4/06/2008

Inadecuadas actitudes de Putin y Zapatero... por motivos diferentes

El señor Putin no debería prestar tanta atención ni preocuparle tanto la incorporación a la OTAN de países que han demostrado sobradamente sus esfuerzos camino de un sistema democrático. Y respecto a Zapatero, resulta absurdo, inútil y, hasta cierto punto, peligroso, ponerse en contra de la mayor potencia mundial. El lugar de España está al lado de los aliados y no de compañeros de dudosa procedencia como Cuba, Venezuela, Bolivia, Marruecos e incluso Irán
La siesta española en horas de trabajo, tradición recuperada por los socialistas
La siesta española en horas de trabajo, tradición recuperada por los socialistas

Por Diario de América

Tras una histórica reunión del presidente saliente ruso con los 26 jefes de Gobierno y Estado de la OTAN, Vladimir Putin, insistió en rueda de prensa en que su país percibe como “una amenaza” la posibilidad de que la OTAN se amplíe hasta sus fronteras, en alusión a Ucrania y Georgia. Respondía así a las declaraciones de George W. Bush en las que insistía que la “Guerra Fría se ha terminado”.

Hace unos días hablábamos en este Editorial de ello y es cierto que de la cumbre de la OTAN se pueden desprender muchas lecturas.
El señor Putin, que tiene las horas contadas como presidente de Rusia –aunque mucho nos tememos que su sombra caerá durante muchos años sobre el/los futuro/os presidente/s- no debería prestar tanta atención ni preocuparle tanto la incorporación a la OTAN de países que han demostrado sobradamente sus esfuerzos camino de un sistema democrático. En cambio, debería prestar más atención a esas naciones de dudoso carácter democrático, en muchos casos totalitarias, en muchos otros encubridoras de organizaciones terroristas y que, sin embargo, cuentan con su benevolencia o indiferencia.

Comentábamos hace unos días que Bush tomó la iniciativa a la hora de plantear una serie de problemas a los que la OTAN ha de hacer frente: el ingreso de Georgia y Ucrania, la creación del escudo antimisiles en Europa Central y un mayor esfuerzo para vencer en Afganistán a los terroristas, etc. Asímismo concluíamos el Editorial con el deseo de que Bush contagiara a los distintos mandatarios de la necesidad de hacer de la OTAN un instrumento fuerte ante los designios y avatares que las relaciones internacionales en el mundo plantean hoy mismo.

Uno de los mandatarios que, por lo visto, parece no enterarse es el presidente del Gobierno de España, José Luís Rodríguez Zapatero. Muy socialista él.
Y aprovechando que hablamos de la OTAN, no estaría mal que Zapatero se pusiera las siguientes metas: uno, recuperar posiciones en la Unión Europea y convertirse en un país fuerte de cara a las decisiones que allí se tomen. Dos, recuperar influencia en el ámbito del Mediterráneo. Tres, España debe volcarse hacia Latinoamérica y volver a ser un país de referencia en esa región. Cuatro, han de normalizarse las relaciones con los EE UU.

Mal que le pese a Zapatero, resulta absurdo, inútil y, hasta cierto punto, peligroso, ponerse en contra de la mayor potencia mundial. El lugar de España está al lado de los aliados y no de compañeros de dudosa procedencia como Cuba, Venezuela, Bolivia, Marruecos e incluso Irán. Queda dicho.

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