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La puesta en libertad de los 52 presos contrarrevolucionarios confirma que La Habana no se mueve un milímetro bajo presión, amenazas, chantajes o campañas mediáticas y sin embargo está siempre dispuesta al diálogo respetuoso y flexible si existe buena voluntad y espíritu constructivo en sus interlocutores, de modo que no lesione la soberanía y la autodeterminación de Cuba.
Washington ha tratado de restar importancia al gesto de Cuba, pero en el Congreso avanza una iniciativa de ley para autorizar a los estadunidenses a viajar a la isla y hacer menos onerosas las condiciones que debe cumplir para comprar alimentos en Estados Unidos, que cuenta con el apoyo de un amplio arco de fuerzas económicas y políticas muy influyentes y podría ser impulsada por las excarcelaciones
Estados Unidos no puede hacerse el desentendido ante la liberación de los presos puesto que el gobierno de ese país tiene toda la responsabilidad política y moral por su encarcelamiento.
Ángel Guerra Cabrera en La Jornada
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