10/02/2007

A votar y opinar… con cuidado

Juan González Febles

LA HABANA, Cuba - octubre (www.cubanet.org) - Dos eventos
participativos se unen en el espacio y el tiempo cubanos. Una convocatoria para
asambleas en el gobernante Partido Comunista con el propósito de opinar y
criticar con libertad todos los aspectos de la vida nacional sin
censuras.

La base programática para tales asambleas sería el discurso pronunciado
por Raúl Castro el pasado 26 de julio en Camaguey. Estas asambleas
ahora han sido extendidas a la base, a las llamadas ONGs de base. Le toca
su turno a las organizaciones políticas y de masas.

El otro evento concurrente y de menor importancia, son las elecciones.
Digo de menor importancia porque se trata de un evento completamente
controlado, que excluye el pensamiento disidente o discordante de la
línea oficial.

El tema electoral no es mi fuerte. Nunca he votado en una elección
libre y democrática. Cuando llegó mi edad para votar me encontré como única
opción al Partido Comunista. Mi turno para votar estuvo siempre
vigilado por los llamados Comités de Defensa de la Revolución (CDR) y por la
aprensión de perder la oportunidad de graduarme o el empleo.

El actual sistema electoral cubano es tan complicado que requiere un
trabajo dedicado en todas sus partes para eso. Una trampa compulsiva que
requiere análisis cuidadoso.

Lo que verdaderamente motiva a la gente en la calle son las asambleas
para criticar al gobierno. Está descartado que el objetivo que persigue
el gobierno con estas asambleas, sea conocer qué piensa y quiere el
pueblo.

El Ministerio del Interior dispone de una eficiente dependencia que le
permite conocer la opinión pública sin necesidad de convocar asambleas
de ningún tipo.

Entonces, el objetivo es otro. ¿Cuál?

Para muchos estudiosos del tema se trata de ganar tiempo. A la vez, se
ofrece un ejercicio catártico a la población. Una variante de éxodo
masivo, para relajar tensiones.

Se trata de permitir que la gente diga lo que tiene entre pecho y
espalda, pero con límites. Cuando hay desahogo, las tensiones sociales no
resueltas se relajan. La gente siente el alivio falso de haber expresado
parte de la frustración que les embarga. Se trata del ‘más de lo mismo’
ya conocido. Sólo es cuestión de ganar tiempo. Pero aún así, hay que
criticar ‘con medida’.

Por lo pronto, los temas más recurrentes son en primer orden, el
transporte, el racionamiento y las fuerzas productivas atadas. Siguen, el
apartheid turístico y social, las prohibiciones y limitaciones al derecho
de propiedad personal, las demandas de libertad económica y las
protestas por las desigualdades y por los privilegios que disfrutan la élite
de gobierno y los extranjeros.

Nada de lo anterior constituye un descubrimiento para los promotores de
las asambleas de marras. Ellos saben que el pueblo de Cuba no es,
entre otras cosas, masoquista. De todos modos, no se trata de libertad
absoluta. Criticar sí, pero con mesura. Sin afectar los intereses primados
de la élite. Sin tocar al Comandante reflexionante o al general
ejecutante.

La reaparición del Comandante, satisfactoriamente deteriorado e incapaz
de pronunciar largos discursos (a pesar de las ediciones
traicioneras), augura que saldrá electo en febrero.

Así será, si Dios no se apiada antes. Su reelección anunciada sería una
de las resultantes del eficaz sistema electoral cubano y la infaltable
Seguridad del Estado.

Estamos en presencia de otro pulseo del Departamento Especial (DE) del
Ministerio del Interior con el pueblo de Cuba. Mantener las opiniones
en el marco de lo conveniente al régimen, será otro servicio que la
Seguridad del Estado prestará a la dictadura de la familia Castro.

Inexplicables y coincidentes roturas en los servidores de Internet que
usa la prensa independiente de Cuba, facilitan las cosas para la
dictadura verde olivo. Otra contribución para mantenerlo todo bajo control.

jgonzafeb@yahoo.com

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