se ha pronosticado que este año puede ascender a 47,000 millones de litros, un 20 % más que el precedente. En la actualidad los países mayores productores son Estados Unidos y Brasil.
El consumo mundial se aproxima a la producción: en 2005 se consumieron 31,800 millones de litros, y en 2006 se alcanzó 38,000 millones, para un incremento del 21 %. Para este año los cálculos prevén otro sustancial incremento, con un monto de 46,700 millones. Y también los mayores consumos se registran en Estados Unidos y Brasil. En el nivel de las importaciones sólo Estados Unidos, la Unión Europea y Japón adquieren el 75 %, siendo Brasil el principal suministrador, enviando sólo a Estados Unidos 1,600 millones en el 2006.
En la actualidad el etanol se puede producir a partir del maíz (Estados Unidos), mieles (Australia y la India), caña de azúcar (Brasil y Tailandia) y remolacha y trigo (Unión Europea). El producido a partir del maíz en Estados Unidos cuesta 0.32 de dólar por litro, mientras que en Brasil, con la caña de azúcar el precio llega a 0.17, siendo los costos más elevados los de la Unión Europea, a base de remolacha y trigo con 0.72 y 0.69 respectivamente.
Estados Unidos, tan celoso de su seguridad energética, protege su producción de etanol subsidiándola en 0.18 dólar por litro y grava las importaciones del mismo en 0.14 por litro. Así y todo, la presencia del etanol brasileño en el mercado norteamericano es significativa.
El coloso suramericano en la actualidad dedica el 50 % de su producción de azúcar a obtener etanol y para 2011 prevé elevar esa participación al 57 %. Para ello incrementarán el área dedicada a la caña en 2,5 millones de hectáreas y sólo en inversiones extranjeras para ese desarrollo ya tienen más de 1,000 millones de dólares.
El gran científico cubano Álvaro Reynoso demostró las excepcionales condiciones que tenía Cuba para sembrar caña de azúcar y cómo lograr altos rendimientos. La economía cubana alcanzaría un elevado nivel de ingresos si dedicara parte importante de sus tierras ociosas a un cultivo inteligente de la caña. Si el proceso de descapitalización de la industria azucarera ha sido la principal causa de su declive actual, con la perspectiva de producir etanol a precios tan competitivos harían fluir cifras millonarias en inversiones foráneas.
Todo ello sin contar con el efecto benefactor para el medio ambiente, y que la producción de biocombustibles ayudaría sustancialmente a mejorar los precios de la industria azucarera, al ahorrarse importantes cantidades de combustibles fósiles que se consumen en el transporte y la maquinaria de la zafra al mezclarse con los biocombustibles.
En fin, si se quiere salvar la industria azucarera cubana, hay que virarse definitivamente a la producción del etanol. Y ello sin comprometer la producción de azúcar para el consumo humano.
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