Miguel Iturria Savón
LA HABANA, Cuba - octubre (www.cubanet.org) - Mario Vargas Llosa, en un
artículo http://cubanet-d.c.topica.com/maah4DuabBDItaBNWY1b/ sobre
Ernesto Guevara de la Serna, dice: “Un ser que de histórico pasa a ser
mítico no es juzgado con criterios racionales sino mediante actos de fe y
de ilusión. Es el caso de Ché”. Me acojo a la máxima del gran
escritor, pero sé que el comandante guerrillero fue convertido en icono por
intereses políticos. Su santificación aún es financiada por el gobierno
cubano y diseñada por los propagandistas del Partido Comunista que rige
la isla hace medio siglo. Más que un héroe fabricaron un producto de
mercado mediante libros, fotos, coloquios, artículos, filmes y discursos
apologéticos.
Pero la distorsión de la biografía y de los hechos que enrolaron a
Guevara tropieza ahora con un libro incisivo de Marcos Bravo, nombre de
guerra de Pedro Manuel Rodríguez, quien luchó en las filas del Movimiento
26 de julio durante la dictadura de Batista y se opuso después al
régimen comunista instaurado por Fidel Castro. La obra de Bravo es resultado
de una larga investigación, cotejos y reflexiones. Se titula La otra
cara del Che. Ernesto Guevara, un sepulcro blanqueado.
Es un texto polémico y bien escrito de 558 páginas, estructurado en
ocho capítulos y un epílogo, lo cual permite al autor analizar cada una de
las etapas vitales del personaje, sin magnificar su desempeño como
hombre, guerrillero o funcionario político y gubernamental. Fue publicado
por la editorial colombiana Solar y apareció en Bogotá en 2004. En
Cuba ha sido prohibido pues desmonta las verdades encubiertas por los
creadores del mito de Ché, a quien Bravo considera como “el extranjero que
más daño ha causado a la nación cubana después del general español
Valeriano Weyler”.
Al exponer sus datos, el autor sacude la leyenda rosa de Ché y devela
el rostro oculto de un embaucador, al que califica de falso economista,
falso médico y guerrillero mediocre. Hacer un paralelo con Fidel
Castro, no obstante la contradicción psico-social, de “riqueza sin clase en
el cubano y de clase sin riqueza del argentino”, que deriva en ambos en
un conflicto de odio y resentimientos contra todo lo socialmente
establecido.
Guevara, nos apunta Marcos, nunca se gradúa de médico, ya que no existe
una sola entrevista a ninguno de sus compañeros de curso, ni de sus
profesores. Tampoco hay foto alguna, ni el más mínimo testimonio de su
graduación. Y mucho menos el expediente académico de la supuesta
universidad donde debió cursar estudios.
La otra cara del Che, con precioso detallismo y vigor literario,
resalta los aspectos más negativos del biografiado. Entre ellos, el perenne
narcisismo, puesto de relieve en el afán por ser fotografiado y que
lleva al paroxismo en medio del naufragio del Granma. O de sus condiciones
de verdugo desde los primeros momentos de la lucha en la Sierra, al
dispararle en la cabeza al traidor Eutimio Guerra, acción que ejecuta sin
pedírsela nadie y que le aporta una mayor consideración de Castro; a
quien aprendió bien temprano a no contradecir -aunque dijera lo más
disparatado- y dejarlo ganar siempre, en cualquier cosa o competencia.
Guevara, resalta el autor, desconocía la historia de Cuba y el complejo
entramado político y social del país, por lo cual planeó el asalto a
los bancos de Santa Clara antes de tomar la ciudad, en 1958. Adoptó
después medidas que afectaron la industria y la economía insulares. Reitera
el afán del biografiado por criticar y ofender a quienes le rodeaban;
su carácter impenetrable de jefe duro e indiferente, alejado de sus
hombres en los campamentos, en los que aseguraba el mate y llenaba las
despensas. Destaca el por qué nombran a Guevara al frente de la fortaleza
La Cabaña, sede de la mayoría de los fusilamientos.
Aprecia Bravo que, para la realidad cubana, la más desatinada e
irresponsable de las aventuras de Che fue su aceptación de la investidura como
Presidente del Banco Nacional y, después, Ministro de Industria; cargo
del que fue defenestrado por el propio Castro, ante la incompetencia y
fracaso de su política económica, que lo hace caer en desgracia; de
ahí su designación como delegado de Cuba en la ONU para pronunciar un
discurso en la Asamblea General. Acto seguido inicia un extenso recorrido
por la Unión Soviética y por algunos países de África, con el fin de
explorar las posibilidades de acciones revolucionarias.
