José Hugo Fernández
LA HABANA, Cuba, marzo (www.cubanet.org) - Lamento no compartir el optimismo de quienes, desde afuera o dentro de la Isla, ven en la sección Cartas a la dirección, del periódico Granma, un sustancial indicio de cambios en materia de apertura a la crítica periodística, o cuando menos una vía para que la población airee espontáneamente sus quejas y reciba respuestas sobre los asuntos que más le preocupan.
Quisiera no creer que cada respuesta a los lectores resulta cocinada mucho antes de que se publique la pregunta, y que la publicación, tanto de unas como otras, obedece a un esquema diseñado por los estrategas ideólogos del Comité Central del PCC. Así que tal vez la prelación de los asuntos no se determine por su gravedad o por el nivel de expectativa que despiertan entre la gente, sino por los dictados del régimen, del cual Granma es vocero.
Me gustaría confirmar si verdaderamente entre los más de seis mil mensajes con inquietudes de lectores que el diario dice haber recibido durante el primer año de existencia de Cartas a la dirección, no hay ni uno solo referido a la necesidad de que sea fomentada con urgencia en el país la pequeña empresa privada, o a que se cumpla sin más dilaciones la promesa oficial de eliminar medidas, mecanismos o disposiciones absurdos e inhumanos, sea en materia migratoria, sea sobre el desbarajuste entre salarios y precios, sea en torno a la falta de libertades elementales para pensar, elegir, reunirse, o expresarse públicamente.
¿Acaso ni uno solo de esos mensajes se refiere al hecho -irracional y paradójico, por lo menos- de que el régimen gaste enormes sumas de dinero en abogados y en propaganda internacional reclamando la liberación de cinco cubanos presos por espionaje en cárceles de Estados Unidos, mientras que en sus propias cárceles sufren, se enferman y mueren más de dos centenares de cubanos, cuyo único delito consiste en oponerse pacíficamente a la política del régimen?
Es cierto que en Cartas a la dirección se han ventilado otras cuestiones de interés menor o mayor, nunca, invariablemente, con incidencia de fondo político. Sobre todo, temas de carácter económico, pero muy puntuales, locales, y temas relacionados con la mala calidad de los servicios, con el burocratismo, los problemas de la vivienda, o la indisciplina social, entre otros que han sido sobradamente manejados y desatendidos por el régimen durante decenios.
Pero me daría por satisfecho si aunque fuera una sola vez lograse ver reflejada en esa sección alguna de las muchas preguntas sin respuesta que se barajan puertas adentro en Cuba.
Por ejemplo: ¿A qué lógica responde la decisión de exportar cemento hacia otras naciones en medio de la escasez de viviendas que padecemos por falta de materiales?
O, ¿por qué se nos impide el acceso a elecciones libres y pluripartidistas cuando hasta los más fieles cómplices y seguidores internacionales del régimen se las dispensan a sus pueblos sin que por ello pierdan el poder?
No ironizo al afirmar que me daría gusto compartir el optimismo de quienes creen ver en Cartas a la dirección un paso de avance, aunque sea mínimo, hacia la lucecita en el final del túnel. Pero tal y como sale hoy, no puedo ver esta sección más que como un mañoso paliativo para nuestra vieja e insatisfecha demanda de respuestas esenciales. Nada de fibras. Mera sopa de letras.
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