11/06/2007

Iniciativas ciudadanas


Juan González Febles




Llega el momento en que la ciudadanía cubana necesita que su oposición haga cosas prácticas y efectivas. Estas tienen que ser de muy fácil comprensión. Como dice el viejo adagio: Sencillas como la verdad.


En estos momentos circula por el país una iniciativa legislativa dirigida a sustituir a Fidel Castro. Aunque la misma es justa de forma incuestionable, adolece de un aspecto negativo. Se trata de algo que el cubano de a pie siente muy distanciado de sus aspiraciones y necesidades del momento.


A fin de cuentas ¿qué más da un hermano por otro, si todo permanece igual?Se trata de un caramelo para la minoría raulista y no se disponen de golosinas para satisfacer todos los gustos.


Otro gallo cantaría ante una iniciativa ciudadana contra el bloqueo del gobierno castrista contra el pueblo de Cuba. Versiones corregidas y actualizadas del Proyecto Varela, pero que afecten aspectos de la vida del país, vitales para el hombre de a pie.


¿Cuántas firmas podrían colectarse para una petición ciudadana que derogue la Ley General de la Vivienda? Esta es la ley que desmiente al canciller Pérez Roque. Lo hace cuando este afirmó sin pudor que es falso que el cubano se encuentre privado del derecho a residir donde desee y cambiar de domicilio cuando le venga en ganas.También es la ley que priva al ciudadano de su derecho a la propiedad personal.


Si para el Proyecto Varela, se colectaron 11mil 20 firmas, para esta iniciativa se colectarían millones.Otras iniciativas podrían atacar a las taras que atan a las fuerzas productivas y privan de libertad económica a la ciudadanía. Más allá de esto, la promoción de tales iniciativas crearía el vínculo real entre el pueblo y sus defensores tradicionales.


Para la mayoría de la población, estos defensores son de forma indefectible, “la gente de los Derechos Humanos”.Aunque justas, las iniciativas enmarcadas en el “yo no coopero” pecan de muy agresivas en la idea popular. No han conseguido “pegar” de forma efectiva en el imaginario popular. Hacer política es hacer cosas prácticas, sencillas e incontestables.


Como afirmó el poeta norteamericano Walt Whitman, llamado el cantor de la democracia, “Solo lo que nadie puede negar existe”.Hagamos la vida de la élite gobernante difícil, con iniciativas que desmonten sus amarres totalitarios de forma práctica.


Otra petición podría abarcar el fin de los bufetes colectivos y la limitación de los poderes del Ministerio del Interior. Esto garantiza a la población abogados que hagan su trabajo.


Pero de seguro, lo ideal es comenzar por lo más sencillo: quitémosles sus zonas congeladas y sus privilegios más escandalosos o simplemente, obliguémosles a usar la fuerza para defenderlos.No resulta lo mismo defender y reprimir en nombre de principios abstractos que hacerlo para defender privilegios y prerrogativas que son ofensivos para la mayoría.


La oposición interna y la sociedad civil han ganado un espacio en el corazón y la mente de los cubanos, se trata de ampliarlo. Sólo es cuestión de hacer evidente el abismo entre las aspiraciones populares y las posiciones retardatarias de los gobernantes.


Pidamos el fin de los privilegios de los extranjeros y de los altos dirigentes. Exijamos el derecho a comprar automóviles y teléfonos celulares. Pidamos a través de iniciativas ciudadanas acceso a Internet y a la televisión por cable, sin fronteras y exclusiones.


Esto puede ser muy efectivo porque radicaliza. Manos a la obra.


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