En unos días se celebrará la 5ta. Cumbre de las Américas en pleno Caribe, en Trinidad y Tobago. Este evento reunirá unos de 33 líderes hemisféricos y constituirá el primer encuentro del Presidente Barack Obama con los principales gobernantes de América Latina y el Caribe juntos.
Todos esperan que Obama presente oficialmente su nueva política para nuestra región, para poder evaluar cuánto se aleja de la de su predecesor George W. Bush.
La esperada reunión, en la que tendrá el principal protagonismo el nuevo Presidente estadounidense, tiene también como expectativa la mención de los cambios hacia Cuba, que durante su campaña prometió el mandatario. Llama la atención que, pese a las recientes medidas aprobadas por el Congreso sobre la frecuencia, tiempo de estancia y monto de dinero a gastar por los cubanoamericanos en sus visitas a Cuba, así como el alivio en algunas restricciones en el insipiente intercambio comercial autorizado, la actitud del régimen cubano ha sido, como siempre prepotente y airada, sobre todo en las reflexiones del aún omnipresente Fidel Castro, quien luego de haber elogiado a Obama durante la etapa final de su campaña y en su triunfo, ha desatado un grupo de nuevos “elogios” en su contra y sobre el tema de Cuba ha dicho de él: La política del presidente estadounidense, Barack Obama, en relación con Cuba, "más temprano que tarde va perdiendo su virginidad".
No caben dudas de que esto pasa porque en la realidad, escamoteada por la desinformación en que están viviendo los cubanos, el tema del bloqueo ha sido uno de los mejores aliados del régimen comunista para mantener al pueblo bajo un control total. Este ha sido el pretexto ideal para mantener el fantasma del imperialismo feroz y brutal contra Cuba. ¿No llama la atención que en la propia Cuba no se haya levantado una fuerte campaña para estimular y motivar el cese del embargo o bloqueo por el actual gobierno norteamericano teniendo en cuentas las promesas de Obama?
Ahora bien, cuando analizamos el apoyo mundial que se ha brindado a Cuba para que termine el embargo, el levantamiento de las sanciones pareciera que beneficiaría a los cubanos, porque en la realidad autorizar los viajes libres y de turismo a los norteamericanos sin restricciones, representaría aportar millones de dólares de ingresos a Cuba que irían directamente a las arcas de los magnates del castrismo y que en muy poco beneficiarían al pueblo oprimido, que seguiría padeciendo penurias. Así que el levantamiento del embargo no aportaría cambios profundos y reales en el sistema; al no existir la empresa privada ni el libre comercio, ni mecanismos democráticos de participación y fiscalización ciudadanos, los ingresos quedarían como siempre en las estructuras del gobierno, donde se malversaría una buena parte, como ha sido en estos 50 años de régimen.
¿Realmente cambiaría algo para el pueblo? Tampoco habría negocios, ni permisos para viajar, ni libertad de expresión o acceso a la información y sus medios, ni pluralidad política, ni libertad para los disidentes presos por plantear sus ideas diferentes a las del régimen o por protestar contra los abusos y vejaciones que sufren los cubanos cada día, cada hora y cada segundo.
El que tenga un poco de cerebro para pensar, considere estos elementos: durante la Era Soviética en que Cuba fue el principal aliado del comunismo en la región y un gendarme militar para asesorar, armar y organizar las guerrillas en América Latina y dirigir los movimientos armados en África con la participación directa de tropas y mandos cubanas, la entonces Unión Soviética subvencionaba al régimen cubano con al menos 7 mil millones de dólares anuales; ¿significó esto alguna mejoría sensible para la vida del pueblo cubano?, el que quiera que lo averigüe y verá que muy poco. No valdría la pena mencionar el famoso “Período Especial en tiempo de Paz”, en que los niveles de miseria y padecimientos fueron increíbles.
Cuando Chávez asumió la manutención de sus patrocinadores y entrenadores políticos, los ingresos de los petrodólares venezolanos al régimen volvieron a airear la desbastada economía cubana con alrededor de 8 mil millones de dólares anuales y esto tampoco ha significado alivio económico alguno para las familias cubanas, salvo algunos televisores, cocinas, ollas de presión y refrigeradoras, repartidas bajo un riguroso control gubernamental.
En ninguno de los dos grandes momentos de bonanza económica que ha tenido Cuba, el régimen ha permitido ningún tipo de expresión o ejercicio de libertades elementales. No se ha permitido pensar diferente, ejercer los derechos ciudadanos de libre pensamiento y libre reunión, de ejercer la oposición política pacífica, de tener acceso a la información y los medios de comunicación, de ejercer la libre empresa, de viajar fuera del país, etc., etc.
