Amarilis C. Rey, Cuba-Verdad
LA HABANA, Cuba, febrero (www.cubanet.org) – Hace unos días finalizaron en Cuba las “elecciones”. Para Emérito Hernández y otros que no votaron, pudiera tratarse del inicio de un gran calvario.
“Yo no voy a votar porque no me gusta. Tampoco me gusta el gobierno que tenemos. Creo que ninguna de las personas que serán elegidas podrán resolver nuestros problemas” –expresó Hernández, de 32 años, a representantes del gobierno local que lo visitaron el día de los comicios.
El lunes 21 de enero, en horas de la mañana, el joven, residente en San José de las Lajas, provincia La Habana, fue arrestado en su domicilio y conducido a la estación de policía de la localidad. Allí le quitaron los cordones de los zapatos y el cinturón, y lo encerraron en un calabozo sin comunicarle el motivo del arresto.
“Pasaron unas horas, pues cuando el policía me sacó y le pregunté qué pasaba, me respondió que él tenía prohibido hablar conmigo. Me llevaron a una oficina donde me esperaba el oficial Alayo, de la Seguridad del Estado” –enfatizó Emérito.
“Este oficial, que vestía de civil, estaba bastante alterado. Me dijo que yo lo tenía cansado, que el viaje anterior no había votado, y que ahora tampoco. ¿Qué te crees? –gritaba-. Eres un gusano, un contrarrevolucionario, y firma aquí”.
Aseguró Emérito que el oficial tiró sobre la mesa un documento y un bolígrafo, repitiéndole una y otra vez que firmara, pero ante su negativa lo amenazó con desaparecerlo del mapa.
“Me metieron otra vez en el calabozo y pasé allí muchas horas de incertidumbre. En todo ese tiempo no me dio ni agua ni comida. Avanzada la noche fui nuevamente llevado ante el oficial. Estaba tan alterado que pensé que me iba a golpear. Ante la crisis de insulto que tuvo debido a mi negativa de firmar el papel, intervino otro oficial, vestido de completo uniforme quien, después de un aparte con su compañero, me indicó que me fuera de la estación. ¿Y mi carné de identidad? –pregunté. Vete, deja eso –me respondió el otro oficial dándome la espalda”.
Al abandonar la estación de policía la calle estaba desierta. Caminaba aturdido cuando una moto Susuki, de las que suele usar la policía y la Seguridad del Estado, se detuvo junto él. Se bajaron el chofer y el acompañante.
“Sin mediar palabras me dieron golpes con los puños por todo el cuerpo. Traté de esquivarlos y hasta de defenderme, pero no podía y caí al piso donde continuó la agresión. El conductor de una bicicleta que pasaba gritó: ¡déjenlo que lo van a matar! Por eso creo que me soltaron y se fueron”.
Días después de los sucesos el joven conserva las marcas de los golpes y continúa sin su carné de identidad. “Yo creí –dice- lo que decían por los noticieros de radio y televisión, que el voto no era obligatorio. Por lo tanto, tengo el derecho de no votar”.
Hernández ha sido detenido varias veces por manifestar su pensamiento libre. Durante una de esas detenciones un policía le arrancó de la muñeca una pulsera de goma con la palabra Cambio.
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