5/12/2009

¿LA O.E.A. NO TIENE VERGÜENZA?

Por Lázaro Tirador Blanco

Pareciera que en algo Castro tiene razón con respecto a la Organización de Estados Americanos (OEA): que no tiene vergüenza. Ha sido habitual que desde la expulsión de Cuba en 1962 del organismo regional, se escuchara a Castro y sus aliados hablar mal de la OEA y hasta expresar que en nada ayudaría a Cuba su reincorporación y dedicándole sus mejores ofensas. No obstante, en los últimos años se han escuchado diferentes voces pidiendo el regreso del país antillano, expresiones que se han hecho comunes en el bloque bolivariano encabezado por Hugo Chávez.

Como antesala de la pasada V Cumbre de las Américas, se levantó todo un movimiento a favor del regreso de Cuba a la OEA, la que ha llegado a apoyar hasta el actual Secretario General José Miguel Insulza, quien parecía querer crear mejores condiciones entre los países del área como inauguración de la Era Obama hacia América Latina y como una manera de neutralizar a Chávez y sus oficiales en el encuentro hemisférico como bienvenida al nuevo Presidente norteamericano.

Primero Cuba vio con beneplácito el consenso latinoamericano, pero el Emperador en Jefe no podía perder su protagonismo actual y arremetió contra la OEA con toda su lengua pesada. Pese a ello, a cada rato se siguen manifestando declaraciones de apoyo al regreso de Cuba al foro regional. No obstante, Fidel Castro no agradece el apoyo recibido sino que continúa con su lenguaje agresivo, llegando recientemente a acusar de nuevo a la OEA de ser un instrumento de Estados Unidos, reiterando su negativa de un retorno de Cuba al organismo.

Como era de esperar, el retirado líder cubano condenó el informe anual de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), aparecido el 7 de mayo en el que se identificó en Venezuela "un ambiente hostil para el disenso político", obstáculos a la libertad de expresión y hostigamiento a ONGs y, por su parte defiende a ultranza a su socio Chávez, alabando los logros de Venezuela y señalando que "no en balde la OEA trata hipócritamente de presentarlo como un enemigo de la libertad de expresión y la democracia".

Es indudable que las declaraciones del ex presidente de Cuba ante la solidaridad expresada en el continente sobre el regreso de Cuba a la OEA son improcedentes, arrogantes e irrespetuosas, aún para sus mismos aliados que son miembros del organismo regional.

Pero en Castro esto es normal y era de esperar porque, pese a su aislamiento del gobierno en Cuba, él se considera con el derecho de cantar en el gallinero en que se ha convertido América Latina. Lo que es más bochornoso es la actitud que ha adoptado el señor Insulza, Secretario General de la OEA ante las declaraciones de Castro que, pese al consenso de aceptación de Cuba se mantiene acusando al organismo de “instrumento de crímenes”, de “basura pura”, etc. Su más reciente declaración sobre el tema dice que “Cuba respeta los criterios de los gobiernos de los hermanos países de América Latina y el Caribe que piensen de otra forma, pero no desea formar parte de esa institución”. Pese a todo esto, propio señor Insulza, que ya había sugerido la reincorporación de Cuba, acaba de asegurar en una entrevista en el diario español El País que espera que se pueda anular la resolución que en 1962 expulsó a Cuba.

La actitud del régimen de Cuba de despreciar su regreso a la OEA no es casual ni emotiva, es premeditada como parte de una política preparada de antemano para lograr el consenso del regreso de Cuba y después que este país negara su intención de hacerlo, poniendo al organismo en tela de juicio y creando el ambiente necesario para la creación de otro organismo paralelo, bajo el dominio de Chávez, como parte de su proyecto imperial del Nuevo Socialismo del Siglo XXI. Dentro de poco veremos abandonar la OEA a países como Nicaragua, Bolivia, Ecuador, la propia Venezuela y otros que están “en remojo” como El Salvador y Honduras, mientras algunos más están por dar a la luz pública su romance bolivariano.

Al régimen de Cuba no le interesa ni le conviene ser parte de ningún bloque o alianza democrática, donde tenga que compartir conceptos y principios de integración multilateral que a veces soslayan lo político por lo integracionista en beneficio de todos los países. Como tampoco le interesa que se levante el embargo por EE.UU., ni le interesa su retorno a la OEA, ya que ambos son pretextos para seguir utilizándolos como armas ideológicas en su “batalla política contra el imperialismo”, mientras se consolidan sus renovadas alianzas con el naciente imperialismo bolivariano, con la rearmada Rusia y se llevan a cabo pactos secretos con algunos países como Irán, China y Corea del Norte, que van teniendo una presencia cada vez mayor en la región, de manera que serán dentro de muy poco tiempo factores que determinen el futuro de América Latina.

¿Somos tan tontos que no acabamos de descubrir el magistral juego político y estratégico que se hace ante nuestros propios ojos? Hay asuntos en los que más valdría precaver que tener que lamentar y éste es uno de ellos.

Se trata de que Cuba logre su libertad arrebatada hace 50 años. Que los cubanos podamos elegir nuestro sistema político como resultado del ejercicio democrático de nuestros derechos ciudadanos. Que generaciones nacidas en el castrismo se enteren que hay otro mundo, otra manera de ser personas, de ser libres, de elegir. Pero también se trata de preservar lo alcanzado en América Latina, donde hay países que quieren desarrollar sus propios modelos políticos, económicos y sociales en bien de sus pueblos; donde la democracia se ha ido abriendo espacios para la convivencia y la cooperación regional sin bloque políticos, sin presiones, con libertad. Se trata también de nuestra propia existencia, ante amenazas que están latentes, ante nuestros ojos.

Ya la Historia tiene experiencias de lo que acarrea a los pueblos la ceguera de sus líderes, de los políticos, de los descuidados, de los organismos y organizaciones que parecieran clubes sociales, que se mueven no por principios, sino por opiniones y presiones.

La Organización de Estados Americanos no debía seguirle el juego a Cuba, a Chávez y pandilla y darles la oportunidad de seguir debilitándola. También el actual Secretario General debía ponerse bien los pantalones, no sea que al final Castro tuviera la razón en que la OEA no tiene vergüenza. Cuba y todos nuestros pueblos merecen ser cuidados por aquellos que se jactan de ser sus garantes y guardianes.

Abramos nuestros ojos y nuestro entendimiento todos los que queremos lo mejor para nuestros países, para que podamos discernir en estos tiempos peligrosos lo que se nos avecina y actuemos en consecuencia.

2 comentarios:

Esperanza E Serrano dijo...

Lazaro, saludos.
Te conozco desde la Isla.
Me ha gustado mucho tu articulo sobre la OEA.
Te felicito. Me alegro leerte con este tipo de comentario.
Te invito a publicar en mi blog
http://anhelos-y-esperanzas.com.
Por una Cuba Libre,luchemos unidos para acabar con esa macabra dictadura que oprime a nuestro pueblo.
Viva Cuba Libre!
Abajo la dictadura militarista dinastica castrista.!
Esperanza Serrano

Frank Caner dijo...

Hola Esperanza,le pase tu comentario a Lázaro,Hay otros artículos de El publicados aquí donde en su nombre esta el link a su email,búscalos por la etiqueta de su nombre .

Visite tu Blog,muy bueno,gracias por los link,haré lo mismo en este espacio y en Cuba Blog que vi tienes un link aun sin estar en El,incluiré tus feed también ahí.

Saludos

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