Por Rafael Ernesto Ávila
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La Habana. —Raúl Castro lleva ya más de tres años en el poder. Desde que el 31 de julio de 2006 su hermano mayor lo designó al frente del régimen castrista como su sucesor oficial, primero de forma provisional y desde el 24 de febrero del 2008 ya como Presidente del Consejo de Estado y de Ministros, el mundo intentó ver en el menor de los Castro a un hombre pragmático, capaz de abrir la nación cubana a un mundo globalizado y democrático.
Durante el mandato provisional poco hizo. Aunque hay que reconocer que con una improvisación durante un discurso dio pie a un proceso de críticas y comentarios, privados y públicos, como nunca antes se había visto.
Su alegato en torno a la leche y el marabú, y la orientación de promover un debate público en los medios de prensa, totalmente controlados por el gobierno, como vía para conocer hasta que punto la población estaba descontenta, permitieron a Raúl Castro ganarse el título de hombre tolerante y preocupado por las necesidades de la población.
Su hija Mariela también le ayudo. Conocida por ser una detractora de las políticas homofóbicas de Fidel Castro, utilizando el poder de ser la Primera Dama de la nación realizó comentarios y concedió entrevistas, casi siempre a la prensa extranjera donde apoyaba la imagen de su padre. Así poco a poco se fabricó la variante del Castro malo, Fidel, quien gobernó de manera férrea la nación durante casi medio siglo y, del otro lado el Castro bueno, Raúl quien no podía ser más por el pueblo por la intolerancia de su hermano.
Para resolver la aguda crisis social si implementaron varias medidas, de ellas hasta ahora la más efectiva fue la compra de centenares de ómnibus chinos y bielorrusos para sustituir a los deteriorados “camellos”. Aliviado el transporte, claro que sólo en la capital, donde está el cuerpo diplomático, la mayoría de los turistas y la prensa extranjera, Raúl procedió a eliminar algunas de las medidas que habían condenado al apartheid al pueblo cubano dentro de su país.
Se autorizó la compra de equipos electrónicos, se legalizaron y permitieron la adquisición de teléfonos celulares y se prescindió de la prohibición de utilizar los hoteles por parte de los nacionales. Medidas muy publicitadas pero que no resuelven las precarias condiciones del ciudadano cubano, aunque si demostraban hasta que punto es irracional el sistema político vigente en Cuba.
El 24 de febrero del año 2008, el dócil parlamente cubano, otorgó la presidencia de la nación a Raúl Castro. En su primer discurso, el flamante jefe de estado anunciaba, que aunque había que seguir trabajando en aras de construir el comunismo, se imponía tomar medidas para modernizar el estado. Para todos, el momento de la apertura para la isla había llegado.
Posteriormente, se reunió el Comité Central del partido comunista, y nuevamente Raúl anuncia que tendrá lugar a fines del año 2009 el congreso de la organización partidista. Nuevos aires de cambio, desde hacía más de diez años Fidel Castro había desaparecido de sus largas peroratas este tema. Total, que le podía ofrecer al pueblo cansado de la misma retórica y el caos económico que vive el país. Sin embargo, para muchos nuevamente el mensaje de que Raúl Castro no era un continuista de las políticas desacertadas de su hermano mayor.
Ya gran parte del mundo ve a un partido comunista, reconociendo que era hora de la apertura y a Raúl como el hombre que dio fin a la pesadilla de millones de cubanos. Pero para ver esto hay que esperar varios meses, y como Santo Tomás en mi caso, ver para creer.
El 11 de julio, se reúne la Asamblea Nacional en su primer período de sesiones de la nueva legislatura. El discurso de clausura corresponde como es lógico al jefe de estado. Todos esperaban nuevas medidas que aliviaran la situación de la población, sin embargo el plato fuerte es un Anteproyecto de Ley sobre Seguridad Social que alarga en cinco años la vida laboral. Además se incluyen críticas a la emigración hacia la capital y un llamado a retornar al campo para restablecer la producción agropecuaria, que como reconoce Raúl es crítica e insuficiente en gran medida para satisfacer las necesidades alimentarias del pueblo. Hasta ahí las “nuevas” medidas, aunque al final como compensación aclaró que estaban a punto de aprobarse varias disposiciones que se anunciarían en los siguientes días.
