11/28/2008

EL VEREDICTO DE LA HISTORIA

Por Hugo J. Byrne

Durante la pasada campaña presidencial decidí revisar mi directorio electrónico. Éste se compone de varios grupos de recipientes encabezados por quienes publican semanalmente esta columna, ya sea en La Red o publicaciones impresas. A este grupo pertenecen el “20 de Mayo” (origen de mi columna) y otros medios, entre los que se destacan “Contacto” en la Red, Cuba en el Mundo”, “La Voz de Cuba Libre”, etc.

Un segundo grupo comprende las publicaciones de La Red tanto semanales como diarias que presentan mi columna varias veces al año y en esta sección se encuentran órganos de prensa de Sudamérica, Europa y México. El tercer grupo se compone de familiares, amigos y compatriotas de Estados Unidos o el extranjero con idénticas convicciones y propósitos.

Por último está el grupo más numeroso, compuesto de lectores en general, la mayoría de los cuales ha recibido mi columna a través de terceros y espontáneamente decidieron comentar el contenido de algún artículo. Esos comentarios, positivos en un 99%, no tienen necesariamente que serlo. Eso es beneficioso, pues me brinda la oportunidad de aportar algunos elementos de juicio útiles a lectores que tienen una perspectiva diferente.

Lo contrario es también bienvenido, cuando un lector enterado me ayuda a rectificar o aclarar algún detalle histórico o es capaz de aportar razonamientos filosóficos elocuentes que no necesariamente coincidan exactamente con los míos. Es precisamente en el intercambio de ideas e información donde reside la fragua que forja el criterio. Sin embargo de este grupo de más de 300 direcciones he decidido eliminar ocho. Sucede que el debate implica intercambio de ideas e información. El uso repetitivo de lemas y propaganda política no es debate. Atender correspondencia de quienes rehúsan discusión inteligente de un tema básico es distracción y constituye pérdida de tiempo.

En un debate legítimo no es suficiente afirmar que este político o tal partido es culpable o que otro es capaz de arreglar cualquier batea porque ha estudiado en un colegio exclusivo y habla generalidades con voz de barítono y el ceño fruncido ante una masa frenética de adoradores. Eso es metafísica y no tengo el menor interés en ella. La comunicación entre adultos requiere demostrar el criterio con datos reales y razonamientos lógicos, no referencias a mítines masivos al estilo Hitler o Castro, o a titulares partidistas de una prensa que renunció con desenfado a la objetividad desde hace tiempo. A continuación un ejemplo de cómo puede objetivamente medirse la validez de un comentario.

En un artículo anterior afirmé que la victoria electoral demócrata fue en este caso también la de los enemigos de la libertad de Cuba. Esto, no es una simple opinión mía sino honestamente, una realidad inobjetable. Bastan dos probables nombramientos de la próxima administración para demostrar la validez de ese aserto.

El primero es el del abogado Gregory Craig, presunto futuro consejero en la administración Obama, quien dirigiera la defensa de Bill Clinton durante el enjuiciamiento del libidinoso expresidente en la Cámara de Representantes por sus falsas declaraciones públicas a raíz del escándalo Lewinski. Esta es la única información sobre este abogado de la izquierda radical que emana de la prensa absurdamente llamada de “main stream”. Parecería que Clinton ha sido el único cliente de este picapleitos para super ricos, que cobra honorarios de miles de dólares por hora.

Clinton ciertamente no ha sido el único cliente de Craig. Ni siquiera el más notorio. El más tenebroso sujeto que ha usado los servicios legales de Craig desapareció de la vista pública hace un par de años, aunque supuestamente aún escribe una columna con regularidad en el libelo Granma. Durante el “proceso legal de los derechos de paternidad de Juan Miguel González sobre su hijo Elián” en el año 2000, Craig supuestamente representaba al primero. Quien no supiera que un pelagatos como González era incapaz de sufragar los honorarios de Craig por un segundo aunque comprometiera su salario entero de pesos castristas por treinta años, necesitaba con urgencia una camisa de fuerza o regresar al kindergarten. ¿Quién pagó la cuenta de Craig? ¿Janet Reno? ¿Bill Clinton? ¿Los contribuyentes? No seré yo quien insulte la inteligencia de los lectores.

Quizás el público en general ignore que en la sufrida Cuba de hoy no existen derechos de ninguna clase y que los de paternidad son explícitamente negados en lo que llaman “Constitución”, la que señala claramente que “la niñez es patrimonio exclusivo del estado”. Pero nadie dude que Craig sí lo sabía, como también que el infeliz Elián sería usado como bufón de feria para avanzar la propaganda del Tirano. Entre otros clientes del abogado millonario se cuentan notorios enemigos del exilio cubano (y de Estados Unidos), como el primer gobierno Comunista de Nicaragua (cortesía de Carter), el que en un Comité Senatorial de Ted Kennedy acusaba en 1984 a los llamados “Contras” de crímenes contra indígenas. Se supo después que los dos indios miskitos “testigos estrella” de Craig eran agentes a sueldo de Managua.

El probable Procurador General de Obama es nada menos que Eric Holder, quien era Viceprocurador con Janet Reno y aplicó inicialmente el decreto “pies mojados o secos”, de Clinton contra el influjo de balseros cubanos (mantenido arbitrariamente por la administración Bush). Holder fue quien manejó las acciones “legales” de Reno justificando la invasión nocturna y armada a la residencia del tío abuelo de Elián y el retorno del niño a Castrolandia. Esta excresencia demócrata no es sólo enemigo de la libertad en Cuba, sino en Estados Unidos: Holder afirma que la Segunda Enmienda de la Constitución no ampara un derecho individual, sino que sólo se aplica a la milicia. También lo afirmaba Obama, pero después de la reciente decisión de la Corte Suprema el “iluminado” ha tenido el buen juicio de cambiar la tonada. Por el contrario, Holder no ha dicho ni esta boca es mía.

Como consecuencia de lo expuesto puede objetivamente afirmarse que no es posible haber contribuído a la era de Obama y al mismo tiempo ser genuínamente cubano. Sé que invito la controversia y hasta el insulto. Para eso soy exiliado cubano. Nadie podrá sin embargo impugnar un adarme de lo anterior.


La Voz de Cuba Libre

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