El autor valora el periplo de Guevara, su discurso en Argel, donde
critica la política de los soviéticos y les exige que paguen el desarrollo
de los países en vía de liberación, lo cual puso en guardia a la
embajada de la URSS en La Habana, ante cuyas amenazas económicas se acentúa
la desgracia del argentino. Valora que al regresar a Cuba no recibe
cargos oficiales, hasta que parte, en el más absoluto misterio, al fracaso
de la imposición insurreccional en África; otro descalabro como la
guerrilla de Masseti, orientada por él en Argentina.
La precipitada salida del Congo lo lleva a Europa, donde es sostenido
por el gobierno cubano. De nuevo, bajo las siete llaves del más
recóndito secreto regresa a Cuba. Se entrena con subordinados escogidos para la
última de sus frustradas aventuras: Bolivia.
La imposición de la guerrilla al país andino desde fuera, sin tener en
cuenta las realidades nacionales y autóctonas trajo confrontaciones y
dificultades que fueron incrementándose gradualmente hasta que Ché se
entrega -para salvar la vida- a los soldados bolivianos que lo seguían,
quienes no vacilan en matarlo días después, lo cual favorece su
conversión en paradigma revolucionario.
El escritor precisa al respecto, que el fusil M-1 con el que Ché se
rinde, no es el suyo, sino el de su compañero, el guerrillero boliviano
Willy, con quien lo cambia para justificar su entrega sin combatir, pues
el usado por él, como el de los demás jefes, era un M-2 en buen
estado. Su pistola de 9 milímetros disponía de todas sus balas al cederla.
La herida en la pierna fue un rasguño a sedal que no le impedía
caminar. Y al instante de entregarse dijo: “No disparen, soy el Che Guevara”.
No peleó hasta la última bala, como les exigió a sus subordinados,
quienes sí cumplieron el encargo y entregaron sus vidas en pos de una
ilusión imposible y extranjerizante.
Al releer este libro que circula a hurtadillas en la Isla, corroboramos
algunas certezas. Quienes crecimos bajo consignas y prometimos ser
como Ché desde el primer grado, ahora disfrutamos una biografía más humana
y veraz sobre el Cid campeador exportado por los pregoneros de nuestro
sistema. La otra cara del Che puede sacudir el hechizo de los
seguidores de ese caballero andante en otras latitudes. Tal vez los argentinos
–partidarios del coronel Juan D. Perón y del comandante Ernesto
Guevara- comiencen a cansarse de tantos héroes y molinos de vientos.
2 comentarios:
EL CHE GUEVARA Y LOS DÓLARES DE BUSH
por Luis Agüero Wagner(escritor paraguayo)
http://judasiscarioteenlaarenapolitica.blogspot.com
“Un guerrillero no muere para que se lo cuelgue en la pared” (Roberto Jacoby)
A cuarenta años de la relampagueante muerte física del mítico guerrillero argentino Ernesto Che Guevara, los falsos izquierdistas con apoyo mediático de la ultraderecha pro-imperialista y exponentes del clientelismo internacional con el cual el complejo IAF-NED-USAID mueve los hilos de las expresiones artísticas, políticas e intelectuales en Paraguay, ultiman el cadalso para su muerte metafísica con su “Semana del Che”. Nada más absurdo que un homenaje de favorecidos por agencias del imperio para quien hace medio siglo identificó al poder norteamericano como el enemigo global número uno de la humanidad, y a quien nada ni nadie irritaba tanto como el mercenario, posesionado como estaba de una causa con tanta potencia como para acabar coronando con un brutal y elocuente epílogo sus propias convicciones.
Nuestros exponentes locales, guevaristas de simulacro, más que el famoso lema marxisto-guerrillero “Patria o muerte ¡Venceremos!”, deberían adoptar el “Patria o muerte ¡Venderemos”, al estilo del sitio web “The Che Store” que acepta tarjetas de crédito VISA y ofrece todos los accesorios de vestuario para “tus necesidades revolucionarias”.
Sabemos que la cultura pop de la que somos consumidores viene arremetiendo contra el mensaje guevariano mucho antes que la marca de vodka Smirnoff, propiedad de una familia rusa zarista que debió huir a Estados Unidos con el advenimiento de la revolución de Octubre, adoptó el famoso retrato de Korda a sugerencia de una agencia de publicidad inglesa. Hoy, evidentemente, el mundo ha sido tan enjuagado por el marketing como para que una familia zarista -o beneficiarios de dólares de George W. Bush como los dirigentes de nuestro PMas-, y el célebre guerrillero comunista, confluyan en un trago aguardentoso a modo de armisticio dialéctico.
