Tania Díaz Castro
LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) - Como estamos en tiempos de reflexión, reflexionemos sobre un aspecto de la cultura que atañe a todo aquel que en Cuba aspira a escribir, pintar o incursionar en cualquiera otra manifestación artística: la libertad de criterios.
La nomenclatura castrista dice, por ejemplo, que los Estados Unidos quiere lograr un enajenador modelo colonizador disfrazado de cultura global, convertirnos en un rebaño planetario dócil. Imagine el lector decir esto en un país donde aquellas Palabras a los intelectuales, pronunciadas el 30 de junio de 1961 por Fidel Castro y llamadas por la prensa oficialista proféticas, continúan vigentes e inmóviles a lo largo de casi medio siglo.Desde entonces, nada ha cambiado en la Isla.
En aquella sala de la Biblioteca Nacional, donde un grupo de intelectuales debatían sobre la libertad para la creación artística, llegó el Comandante con su imponente figura y mandó a parar. Dijo, tajantemente que dentro de la Revolución, todo; fuera de la Revolución, nada. El resultado fue la realidad que vivimos.
No hemos podido transitar unidos. Los dóciles que aún aceptan su dogma vitalicio están obligados a no unirse a quienes se han colocado fuera de la dictadura castrista. Se han resucitado muertos, es cierto, los que fueron silenciados durante largos años porque no fueron dóciles -José Lezama Lima, Virgilio Piñera, y muchos otros-.
Hoy muertos, gozan de ver sus libros impresos desde el cielo. Los vivos, como Carilda Oliver Labra, Miguel Barnet, César López, Antón Arrufat, Pablo Armando Fernández y muchos otros, por haberse convertido en dóciles, también disfrutan de sus libros publicados.
Aquellas Palabras a los intelectuales no fueron proféticas. La historia las considerará vergonzosas para los intelectuales que olvidaron ser críticos e indóciles hasta convertirse en el rebaño de una dictadura que al cabo de medio siglo de fracasos no ha logrado brindar al pueblo una vida mejor en el orden material y espiritual; mucho menos la satisfacción de sus necesidades materiales más perentorias.
Los años que siguieron a Palabras a los intelectuales no sólo trajeron consigo rotundos fracasos, sino una emigración nunca vista en la Isla, incluyendo destacados intelectuales que decidieron apartarse del rebaño en busca de libertad.
Los dirigentes de la Cultura están inmersos en buscar la manera de cómo legar a las futuras generaciones nuestra herencia cultural, a pesar de que Palabras a los intelectuales, documento que fija los lineamientos para la política cultural del país, no acepta una armonía entre todos, una diversidad cultural entre los dóciles y los indóciles, estos últimos llamados traidores, mercenarios, etc.
Las estrategias depredadoras del socialismo cubano, fieles a Palabras a los intelectuales, jamás permitirán un acercamiento verdadero entre los intelectuales del país, no sólo los separados por un gran espacio de aguas internacionales, sino los que andamos por nuestras propias calles.
El intelectual Abel Prieto, el mismo que en 1990 criticó públicamente los males y errores de una política intransigente durante tres décadas, consecuencia de Palabras a los intelectuales, es hoy quien dirige la política cultural de los cubanos.
Olvidó las palabras de nuestro Apóstol: El animal anda en manada. El hombre, con su pensamiento libre.
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