René Gómez Manzano
Abogado y periodista independiente
En Cuba, la noticia de la semana pasada fue, sin dudas, la filtración del video en el que un técnico de la represión imparte una conferencia sobre los métodos para contrarrestar la actuación de personalidades independientes en Internet.
Pese a que el mismo profesor reconoce que la perspectiva que más les aterra a él y a sus jefes (la de “miles de computadoras conectadas en redes inalámbricas”) “no es ilegal”, la charla versa precisamente sobre cómo restringir esa eventualidad.
Resulta curiosa la forma en que un material clasificado, destinado a los ojos y oídos de algunos privilegiados del régimen —los consagrados a reprimir— queda al acceso de cualquier hijo de vecino que tenga a mano una simple computadora. ¡No en balde los castristas trataron de impedir durante tantos años la difusión de esa moderna tecnología!
No es la primera vez que un hecho como ése sucede en nuestro país. Tiempo atrás, gracias a otra filtración, vimos cómo un estudiante de una universidad elitista precisamente relacionada con estos temas —la de Ciencias Informáticas— obligaba al flamante Presidente de la Asamblea Nacional a cometer pifias increíbles. El cerebro portentoso del alto funcionario no le sirvió en su empeño de justificar lo injustificable.
En esta ocasión, el joven conferencista refleja admirablemente los miedos y las fobias de la dictadura militar que padece Cuba. Esa plática demuestra, mejor que cualquier sesuda monografía, por qué el ex represor en jefe Ramiro Valdés, por aquellas fechas ministro de la Informática y las Comunicaciones, se refirió a Internet diciendo que “el potro salvaje de las nuevas tecnologías puede y debe ser dominado”.
Confieso desconocer estas cuestiones de las modernas tecnologías; si mi vida dependiera de tener que explicar las diferencias entre Facebook y Twitter, o entre un blog y un sitio-web, tendría que apurarme a otorgar testamento.
Pero una cosa me quedó clara de la conferencia de marras, impartida por un señor que sí domina esos temas: felizmente, los demócratas cubanos, gracias al avance de las modernas tecnologías y a nuestros buenos amigos, contamos ahora con una vía para burlar el asfixiante monopolio comunista sobre los medios de difusión masiva. Sólo nos cabe esperar que esto se concrete, y cuanto antes mejor, para bien de nuestra Patria.
Me explico ahora las esperanzas que muchos, en todo el mundo, pusieron en Yoani, en Claudia y en el resto de los talentosos cubanos —jóvenes en su mayoría, aunque otros ya no lo son tanto— que han trazado el camino en ese universo ignoto y fascinante de los blogs. Tenían —y tienen— toda la razón del mundo.
Confieso que, al saber que ni los mismos blogueros lograban leerse en Internet, me mostré pesimista sobre sus posibilidades de causar un impacto real en nuestro pueblo. ¡Irónicamente, han sido los adversarios, ha sido un técnico represor del régimen totalitario el que ha disipado mis dudas y me ha llenado de optimismo!
La perspectiva, anunciada por el conferencista, de “crear una plataforma tecnológica fuera del control de las autoridades cubanas y que permita el libre flujo de comunicación entre los ciudadanos cubanos y el mundo”, que a él y a sus jefes les aterra, me causa inmensa alegría y me colma de esperanzas.
La contemplación de ese filme clasificado me llevó ineludiblemente a recordar el conocido pasaje bíblico en que el evangelista anuncia en un tono no exento de ironía: “Lo que escondéis en los sótanos será proclamado desde las azoteas”. Una vez más el texto sagrado nos señala el camino de la verdad.
La Habana, 16 de febrero de 2011.
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