6/22/2008

La España generosa y la Europa incauta

Por Pablo Alfonso
Diario Las Américas

La Unión Europea (UE) dice que quiere ayudar a los cubanos a encontrar el camino de la democracia. Para eso acaba de cancelar las medidas diplomáticas que adoptó contra la dictadura castrista en el 2003, a raíz de la Primavera Negra, por la represión a los opositores y la violación de los derechos humanos. Lo hicieron, por unanimidad, los cancilleres de sus 27 países miembros. En realidad esas medidas ya estaban suspendidas, a petición de España, desde el 2005; pero ahora están canceladas. Lo que no ha sido cancelado ni suspendido, todavía, es la represión que la dictadura castrista ejerce contra los cubanos.

Los ministros de Exteriores actúan en un nombre de sus gobiernos, electos por la voluntad de respectivos ciudadanos. Uno podría pensar entonces en la generosidad de los ciudadanos europeos comunitarios tan interesados en ayudar a los cubanos a encontrar el camino de la democracia. Así, sin más, sólo por pura solidaridad humana. ¡Que gesto hermoso!

Imagino a cualquier Vanderlam --para citar apellidos familiares-- de la Holanda profunda, preocupado porque el guajiro cubano, Santiago Pérez, no puede vender libremente sus cosechas en Manzanillo. Lo mismo podríamos pensar de cualquier Heinz alemán; Silvestrini italiano o LeClerq francés, ansiosos todos porque los Pérez, González y Fernández de la isla, disfruten cuanto antes de las bondades de la democracia ciudadana. Hasta los O’Connor de la Irlanda de nuestros días, renuentes a acatar el actual proyecto de institucionalidad comunitaria, seguro que están dejando a un lado sus angustias por el Tratado de Lisboa, para dedicarle tiempo al cubano Martínez, quien tiene prohibido conectarse libremente a Internet.

Ni que decir de los ciudadanos de nuestros antiguos “países hermanos” que un día formaron filas en el bloque socialista de Europa Oriental, bajo la tutela de la Unión Soviética.

Es imposible dejar de pensar entonces en la importancia tremenda que Cuba parece tener para la Unión Europea; o si lo prefiere al revés, en el altruismo político de la UE que, agobiada por los altos precios del combustible y los alimentos, la emigración ilegal que los invade y sus contradicciones institucionales internas, encuentra tiempo para recomponer un diálogo político con la dictadura castrista, con el manifiesto interés –asegura-, de abrir espacios a la democracia en la isla. No es acaso un hermoso gesto de solidaridad?

Yo, por mi parte, prefiero concentrar mi atención en otra dirección. En el papel que la Madre Patria juega en el asunto. En la ex Metrópoli colonial, como gusta de referirse a España la prensa oficial cubana, cuando la ocasión le conviene. Para ser justos, no se trata de España, sino de su actual gobierno y del partido que lo avala: El Partido Socialista Obrero Español. El crédito, en ese sentido, hay que asignarlo en particular a su ministro de Exteriores, Miguel Angel Moratinos.

Claro que, entonces, ya la generosidad de la UE y de la España socialista, comienza a perder el brillo de la solidaridad humana y el puro altruismo político con que se presenta. Se vislumbran, bajo la punta de ese iceberg, los intereses económicos de siempre. Los intereses económicos de los empresarios españoles instalados en la antigua colonia, que disfrutan las ventajas que les otorga una dictadura, cuyos dirigentes principales, son los hijos de un emigrante de la metrópoli colonial, que luchó en su momento contra la independentistas cubanos.

Percibido así la decisión de la UE es cuestión de intereses, tan comunes a la España socialista como a la política exterior de cualquier país o región. Es cuestión de intereses; no de amistad, ni de solidaridad, ni mucho menos de ideología. Y en nombre de esos intereses actúan los gobiernos, de la misma forma que lo hacen en la vida cotidiana, quienes no tienen como faro de su actuar los principios morales que sostienen a la dignidad humana. or eso creo que no vale la pena entrar a analizar ni el texto, ni el lenguaje, ni siquiera el contexto de esa declaración firmada por los 27, cancelando formalmente un grupo de medidas diplomáticas sin consecuencias, que de hecho ya estaban suspendidas hace dos años.

No creo que el canciller Moratinos sea de verdad tan tonto como para pensar que el nuevo gobierno de Raúl Castro está adoptando cambios significativos ni mucho menos. No se lo cree Moratinos, ni se lo cree nadie en el seno de la Unión Europea. No imagino que los ciudadanos europeos comunitarios, puedan catalogar como “cambios significativos” de la dictadura; la venta de ollas arroceras, equipos electrodomésticos, teléfonos celulares, y la deportación de tres o cuatro presos políticos…

Me resisto a pensar que los socialistas españoles que lucharon para derrocar la dictadura de Francisco Franco y juntaron fuerzas para la transición democrática de España, consideren ahora como “democratizadoras”, las medidas adoptadas por el sucesor Raúl Castro. Sería una vergüenza imperdonable! Es como si la oposición antifranquista hubiera visto una “apertura democrática”, en la subida de algunas pulgadas de falda femenina, que permitiera a las españolas de entonces mostrar un poco más de sus piernas.

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