LA HABANA (AFP) — Cuba arrancó este lunes una semana crucial que definirá el retiro o reelección presidencial de Fidel Castro, marcada por la visita del número dos del Vaticano y la creciente inquietud de la población por reformas que debe adoptar el Parlamento que se instalará el domingo.
En el marco de una histórica sesión de la nueva Asamblea Nacional (Parlamento), el líder de 81 años aclarará su futuro político, tras convalecer desde hace casi 19 meses de una severa enfermedad que lo llevó a delegar provisionalmente sus cargos en su hermano Raúl.
Fidel debe decidir si cede definitivamente el mando a Raúl o acepta un nuevo mandato de cinco años a la cabeza del Consejo de Estado (Ejecutivo), cuyos 31 miembros serán escogidos el domingo de entre los 614 diputados -incluidos los hermanos Castro- electos el 20 de enero en comicios.
"¿El 24 qué es lo que hay?. A mí la política no me interesa, lo que quiero es que haya más soltura (apertura), que no haya tanta escasez y que acaben de llegar las medidas que anunció Raúl", dijo a la AFP René, de 59 años, que tiene en el barrio habanero Vedado un tallercito de reparación de zapatos, por el que paga licencia al Estado.
Aunque en la calle no se habla de otra cosa que de las medidas por venir, las conjeturas van y vienen entre analistas, diplomáticos, académicos y observadores sobre si Fidel volverá o no a funciones plenas, asumirá un cargo honorífico de "guía" y "guardián" de la revolución, o si, hasta el último de sus días, seguirá el país bajo el interinato.
"Será un reacomodo de piezas en el mismo tablero de ajedrez", dijo un observador cubano; en tanto que un diplomático occidental opinó que "sea como sea, Fidel seguirá influyendo en las decisiones del país, lo que podría retrasar los cambios".
Fidel, que desde hace un año se dedica a escribir artículos de prensa, ha dado señales cruzadas y el sábado aumentó la expectativa al anunciar: "en la próxima reflexión abordaré un tema de interés para muchos compatriotas".
En mensajes que escribió en diciembre, Fidel afirmó que no se aferra al poder ni obstruye el paso de nuevas generaciones, y expresó su apoyo a Raúl, quien desató la ansiedad en la población al anunciar "cambios" para enfrentar los graves problemas del país, y criticar el "exceso de prohibiciones".
Será el panorama que encontrará el secretario de Estado del Vaticano, cardenal Tarcisio Bertone, a su arribo el miércoles a Cuba para conmemorar los diez años de la histórica visita del Papa Juan Pablo II, que marcó una etapa de distensión en las ondulantes relaciones entre la Iglesia y el Gobierno comunista.
Bertone, quien oficiará misas en La Habana, Santa Clara, Guantánamo y Santiago de Cuba, sostendrá con Raúl Castro y otros altos dirigentes un diálogo abierto, incluso de temas "en que pueda no haber coincidencias", sin que estén previstas concesiones, dijo el jueves el canciller Felipe Pérez Roque.
En vísperas de la visita, el Gobierno decidió liberar a siete presos políticos -cuatro viajaron el domingo a Madrid-, en un gesto a España, con cuyas autoridades los cubanos dialogaron la semana pasada sobre derechos humanos y les confirmaron la firma en marzo de dos pactos de libertades políticas, económicas y civiles.
"Así como lo tuvo con España, quizás el Gobierno tenga un gesto con Bertone en cuanto a liberación de presos. Pero en materia de derechos humanos está todo por hacer, porque la situación sigue siendo mala", comentó a la AFP el disidente Elizardo Sánchez, cuando aún se desconoce quienes son los otros tres presos liberados y cuando se cumplirá el anuncio.
La Iglesia cubana aprovechará el viaje de Bertone para plantear reivindicaciones como acceso a los medios de comunicación y a la educación, más templos, y permiso de ingreso a mayor número de religiosos y a oficiar misas en las cárceles.
Una eventual visita de Bertone al sitio secreto donde convalece Fidel Castro no fue descartada por las autoridades, toda vez que han tenido encuentros anteriores a la enfermedad.
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