En ninguno de los ejemplos, el bloqueo norteamericano impidió que los recursos económicos y financieros llegaran a Cuba, aunque de cuando en cuando le echaban la culpa de las consecuencias de los despilfarros del régimen y la imprevisión de fortalecer la agricultura, la industria y los servicios, algo reconocido por el propio Fidel en muchas ocasiones y que ha provocado constantes cambios de ministros, líderes del Partido Comunista, directores, ejecutivos y demás.
Pero ahora resulta que el régimen, maquillado con una palabrería renovadora e insinuaciones de cambios que nunca llegan y con la coyuntura histórica de la entrada al gobierno de EE.UU. de un hombre que podría catalogarse como social demócrata, con una visión diferente ante la realidad mundial, está a las puertas de lograr el fin del bloqueo sin que se produzca presión alguna para que al menos los cambios más elementales se realicen en Cuba como condición previa.
Sé que muchos dirán que, ¿cómo es posible que un cubano que ha sufrido los 50 años de opresión y necesidades en Cuba pueda estar en contra del levantamiento del bloqueo? Pues es sencillo y cualquier análisis sensato me daría la razón: se aliviarán las tensiones del régimen, se llenarán sus arcas, se armará una gran propaganda sobre la victoria del pueblo contra el imperio, sobre la resistencia de la Revolución heroica y para los once millones de cubanos serán las mismas penurias, las mismas restricciones, las mismas promesas de cambios etéreos y la posibilidad de más de los mismo durante otros 50 años, como ya he dicho en otras ocasiones. ¡Y de libertades, nada!
Alguien ha dicho que si EE.UU. levanta el embargo a Cuba, los cubanos se librarán un poco de la influencia de Chávez. ¡Ingenuos! Todo es parte de un complot que se fragua ante los ojos de los políticos y los analistas. Se habla de un despertar de los pueblos de América Latina ante el imperialismo norteamericano y no se dan cuenta que tras esos cambios, lejos de generarse un nacionalismo conciliador en nuestros países, se fragua el mundo un nuevo imperio, cuyo trono parece pretender ocupar Hugo Chávez y que, ya veremos si esto ocurre, nada tendrá que envidiar al que hoy pretenden combatir.
El Presidente Obama deberá medir sus palabras y sopesar bien sus compromisos, porque le esperan muchas trampas para llevar a la realidad su nueva visión nacional, continental y global. Le prepararán muchas encerronas como la que le reservan en la próxima Cumbre de las Américas, esta vez con respecto a la política hacia América Latina y el tema de Cuba. ¿Será coincidente que Chávez y sus cercanos colaboradores como Ortega y otros sean los principales promotores? Chávez ya no es un aprendiz de dictador como algunos lo califican; en realidad es un aventajado discípulo del viejo Castro y astutamente ha impuesto las condiciones del juego en la cumbre, llegando incluso ha amenazar a Obama de que ni intente evitar el tema del embargo a Cuba en la reunión. Sobre el tema ha expresado: "Nosotros tenemos que hablar de eso".
Es indudable que hay una componenda de los ligados al dictador Castro y que estos mueven sus influencias de convocatoria “y de cobro de ayudas” con el objetivo desesperado de darle a Cuba una victoria ante el estreno del nuevo Presidente del imperio, y que esto se traduzca en una medición de fuerzas también con el dueño del petróleo venezolano, que aspira al trono del continente bajo su égida.
Si los analistas del Presidente Obama han sido bien seleccionados, pondrán sobre la mesa del mandatario las únicas tres opciones que tiene: no asistir a la cumbre, que nada va a aportar a sus actuales problemas domésticos y globales; someterse y caer en la trampa que le han tendido sus apresuradas promesas sin condiciones y los nuevos dominadores del continente encabezados por Chávez, o hacer como virilmente hizo ya el Rey de España en aquella famosa ocasión, asistir a la Cumbre, mandar a callar a Chávez y a sus secuaces y posponer el asunto de Cuba como un tema bilateral que deberá ser analizado con más detenimiento, para tomar las medidas que sean para bien del pueblo cubano.
La Historia cumplida da o quita el verdadero valor a los análisis que hacemos los que nos atrevemos a exponer a juicio de la opinión pública nuestros criterios, muy pocas veces compartidos por la mayoría. Yo quisiera equivocarme aunque quedara en ridículo mi análisis, por el bien de Cuba y de América Latina y quizás del mundo. Pero el llamado sigue en pié, estos son tiempos peligrosos en que los descuidos se pagan muy caro y lo más lastimoso es que generalmente los pagan los pueblos, como le ocurre hoy al de mi Cuba linda.
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