7/23/2008

Aznar reivindica las raíces cristianas de Europa como fundamento de la auténtica democracia

LAURA DANIELE - ABC.es

MADRID. El ex presidente del Gobierno José María Aznar reivindicó ayer las raíces cristianas de Europa como fundamento de la «auténtica democracia» y achacó el avance del terrorismo islámico a la renuncia de nuestro continente a su propia identidad.

Durante su intervención en los cursos de verano de la Universidad Rey Juan Carlos, en Aranjuez, el presidente de la Fundación FAES explicó que el origen del debilitamiento de la identidad europea está en el relativismo moral que padece Occidente, «donde todo merece el mismo respeto y donde la corrección política impide afirmar que una democracia occidental es mejor que una teocracia islámica; que una constitución liberal es mejor que la «sharia» (ley islámica); que la sociedad libre es mejor que la «umma» (comunidad de creyentes musulmanes) y que una sentencia de un tribunal independiente es mejor que una «fatwa» (edicto religioso)».

Frente a la amenaza del terrorismo islámico, Aznar criticó la actitud de retirada de los actuales líderes políticos europeos que temen que reafirmar la propia identidad se pueda interpretar como una muestra de arrogancia o prepotencia. Y lamentó que apelen «al lenguaje políticamente correcto para describir las cosas con palabras educadas cuando en realidad se utiliza para esconder lo que resulta desagradable». En esta línea, insistió en que «no no se puede considerar imperialismo desear que la igualdad entre hombre y mujer sea una realidad en Londres o Nueva York, pero también en Kabul, Bagdad o Teherán».

Para Aznar, el relativismo moral es el que ha llevado también a España a «la proliferación absurda de derechos de diseño», como la equiparación del matrimonio a las uniones homosexuales. «No hace falta ser cristiano para defender la familia y el matrimonio entendido como la unión entre un hombre y una mujer. Esta institución, que sustenta nuestra sociedad, forma parte de la tradición occidental», aseveró Aznar, quien consideró que «debilitar la familia es debilitar el nervio moral de la sociedad» y «la transmisión de los valores tradicionales».

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