Un hombre vende plátanos en una feria callejera en Santiago de Cuba, donde el próximo sábado se celebrará el acto por el 55 aniversario del asalto al Cuartel Moncada, fecha que marca el inicio de la revolución cubana. EFE/Alejandro Ernesto
LA HABANA (AFP) - DIARIO LAS AMERICAS /
Dos años después de que Fidel Castro cayera enfermo, en La Habana hay más ómnibus y menos consignas revolucionarias, se puede tener celular o DVDs, pero la libra de cerdo, indicador de la economía doméstica, sigue costando igual, señal para los cubanos que la vida poco cambió con Raúl.
“A ese precio (la carne) lleva más de 10 años y así seguirá, enyuntada (enlazada) con el dólar (25 pesos). Cuando los dos bajen, todo empezará a mejorar”, asegura José Benito, un carnicero de 65 años, en un agromercado de Marianao, en La Habana.
En la Cuba del 2008, bajo el Gobierno de Raúl Castro hay menos apagones, más transporte público, se reparan calles y redes de agua. Hay fuertes inversiones en el ferrocarril. Son programas iniciados por Fidel antes de enfermar, recuerdan los funcionarios.
“Aquí no hay cambios, hay continuidad”, asegura Julián Rodríguez (75), un enérgico dirigente de los Comité de Defensa de la Revolución que, como muchas pancartas de La Habana, cambió sin embargo sus llamados a la batalla política por el logro de la eficiencia económica.
Para María Cruz, oficinista de 54 años, “hay menos presión política, menos agobio”. Desde que Raúl tomó el mando, provisional en julio 2006 y como presidente en febrero pasado, no hubo más marchas de un millón de personas y la gente se fue acostumbrando a la ausencia física de Fidel y a sus frecuentes artículos de prensa.
Raúl abrió expectativas al anunciar cambios “estructurales” y levantamiento del exceso de prohibiciones. Los cubanos ya pueden alojarse en un hotel, rentar un auto, comprar computadoras y DVDs, todo en divisas.
“Puedo hacer lo que hace un extranjero, ir a un hotel, alquilar un carro...” dijo Pedro Núñez (51), quien gana 325 pesos (13 dólares) estacionando autos. “Pero lo otro, el costo de la vida, ¡en candela! Los 30 pesos que me aumentaron el mes pasado, se van por otro lado”, dice mientras se pone una mano en el bolsillo.
El déficit de medicamentos también aminoró y sus precios siguen siendo bajos. El problema básico está en la alimentación, donde cada familia emplea el 80% de sus ingresos, para una dieta aún deficitaria. Los alquileres, agua, gas y teléfono, son baratos, menos la electricidad.
Cada cubano, incluso los disidentes, reciben una canasta básica muy subsidiada, pero insuficiente. El salario, lo reconoce el Gobierno, no cubre las necesidades básicas.
“El transporte ha mejorado, lo otro no, sigue igual. El que trabaja come, se come, pero no se pueden hacer otras cosas”, afirma Nancy Gutiérrez, una doméstica de 58 años, que trabaja en una casa de extranjeros, donde percibe divisas.
Las expectativas que se forjaron en torno al discurso de Raúl y a un proceso de amplia discusión de problemas que el propio gobernante estimuló, comienzan en muchos a disolverse en la espera.
“Inercia, parece que hay muchos cambios, pero no, lo que hay realmente es inercia”, asegura María Elena Díaz una profesora universitaria, de 50 años, quien ve a Fidel presente en muchas decisiones.
Más preocupado por lo concreto que por lo teórico, Georbis González, albañil de 34 años, dice ver “la cosa peor”. “Lo único mejor las cosas que sacaron a la venta y para eso los DVD se acabaron enseguida, y eso que eran caros, pero lo otro, todo igual, normal. ¡No es fácil!”, dice.
Pero José Sánchez, 30 años, técnico medio de transporte, aún tiene esperanzas: “Veo cambios para mejor, pero pequeños y lentos. Va a mejorar la alimentación, pero eso lleva tiempo”. Disidentes y Estados Unidos coinciden en que los cambios son “cosméticos”. Raúl asegura que no, y que son para “perfeccionar” el socialismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario