Por: Martha Beatriz Roque Cabello
Siendo Cuba un país sin transparencia alguna –esto se puede afirmar sin exagerar- la sociedad cubana es su reflejo y se puede calificar de oscura, porque las cosas que suceden en ella, ni siquiera los analistas políticos y sociólogos, dedicados al tema del país, pueden imaginárselas. ¿Cómo es que las personas se ponen de acuerdo para hacer lo mismo, sin tener siquiera un liderazgo?
La oposición interna no es capaz de guiar la sociedad, aunque hay algunos líderes que son bien conocidos entre la población, sobre todo aquellos que el gobierno se ha encargado de mostrar por la televisión, por lo que existe la presencia de lo que se debe hacer para sacar de paso al gobierno, como una intuición en cada ciudadano.
Claro, muchas veces el daño que le puede hacer la sociedad a la dictadura, proviene de las propias medidas de cierre que toma ésta, que en la actualidad apuntan a ser desesperadas. En otros casos es como una respuesta a los malos momentos por los que tiene que pasar el pueblo, dada las escaseces y los sacrificios que cuesta vivir en la Isla.
Recientemente, hubo una mejoría en el transporte urbano e interprovincial, en particular en la capital del país. Se veían circular ómnibus (aquí se le dice guaguas) marcas Yutong, Liaz y Kinlong. Aunque el problema de las calles en mal estado, dificulta mucho el movimiento de los vehículos, se crearon nuevas rutas que transitaban por las mejores avenidas y hasta algunas de ellas se repararon, con el fin de que los vendedores de los ómnibus mantuvieran la garantía. Se capacitaron nuevos choferes y conductores (los que cobran el pasaje) y hubo unos meses de relativa recuperación.
Sin embargo, la situación de la falta de petróleo ha hecho que se vuelva a los malos tiempos. También hay que sumar una cantidad considerable de vehículos parados en las diferentes terminales por rotura de piezas, de las cuales no hay repuesto.
La recaudación de los ómnibus, no estaba siendo lo suficiente, o para decirlo en el lenguaje oficial, lo planificado; se culpó a los conductores que no entregaban todo el dinero que cobraban y la medida no se hizo esperar, comenzaron a instalar en las guaguas alcancías recaudadoras, que sustituían a los trabajadores encargados de hacer esta tarea. Los que quedaron sin empleo, fueron fuente de trabajo (si lo aceptaban) de la construcción, la agricultura y el magisterio, entre otros.
Todo parecía indicar que era la solución para este problema financiero. Pero no fue así, ahora ha surgido otro peor, que reduce aún más las recaudaciones. El fenómeno es calificado por el gobierno como “indisciplina social”.
En las alcancías se echa de todo, piedras, tuercas, chapas, en lugar de los 40 centavos en moneda nacional que cuesta el pasaje, (unos 2,5 centavos de dólar, considerando que en el cambio subterráneo, 5 centavos cuc, equivale a un peso cubano); pero ahora el gobierno se queja de que ni eso. La llamada indisciplina social ha tocado fondo y el régimen -de forma pública- ha manifestado, que no son pocos los que evaden la obligación de pagar en la guagua.
Algunas personas prefieren darle el dinero al chofer, el que siempre asustado, mira a su alrededor por si hay algún inspector o los conocidos “chivatos”, atisbando. Algunos conductores de vehículos tienen delante del timón una cajita y ahí la población deposita sus monedas convertibles, cuando pagan con 5 centavos de cuc, e incluso moneda nacional. No ha faltado quien diga al subir al ómnibus: “prefiero dárselo al chofer que al Comandante”.
Hace referencia la apelación, hecha por el gobierno, a la conciencia del ciudadano, que hay quien se olvida, pero otros se quejan con frases como: “bastante me costó cogerla” o “no tengo menudo”, lo que califica de desidia e indolencia. La exigencia del servicio por parte del pueblo no tiene financiamiento.
Se plantea la posibilidad de otras soluciones, pero en estos momentos no son factibles por la inversión que conllevan, como por ejemplo un boleto prepagado.
Parece que un pensamiento opaco se ha apoderado de los usuarios de los servicios de ómnibus, y aquí no se puede aplicar el conocido dicho de: “una golondrina no hace verano”
Habría que analizar otras situaciones que existen en el país, y que dañan las finanzas gubernamentales, algunas de ellas con la anuencia del propio gobierno, que para sostenerse en el poder, en algunos casos se tiene que hacer el de “la vista gorda”, y otras que deterioran constantemente la economía de supervivencia a la que han obligado a vivir al cubano.
Se podría sacar como conclusión que cualquier gaveta en la que se registre, tiene cucaracha, pero hay que buscar la forma de que no se le pueda echar insecticida, para que sigan procreándose. Hay que ir allí a donde están esos pequeños detalles, para hacer que la población actúe con más eficacia.
Ciudad Habana, 1ro. de junio de 2009
Colaboración de Enrique Artalejo
No hay comentarios:
Publicar un comentario