Las calles de la Habana son un gran museo: Los automóviles de los años 50 se mantienen vivos gracias a maromas mecánicas, la rica arquitectura de las fachadas resisten el paso del tiempo con alguna que otra reforma, autobuses que arrastran con el implacable tiempo alivian las largas filas de cubanos que los esperan, pizarras que marcan la manutención de las familias cubanas están clavadas en las pequeñas tiendas de distribución. El tiempo se ha detenido en la isla.
Todo este museo convive con la opulencia turista: llevan los autos de este siglo, se sientan a tomar una copa en las plazas más representativas, ven a La Habana desde lo alto del cuarto de la habitación de hotel, se gasta, se compra, te venden espectáculos de música cubana, una recreación de cañonazos, que si bongo, que las maracas, que los mejores mojitos, un puro, un ron, una excursión... todo parece un DisneyWorld cubano.
La verdad es que lo tienen bien montado eso de la explotación turística. Esto se vive en ocho días. Muy poco para profundizar en la realidad cubana, pero suficiente para llevarte impresiones.
Mientras paseas o te tomas una foto se te arrima una señora o un muchacho pidiéndote un jabón, crema de dientes o algo que sobre del hotel. Te dicen que las cosas no alcanzan y sólo queda pedir. Cualquier cosa que regales les vale, les alegra y te lo agradecen. Dada mi condición de colombiano me resultaba familiar la economía del rebusque, en la que la labia, la astucia, el ingenio, la gracia, toda la imaginación y malicia que el ser humano saca a flote en situaciones de necesidad hacia presencia.
Según los propios guías te puede pasar que alguien se convierta en tu amigo del alma y quiera cambiarte el dinero extranjero por pesos cubanos, para que todo te salga más barato. La cuestión es que los turistas no pueden usar el peso cubano y te quedas sin dinero y sin amigo porque nunca los vuelves a ver.
Te pueden vender puros hechos con hojas de plátano y por eso siempre aconsejan comprarlos en los lugares oficiales. Te pueden emborrachar y aparecer sin nada en la cartera, esto lo vi con mis propios ojos en la discoteca del hotel, la víctima era una inglesa desfasada y borracha.
Los taxistas intentan cobrar más y existen los que te buscan el taxi, a cambio de propina, como en Colombia. Hay taxis piratas, habanos piratas y hasta ron pirata.
Muchas de las cosas prohibidas en la isla se realizan bajo cuerda, como comprar casas y vender autos así que los trueques están a la orden del día. Uno me ofreció cambiar una escultura de madera por alguna camiseta, yo me lo pensé, pero ninguna de mis camisetas valía tanto como su trabajo.
Las historias imposibles también ocurren en la isla. Un camarero me contó una anécdota en la que una pizzería, en época de racionamiento, ponía condones aderezados con sal y limón sustituyendo así al queso; o la historia de un señor que vendía fritanga apanada con harina en un pueblo, y al que le vendieron veneno en lugar de harina. Casi mata a medio pueblo. “Si no es por que somos una potencia en medicina…habrían muerto mas de cien personas”. Me decía un viejito con guitarra.
Aprovechados y estafadores hay en todas partes, pero lo que digo es que en estas situaciones sociales se agudiza más. Al igual que en Colombia, pero sin la devaluación de la vida que existe en la tierra donde nací.
Pero ojo, tengo que decir que la inmensa mayoría de las personas son muy amables, honrados y muy cultos, y no pretenden sacarte dinero a la primera de cambio. Conocen y aman su historia, y muchos viven convencidos que mejor no se puede vivir. Pobres pero felices. En parte tienen razón.
El turismo es la principal herramienta para sobrevivir que le ha quedado a la isla, Los turistas proceden principalmente de Canadá, Inglaterra y España. La gran mayoría van a lo que van, a pasarlo bien haciendo uso de los paquetes turísticos antes mencionados.
Yo, que he sido pobre, tengo debilidad por los que tienen menos que yo, así que muchas veces me alejaba del grupo (compañeros de la universidad, todos españoles) para saciar la curiosidad y un poco la conciencia, y me ponía a hablar con los que nos recibían en cada parada de los paseos turísticos.
Con decirles que era colombiano se soltaban mucho más. Hablábamos de los sueldos que tenían, y la conclusión era que los que trabajan de cara al turista vivían mejor por las propinas; me comentaban las finales de basketball y béisbol que se disputaban y salía el tema de los deportistas que iban a competir fuera de la isla, que muchos eran tentados por el dinero que les ofrecían para que compitieran y ya nunca volvían. Muchos me manifestaron el sin sentido de la lucha armada de la guerrilla colombiana.
