1/07/2008

2008: tensiones, incógnitas y perspectivas

Jorge Olivera Castillo, Sindical Press

LA HABANA, enero (www.cubanet.org) - Es prematuro predecir el derrotero de lo que se llamó revolución socialista y resultó ser el germen de un régimen de fuerza que todavía persiste en contra de vaticinios, y toda una serie de análisis en torno a la imposibilidad de conservarse inmune a influencias y presiones durante un lapso tan largo.

Cuba sigue igual. Hay pinceladas de posibles cambios, trazos que indican reformulaciones y conceptos ajenos a la ideologización a ultranza que tuvo su génesis a partir de 1968, cuando se dio la orden de estrenar la “ofensiva revolucionaria”.

Bajo estos términos se arrasó con las últimas parcelas de libertad que prevalecían y vino la siembra del terror, la delación, los decretos y poco después una Constitución como salvaguarda legal a un gobierno negado a aceptar las reglas de un estado de derecho.

La dictadura persiste en la isla, marcha al compás de un tiempo que parece acabársele, pero tal vez sea solo una idea forjada con una lógica muy proclive a errar de acuerdo a lo sucedido en los 49 años precedentes.

¿Estaría la nomenclatura acopiando fuerzas para reemprender otro ciclo de poder con ciertas variaciones en las formas e igual contenido? ¿Sería posible, de acuerdo a realidades objetivas y circunstancias que se añaden a subjetividades, todo ello vinculado a la ausencia de un liderazgo carismático y fuerte a la manera de Fidel Castro, reciclar un estilo de mando que evite mayores rupturas y calamidades socio-económicas a un pueblo fatigado, harto de promesas incumplidas y restricciones ridículas?

Más que nunca se precisa de una filosofía basada en lineamientos modernos donde una de las prioridades sea el avance de las fuerzas productivas a través de una legislación que viabilice, regule e incentive el trabajo particular. Ya es hora de decirle adiós a la creación de atmósferas favorables a la confrontación, la intransigencia y a continuar enarbolando una unanimidad afín con la mayor de las tonterías.

Un país mejor es factible desde la perspectiva de un gobierno que comience a romper esquemas arcaicos, que junto a los aciertos exhiba los errores, que abra el diapasón de oportunidades hoy cerradas por alucinantes decisiones.

Hoy se habla de los problemas, se tocan asuntos antes vetados por medidas escritas sobre el papel y otras diligentemente lanzadas al aire por algún cacique con potestades extraordinarias.

Aunque Raúl Castro ha abogado más de una vez por el debate y la crítica, tales posibilidades no cuentan con respaldo legal para los ciudadanos que quieran exponer sus inquietudes o confrontarlas en un ambiente de tolerancia y comprensión. ¿Por qué no pensar en un marco donde el derecho a la libertad de expresión se consagre como un elemento al servicio de todos los cubanos independientemente de sus preferencias políticas? ¿Y los más de 60 presos de conciencia que purgan largas condenas de cárcel por sus valoraciones contrarias al último reducto totalitario del hemisferio occidental?

Son obvias las contradicciones, pero quizás sean las primeras etapas que intervienen en la disolución o rebaja del hermetismo. ¿Tácticas para sobrevivir? ¿Estrategias para un continuismo a corto plazo? ¿Primeros pasos a una transición a la democracia? Es difícil conocer lo que se mueve detrás de cada exhortación contraria a los postulados que rigieron la vida en la isla durante casi 5 decenios.

“Eso es pura retórica”. “Nada va a cambiar, aquí lo mejor es irse aunque sea para Haití”. “Raúl Castro es un zorro, es peor que Fidel”. “Dentro de poco Fidel va a cumplir dos años sin gobernar y la vida sigue igual, no hay mejoría”. En esas coordenadas se mueven las opiniones del pueblo. Evidentemente las esperanzas, si las hay, son modestas. Muchos cubanos se han creído el cuento de la eternidad. Insisten en que el totalitarismo seguirá imponiéndose a pesar de la grave convalecencia de su líder y posible muerte.

La indiferencia y el escapismo dominan el ambiente popular. Son las defensas contra un régimen que marca la existencia de 3 generaciones.

Definitivamente el cambio saltará las barreras de contención que quieran interponer sus enemigos. Lo que sí no puedo adivinar es si en Cuba habrá un Deng Xiaoping, un Mijaíl Gorbachov o un Václac Hável. 2008 podría ser el año exacto para esclarecer el rumbo de la fallida revolución socialista. Sólo basta desear que sea una transformación gradual y pacífica. A los visibles y ocultos actores de lo que nada ni nadie podrá detener les digo: manos a la obra.

No hay comentarios:

Links







Abrir en una nueva ventana

.

.

FIRMA