La leyenda del Che tiene muchos cultores que la asimilan más para conmover ocasionalmente relaciones interpersonales que para encender la lucha de clases, aunque unos pocos admiradores sinceros como Rodolfo Walsh, hayan tenido la integridad suficiente como para acusar la propia vergüenza de que Guevara haya muerto con tan pocos a su alrededor. Sin lugar a dudas nuestros héroes locales no se hubieran contado entre los leales en Valle Grande ni en La Higuera, incapaces como demostraron ser de la mínima entereza para rechazar los 127.000 dólares que George W. Bush, a través de la IAF, les facilitó para su activismo de “izquierdas”.
De pertenecer a la especie no se salvan los beneficiarios de USAID que militan en el movimiento Tekojoja, los filizzolistas a quienes bajo directivas del norte se les fue la mano con el arte abstracto expresionista en la vía pública durante su administración municipal, o los opinólogos seudo-izquierdistas que desde las páginas de la prensa maccartista cantan loas a los planes energéticos de W. Bush mientras nos presentan un mundo tiranizado sin lugar para el futuro, donde solo puede existir el consumo, aunque la mercancía a vender sea ocasionalmente el mismo CHE.
Es común que se crea que el traidor es indispensable para que se produzca el fracaso del héroe, pero por lo general fracasan las propias carencias, la propia hipocresía, los propios errores.
Ciro Bustos, artista que acompañó como guerrillero al CHE en su aventura boliviana y a quien muchos acusan de ser el gran traidor de la empresa, se ha defendido diciendo que la izquierda a veces confunde los roles con excesiva facilidad y cree aproximarse a la categoría de iglesia (las sectas luguistas lo confirman), instalándose allí con pretensiones hegemónicas, tanto que a veces también necesita del Judas alegórico, de carne y hueso, que justifique sus falencias y fracasos. La situación se complica en nuestro caso, cuando el Judas se hace necesario para alcanzar el éxito.
Adversarios ideológicos rechazan las ideas políticas de Guevara, pero con frecuencia comparten los valores que giran alrededor de su mito: revolución, coraje, solidaridad y sobre todo la coherencia. Me atrevo a decir que los admiradores de esta categoría son mejores que los otros, al reconocer que estar moralmente en lo correcto es, en última instancia, más importante que lograr una victoria. Algunas de las sectas luguistas que hoy se proclaman furiosas guevaristas han demostrado en los hechos estar dispuestas a renegar mil veces de lo moralmente correcto a cambio de alcanzar una victoria electoral que les permita acceder al zoquete.
La artista plástica Liliana Porter, cuyo sello son las ideologías y significados entrecruzados intencionalmente, llamó “Simulacro”a su obra donde un CHE de juguete orbita junto a Mickey y Donald, mientras el rockero argentino Moris lo asocia en una de sus letras con Drácula y King Kong.
Dentro del mismo contexto, la semana del CHE organizada por la izquierda purista del PMas es otro ejemplo de cómo el cinismo y la fortuna de un ícono lo pueden empujar a la ficción, sin lograr resignar su lugar en la verdadera historia.
EN TODAS PARTES SE CUECEN HABAS: CUESTIONARIO PARA LUGUISTAS.
Una prensa maccartista que los paraguayos heredamos de Stroessner pretendió hacernos creer que el obispo “de los pobres” Fernando Lugo era un candidato de la izquierda, como si la Iglesia Católica fuera referente de institución progresista. A ellos les planteamos estas interrogantes:
¿Es izquierdista Ricardo Canese (dirigente luguista) cuando defiende la política de biocombustibles de George W. Bush?
¿Alguno de los dirigentes luguistas protestó alguna vez por las injerencias de James Cason?
¿Recibe dólares de USAID la ONG “Gestión local” de Guillermina Kanonikoff y Raúl Monte Domecq?
¿Estuvo Camilo Soares en noviembre del año 2000 en un congreso financiado por la NED?
¿Fue o no publicitado Lugo por el diario ABC color, propiedad de Aldo Zucolillo, favorecido del agente de la CIA Leonard Sussman cuando era perentorio fabricar bien remunerados disidentes a la dictadura?
¿Firmó Julio Benegas, empleado de Zucolillo, un contrato con Bryan Finnegan ( de la AFL-CIO) el 21 de Setiembre de 2005?
¿Recibió la casa de la Juventud –cuna del PMAS- 127.000 dólares de IAF en el año 2004?
¿Puede ser de izquierda gente financiada por la NED, institución creada como alternativa a la CIA por el imperio?
Puesto que son estos personajes los que comercializan y manipulan al verdadera imagen del Che podemos deducir entonces que los presidentes de Cuba,Venezuela e Iran son financiados por la CIA?
Publicar un comentario