10/17/2007

AUTORIZADOS A NO HABLAR


2007-10-17.
Guillermo Fariñas, Periodista Independiente, Cubanacán Press

17 de octubre de 2007.- Santa Clara, Cuba.– Era cierto que estaban apurados. La preocupación de llegar tarde a la cita, embargaba a aquel dúo de pacíficos opositores al doctor Fidel Castro Ruz.
Era un día cualquiera del caluroso mes de julio del año 2007. Los apresurados, a pesar de ser uno de la raza blanca y el otro de piel negra, poseían una cuestión en común: ambos estaban en la calle, por licencia extra penal. Casi corrieron hacia la céntrica arteria 23 de la siempre aristocrática barriada del Vedado.

A pesar de que el gobierno cubano actual, proclama a toda voz que los disidentes son mercenarios a sueldo de una potencia extranjera, como los Estados Unidos de América, los presurosos no tenían ni cinco yanquis dólares para tomar un taxi por divisa convertible.

Ellos habían concertado una entrevista con el excelentísimo señor embajador de Portugal en Cuba, país que preside la Unión Europea en este semestre.

Los reos, con apariencia libre, querían hacerle llegar su preocupación con respecto a la precaria salud de 32 condenados políticos, quienes sobreviven dentro de las prisiones en la isla, por puro milagro de Dios.

Ya encima de la acera norte de la calle 23, la pareja de pro-demócratas se percató de que tenían dinero para abordar un automóvil de alquiler, de los llamados por el pueblo almendrones.

Estos taxis, son autos fabricados en la década del 50 del pasado Siglo XX, y por la perseverancia e innovación de sus dueños, han logrado llegar rodando a la Centuria XXI.

Por 10 míseros pesos cubanos per cápita, lograrían llegar al colindante municipio capitalino de Playa.

La sede diplomática referida se localizaba en la esquina que conforman las calles 7ma y 24 del mucho más aristócrata barrio de Miramar.

Con suerte, a menos de cinco minutos de espera, uno de los almendrones los llevó. Iban pensando en el insoportable calor del mediodía en como abordarían al jefe de la delegación diplomática de la peninsular nación ibérica, para que se sensibilizara con los sentimientos y pateaduras de su hasta hace poco compañeros en las celdas. Sus mentes y conciencia estaban embotadas, por lo que no se percataron inmediatamente de un debate que ocurría entre los pasajeros del almendrón.

Pero en menos de un minuto los opositores no violentos, oyeron como entre los cuatro viajeros y el chofer que conducía y opinaba a la misma vez, discutían sobre unas palabras del vicepresidente Carlos Lage Dávila, donde expresó en un discurso: “Cuba tiene dos presidentes: uno es Fidel Castro y el otro Hugo Chávez”

Una viejita con algo más de 90 años, nos decía con una voz debilitada pero muy vivaz: “Óiganme bien todos ustedes. Yo pase el machadato en los años 30 y el batistato en los 50, y nunca había visto guataquería como la de los mayimbes cubanos hacía Chávez y su petróleo maldito. De verdad que yo no sé como no les da pena ser tan babosos ante todo un pueblo”.

Por otro lado, un mulato de unos 60 años no se cansaba de repetir: “Esto es una falta de respeto a nosotros los cubanos. ¿Ustedes saben lo que es enviar a todos los médicos con medicamentos para Venezuela, Bolivia y hasta Pakistán, mientras que nosotros aquí no tenemos ni médicos ni enfermeras ni medicamentos y mucho menos aparatos para tomarse la presión arterial?”

“¿Chico que tu me dices de lo que ahora cuestan los pasajes en los modernos y elogiados ómnibus Yutóng? Prácticamente hay que trabajar seis meses para poder comprar un boletín de ida entre Santiago de Cuba y La Habana, donde viven mis hermanos. Todo indica que eres pasajero de una nave espacial por lo caro del boleto”, acotó con fuerza una negra de 40 años de pronunciados labios.

Una muchacha esbelta y rubia, de unos 20 años de edad, dijo: ¿Y ustedes saben lo que es que te digan, en tu propia cara, que la enfermedad del presidente de este país es un secreto de estado?, ¡cómo si una fuera tonta y no se diera cuenta de lo que está pasando! ¡Porque Fidel podrá haber sido muy grande e importante en la historia, pero es un ser humano mortal como cualquiera!

Pasado un rato, la anciana miró con desconfianza a los disidentes –estos asombrados no habían atinado a decir una palabra–, preguntándole: “¿Ustedes por qué no opinan? ¿No tienen ningún problema que criticar o son de la Seguridad del Estado?

“No señora, somos dos ex presos opositores al gobierno”. A lo que la viejita les respondió sonriendo: “Ustedes ya hicieron bastante. Aquí están autorizados a no hablar”.

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