Por Jaime Leygonier/ Hablemos Press.
Ciudad de La Habana.―Anoche tuve dos sueños con mi Iglesia. Cuando duermo sueño mucho y en colores - despierto también - lo cual me atrae el desmentido y la repulsa de los que cuando duermen - y despiertos también - sueñan poco y en película de blanco y negro.
Seria porque antes de dormir leí que el Arzobispado de La Habana anunció a nombre del Gobierno que éste excarcelará a otros cinco presos, leí sobre el retiro retumbante del canciller español Moratinos, cuya política pro-dictadura parece seguir el Vaticano, y porque me dormí orando.
Y aunque alegra por los presos y sus seres queridos, entristece que llamen "liberación" a la conmutación de sus injustas condenas por deportación a España, como hacían con los independentistas en el siglo XIX.
Y me deprime que la Iglesia católica como jugando al "policía bueno" sirva de vocera a la Dictadura y cante el número de la macabra lotería de presos - papel que no la prestigia ni con las victimas ni con el Gobierno - y se enlode a remolque de la política Moratinos-Zapatero de "dejar hacer" y justificar al Régimen.
En mi primer sueño un manatí hembra y su cría recién nacida agonizaban temblorosos bajo la lluvia en el patio de entrada a mi iglesia parroquial. Varias señoras comentaban que nada se podía hacer, una por proteger del frío a la cría la cubrió con unas hojas impresas y otra, distraída, por poco la pisó al pasar.
Dije: "Hay que hacer algo, llamar por teléfono; a alguien le tiene que importar que no mueran animales de una especie en peligro de extinción"; pero no se me ocurría ningún teléfono ni ninguna autoridad a quien le interesara.
En mi segundo sueño estaba en la misa dominical en mi parroquia, que no era tal sino un templo inmenso con varias terrazas, y escaleras de brillante mármol pero truncas por derrumbe.
Los cálices con las formas consagradas no estaban en el sagrario ni en el altar, sino en nichos en la pared opuesta, destapados, y yo, con inquietud, vi o pensé que había caído tierra en ellos y fui a examinarlos.
Reverente, me arrodillé, tomé en mis manos un cáliz tras otro, miré en su interior y los retorné al mismo sitio en los nichos.
Entonces el párroco abandonó el altar con prisa, vino, examinó los cálices, no dijo palabra, regresó a reanudar la misa interrumpida, lo creí disgustado por mi falta de tocar esos vasos y para cuando me requiriera pensé alguna respuesta como:"Lo hice con buena intención, pensé que habían ensuciado la Sangre de Cristo".
Poco después, en medio de la misa y sin aviso ni comentario por parte del párroco oficiante, un grupo de señoras católicas, maduras, en uniforme de milicianas con grandes boinas y otras con uniformes blancos con gorras de plato salieron en cuatro filas y bailaron una coreografía.
Muchos quedamos escandalizados, otros indiferentes, varias señoras censuraban como político ese espectáculo impostado a la misa, busqué respuesta en el rostro del párroco oficiante y presidia con rostro hermético y gigantesco que no expresaba su pensamiento.
Quise retirarme en silencio, bajé por una escalera y la encontré trunca, subí y desperté.
No fueron pesadillas, ni sueños angustiosos, sólo ese tipo de sueños del que se despierta con sensación de tristeza.
"Los sueños, sueños son"; dicen que manejo subconsciente de las preocupaciones de la vida en vigilia.
Despierto, sueño con que mi Iglesia (y las iglesias) no sueñen en blanco y negro con merecer pequeñas gracias del Régimen, como animalitos amaestrados a látigo o dulce, y no vaya del brazo con la política española contra el pueblo cubano, y le sirva de voz a éste y no a la tiranía.
Con que lejos de cerrar los pastores la Iglesia a la locura de Cristo y prostituirla con los príncipes de la tierra, vuele la Iglesia con las alas de la libertad en la Verdad que sabiamente -según la sabiduría del mundo - le amputan para llamar a sus muñones "Evangelización".
Perdonen si no sueño lo práctico, es que el nada práctico Cristo siempre nos pide demasiado - renunciar a todo y seguirlo cargando la cruz - y no creo que soñara una iglesia tan ajena, aunque dijo (S. Lucas 18 -8): "/…Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ?creen ustedes que encontrará Fe sobre la tierra?".
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