3/17/2009

LOS CAMBIOS NO CAMBIAN NADA

Foto : www.cubacambio.org

Por Lázaro Tirador Blanco /Periodista Independiente

Los que no han vivido en Cuba en los últimos cincuenta años se preguntan a menudo por qué en todo este tiempo de represión, probada y documentada, no se han producido levantamientos populares lo suficientemente fuertes como para influir en cambios positivos en el régimen.

En este artículo no voy a tratar la respuesta a profundidad porque lo haré después en un próximo trabajo. Ahora sólo me voy a limitar a decir que el sistema represivo, coercitivo y de intimidación que ha sufrido el pueblo cubano es el más perfecto, cruel y eficaz de todas las tiranías que ha sufrido la humanidad desde el siglo pasado. Esa es la respuesta concreta.

El minucioso sistema de control de lo que piensa y habla la población cubana ha incluido una fuerte represión política contra activistas de derechos humanos y prisioneros políticos así como medidas cada vez más coercitivas contra la población en general en cuanto al derecho al desarrollo, autogestión económica, acceso a medios de información independientes y el derecho a desplazarse libremente, aspectos que son imprescindibles para que las personas ejerzan opiniones o adopten posturas para defender y ejercer los supuestos derechos que como ciudadanos tienen.

En Cuba y en muchos países del mundo se especuló que, cuando Fidel Castro entregó primero temporalmente y después definitivamente el poder a su hermano Raúl, se producirían verdaderos cambios que darían un ambiente diferente, de mayor tolerancia y apertura a la sociedad cubana, incluyendo los llamados “disidentes” que en verdad constituyen la mayoría temerosa del pueblo cubano.

Cierto es que, tanto en el tiempo alrededor del traspaso temporal como el definitivo, se levantaron expectativas e ilusiones, ello se debió a que el régimen de la isla ha desplegado y despliega en estos momentos una fuerte campaña propagandística para que el mundo crea que en Cuba se ha iniciado un proceso de cambio y que la represión ha disminuido, dando paso a un nuevo gobierno más abierto, más moderno y pluralista. Lo que sucede es que la coletilla que siempre acompaña esta propaganda dice “sin poner en peligro los logros alcanzados por el socialismo” y esta expresión significa realmente “sin que cambie nada”.

La realidad es que en los dos últimos años y en lo transcurrido del 2009 lo que ha primado dentro de Cuba ha sido una fuerte represión política contra activistas de derechos humanos y prisioneros políticos, así como medidas cada vez más coercitivas contra la población en general en cuanto al derecho al desarrollo, autogestión económica, acceso a medios de información independientes y el ejercicio de los más elementales derechos humanos.

Las últimas destituciones realizadas por el Presidente Raúl Castro, en el más clásico estilo represivo, impune y prepotente que ha caracterizado siempre al régimen y sobre todo las de Carlos Lage y Felipe Pérez Roque –en quienes muchos en Cuba veían la continuidad de una revolución más consecuente-, han demostrado que la heredad de los Castro no será entregada aún y que el pueblo cubano deberá seguir avasallado por una férrea dictadura que, poco a poco va dejando caer el maquillaje temporal para dejar ver tan incólume como siempre la verdadera máscara del castrocomunismo, ahora sostenido por el imperialismo chavista y de nuevo cortejado por una Rusia que ansía regresar a controlar a los cachorros de un nuevo “socialismo del siglo XXI”.

Este es el trágico y real panorama para el sufrido pueblo cubano, que ahora mira al norte, a las promesas del Presidente Obama, esperando de donde supuestamente pueden venir algunas medidas –como las ya anunciadas sobre los viajes a Cuba-, que den un respiro para poder soportar el segundo capítulo de los Castro, como si fuera una interminable novela brasileña (con el respeto debido a los cariocas).

¿No hay solución entonces? Sí, el despertar de un pueblo que ni siquiera se ha dado cuenta de que está despertando. En Cuba hay sembrada una semilla de libertad que germina pese a las condiciones actuales y las apariencias de indestructibilidad que tiene el régimen. Pero nos faltan algunas cosas que son la clave: unidad, liderazgo, concertación nacional y un espíritu de reconciliación con todos los factores que realmente aspiran a una Cuba mejor –no sólo a un cambio de gobierno-, sino también a un cambio en los espacios nacionales para que los cubanos podamos resolver nuestros problemas y trabajar por nuestras aspiraciones.

Esto será sólo posible sin los Castro y sin muchos lobos rapaces que esperan, disfrutando sus prebendas, a que aquellos mueran para disputarse la herencia de uno de los pueblos más sufridos de la tierra. ¿Qué vamos a hacer?

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