Me comentaron el boicot norteamericanos hacia los productos cubanos desde el ron “Habana Club” hasta los puros y el tema de los que balseros, los cuales obtienen ciudadanía americana en cuanto pisan las playas de Miami.
La educación desde la guardería hasta la universidad es totalmente gratis, al igual que la salud. Yo me pregunto cómo un país pobre como Cuba tiene garantizada la educación y la sanidad de sus ciudadanos. EEUU y muchos países del primer mundo tienen mucho que decir al respecto.
Ya no hablemos de Colombia en la que la salud y la educación de calidad se paga, y mucho. Y algo que se le critica en este sentido a Cuba es que sus graduados universitarios no puedan salir de la isla sin antes haber pagado la universidad con un mínimo de dos años de trabajo.
Esto se lo dije a nuestro guía, un arquitecto, y su respuesta me convenció: “¿acaso te parece justo que después de que Cuba le dé una formación universitaria gratuita se vaya sin más?”
A diferencia del resto de países latinoamericanos no hay desnutrición infantil, tienen garantizada la manutención, no existen tampoco los niños de la calle, los “gamines”. Es impensable en la isla.
Muchos paisajes me recordaban a Colombia y me daba algo de nostalgia saber que a diferencia de Cuba, en Colombia es sumamente difícil, por no decir arriesgado, embarcarse a conocer sus paisajes, internarse en la montaña, visitar pueblos perdidos y recorrer parajes naturales sin preocupaciones de guerrilla ni ninguna historia parecida.
En la Habana la seguridad hacia presencia prácticamente en cada esquina con un policía. Me comentaron que hay tres tipos de policías: los “H” los “HP” y los “HP al cubo” En uno de nuestros recorridos pasamos por la supuesta casa de Fidel Castro, si en realidad era esa, el hombre vive casi como un cubano más, solo que bien custodiado.
No existen las mansiones que uno puede pensar que tiene.
Respecto al tema de la prostitución y las famosas jineteras la verdad es que en los sitios que me moví yo no vi nada. Luego en Varadero si me comentaron algunos españoles que fueron a discotecas que había muchas que se les insinuaron. A mí no me consta, pero no me extraña que haya, porque prostitutas siempre ha habido y habrá en todas partes.
Varadero es la máxima expresión del paraíso turístico, el turista allá hace y deshace en funcíon de su billetera. Es tal el impacto que ha tenido en la isla el turismo que ir a bailar música tradicional cubana es bastante difícil, porque la gran mayoría de discotecas se han europeizado y te ponen la misma música que cualquier discoteca europea. Entramos a una disco en Varadero que parecía Sodoma y Gomorra: turistas borrachos por todos lados, bailando Reguetton, Rock, House acompañados de cubanos y mucho desmadre.
Una de las cosas que me llamó la atención en la isla es la ausencia de publicidad, el único cartel de publicidad que vi estaba escrito en una pedazo de cartón que colgaba desde lo alto de un balcón, en él se ofrecía vender una máquina de cocer. No existe el bombardeo comercial del resto del mundo, y al contrario de lo que se puede pensar la figura de Fidel no es explotada como se espera en el régimen que él comandaba, si en cambio lo es el Che Guevara convertido en elemento mesiánico.
Al final, lo que me quedó de Cuba es una pequeña nostalgia en el corazón y la triste impresión de que un día la isla y sus hijos se levantaron para luchar en contra de los elementos establecidos y que hoy, de alguna manera, son lo que nunca quisieron ser: El paraíso de los ricos.
1 comentario:
Ay colombiano me has hecho casi llorar con lo que describes de mi país.
Pero me halaga que lo hagas desde el corazón sensible de aquél que ha visto y se ha compadecido de lo que vivimos en la isla.
Yo estoy fuera pero debo regresar. No regresaré obligado sino porque me place hacerlo. Me urge ver la tierra y la gente y sé que puedo vivir mejor fuera que dentro, pero nunca viviré sino que vegetaré si no vuelvo.
Gracias por tu mirada honesta y cariñosa; gracias por tus entrañables palabras. Me quedaré lector asiduo de tu blog y de vez en cuando aparecerá un comentario de apoyo o de crítica. Los cubanos somos agradecidos y somos "malos"; no podemos callar aunque nos quieran cerrar la boca.
Un placer enorme me ha producido el haberte leído. Otra vez gracias porque gente como tú son los que saben apreciar la vida.
Andrés.
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