12/20/2009
Cuba cierra la tregua con Obama
Castro acusa a Washington de alentar la subversión para destruir el régimen | El "honesto" presidente del principio es ahora "cínico y recuerda a Bush" | El viraje respecto a "el negrito" coincide con el anuncio de recortes sociales
Fernando García | La Habana. Corresponsal La Vanguardia
Es como todos. Parecía distinto, pero al final nos ha salido tan malo como el peor de los presidentes yanquis. Eso es lo que ahora dicen los hermanos Castro de aquel al que muchos isleños siguen llamando el negrito con aparente cariño y esperanzas más resistentes que las de sus líderes.
Tras un primer año de convivencia en el que los piropos y galanteo iniciales dieron lugar a las dudas crecientes y los reproches cada vez más duros, tanto Fidel como Raúl adoptan ahora la desdeñosa actitud del pretendiente desengañado. Dicen ver claro el "cinismo" y las perversas intenciones imperiales ocultas "tras la sonrisa amable y el rostro afroamericano de Barack Obama", lo que en la compleja y cambiante diplomacia cubana no debe entenderse como una ruptura definitiva pero sí como un retorno al frío bilateral de casi siempre.
El periodo de gracia que La Habana concedió al "inteligente, culto y honesto" Obama de los primeros tiempos puede darse por cerrado, al menos de momento, desde que el líder de la revolución escribió hace dos semanas que al escuchar un reciente discurso del presidente estadounidense en West Point había creído "estar oyendo a Bush". También llamó "cínico" a Obama por aceptar el Nobel de la Paz cuando ya tenía decidido seguir con la "carnicería" en Afganistán.
Ayer, en un discurso ante el Parlamento, Raúl Castro acusó al presidente norteamericano de "alentar la subversión" en la isla y de "no renunciar a destruir la revolución y generar un cambio de nuestro régimen". El presidente cubano también se refirió a la reciente detención en La Habana de un ciudadano de EE.UU. que estaba repartiendo "sofisticados equipos satelitales" a opositores
El gobernante cubano reiteró no obstante su disposición a dialogar con Obama, siempre que éste abandone todo propósito "injerencista" contra la isla.
Analistas y diplomáticos barajan distintos móviles del viraje de los Castro con respecto al presidente de EE.UU. A juicio de muchos, el Obama que en primavera facilitó los viajes y remesas de los cubanoamericanos y ofrece un mayor acercamiento a cambio de más democracia en la isla es para Cuba un presidente difícil al que más vale igualar a los anteriores. Así, en la comodidad del conflicto con el enemigo, se reafirmaría la cohesión del castrismo y se dificultarían nuevas ofensivas de aproximación de Obama. Se trataría de reforzar posiciones mediante la confrontación, incluso con vistas a un diálogo que, a trancas y barrancas, ya se abrió en temas migratorios y para reanudar el servicio postal directo.
El enfrentamiento con Obama también desviaría en parte los focos que apuntan hacia la preocupante situación económica de la isla, así como a su reflejo en la calle y en los medios extranjeros.
El Gobierno de Raúl Castro, en el que el ejército tiene un papel preponderante, se cuida de mostrar firmeza cuando se apresta a aplicar nuevas medidas de ahorro, recorte de subsidios y contención de gastos sociales; unas medidas que se confirmaron ayer en el Parlamento y se supone que se combinarán con otras de tipo retributivo, monetario y tal vez con una liberalización de servicio.
Fue significativo que las masivas maniobras militares organizadas hace un mes, primeras desde el 2004, se celebraran bajo la hipótesis de que EE.UU. utilizaría la crisis "para provocar desorden social e ingobernabilidad" como paso previo a un ataque aéreo.
No todo es guerra. Mientras Raúl atacaba a Obama, la banda estadounidense Kool and the Gang se disponía a tocar por vez primera en La Habana en un nuevo paso de lo que, tras el concierto de Juanes y otros, parece un alentador desbloqueo cultural.
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