Para todo el mundo era evidente que el gran día era el 26 de julio de 2008, declarado Día de la Rebeldía Nacional. Al subir Raúl a la tribuna, todos esperaban las palabras mágicas, pero para desconcierto y desengaño, su breve y en parte incongruente alocución, sólo tuvo como principal mensaje seguir abogando por la resistencia ante el imperialismo, decretar nuevas movilizaciones militares y destacar que hay que trabajar mucho para que en un futuro muy, muy lejano las grandes carencias materiales y espirituales de los ciudadanos cubanos se puedan resolver.
Después de esto, silencio. Especialistas, analistas con doctorados y también los de la calle intentan comprender este giro del ex Ministro de las FAR. Comentarios, de esos que nadie saben de donde salen y que todos quieren creer, hablan de supuestas disputas entre un Fidel en cama y virtual, dado que hace meses no se presentan imágenes del Comandante; y del otro lado Raúl y los reformistas que debido a las presiones de los fidelistas no han podido continuar adelante con el proceso de apertura.
Hace casi dos años en un artículo, alertaba que Raúl no era el cambio, que sólo representaba el continuismo de un régimen dictatorial que es utilizado por una nomenclatura reducida como su feudo particular.
Pero que este Castro no tenía el carisma ni el mito que rodeaba a Fidel y necesitaba tiempo para afianzarse en el poder. Por eso el cuento echado a rodar que si no había cambios era porque “el otro” lo impedía, la fábula de la leche y el marabú, permitir la entrada a los hoteles a los que nadie puede ir por sus altos costos y decir que no se preocupen que poco a poco esto va air mejorando.
En el plano político, la Seguridad del Estado disminuyó los mecanismos represivos visibles, aunque siguió coartando por medios más sutiles a la oposición interna. No obstante cuando ha hecho falta se golpea y se sacan las turbas paramilitares a la calle, recuerden lo sucedido a algunas Damas de Blanco en la Plaza Cívica y a varios opositores que han sido detenidos y golpeados. Tenemos también el caso del Dr. Darsi Ferrer, encarcelado a la espera de juicio desde hace ya cuatro meses.
La supuesta flexibilidad del raulato ha llevado a creer a varias naciones europeas, encabezadas por el gobierno español, que Raúl Castro puede ser un factor clave para la normalización de la nación. Esto permitió que varias naciones dentro de la Unión Europea, descartaran las sanciones impuestas a Cuba desde 2003 cuando en juicios sumarísimos fueron condenados a prisión varias decenas de activistas y defensores de los derechos humanos.
Cuba sigue siendo hoy un estado totalitario, donde su población malvive cada día. Con una economía totalmente centralizada que tiene como modelo la improvisación y el desvío de recursos.
Una nación donde más del 70 por ciento de sus jóvenes desea emigrar para donde sea y como sea con tal de tener un futuro diferente. Un país donde quien no se supedita a los dictados del líder, cualquiera sea su nombre, es silenciado y perseguido. Nada ha cambiado en esencia, lástima de los ilusos que creyeron en algún momento que este Castro era diferente, no comprenden que no es un problema de hombres sino de un modelo represivo e intolerante.
Que pena que para desengañarse de Raúl Castro se le diera el tiempo suficiente para afianzar su poder. Que no sele hubiera presionado desde un inicio para que de verdad se hubiera visto obligado a realizar cambios o por lo menos que intentara negociar con sus críticos.
Aunque bueno, en algo tiene razón un amigo quien me dice que sí que en Cuba ha habido un gran cambio; ya no estamos obligados a oír los casi diarios y largos monólogos de Fidel, el nuevo, que ya no es tan nuevo, no habla tanto. Y esto, aunque no sea crea para los millones de cubanos que nos vemos obligados a sufrir el castrismo, ya es un gran alivio.
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