, Manaos | 20/11/2008 / Cuba Encuentro
Avellaneda No. 271, entre San Esteban y Callejón de Correa. Es la calle y el número exacto donde radica la Gerencia Territorial de ETECSA (Empresa de Telecomunicaciones de Cuba) en Camagüey. Allí, en el cuarto piso, en una pequeña sala, y durante dos años, trabajó Junior Casanova Valverde, de 31 años de edad y ex agente del Ministerio del Interior (MININT).
Hoy tiene algunas penas y le cuesta trabajo liberarlas. Sin embargo, dice que "nadie imaginaba" que él era del MININT, "nadie sabía lo que hacía allí": "Vestía el uniforme de ETECSA y tenía un 'solapín' colgado al cuello que me describía como 'analista de operaciones'. Entraba junto a los demás, pero nadie sabía mi horario de salida. Trabajaba en ETECSA, pero no para ETECSA…".
Y entonces, ¿cuál era su verdadero trabajo?
Es muy difícil describirlo y aceptarlo. Me gradué en el Instituto Técnico Militar José Martí, en la especialidad de Telecomunicaciones. Allí aprendimos casi todo lo relacionado con el equipamiento de que dispone el ejército para la comunicación en tiempo de guerra. Un año después de graduado, y junto con otros 30 militares, pasé un curso en el Instituto del MININT de Santa Clara para trabajar en las unidades de escucha. Allí, creo que hasta hoy, es donde se forman los que se dedican a esto en todo el país.
Sin embargo, nunca imaginé que aquellos conocimientos que adquirí servirían para el desempeño de lo que hoy considero una ofensa. Yo escuchaba, grababa y hasta descodificaba las llamadas telefónicas de muchos. Al menos de los que tenían el teléfono "intervenido".
Los cubanos tenemos la costumbre de hablar "en código" por teléfono. Es una manera de reaccionar ante la "vigilancia". Ese hábito no se nos quita ni aun viviendo en el extranjero. ¿Cómo funciona el mecanismo de escuchas en Cuba?
En cada gerencia de ETECSA del país existe una "oficinita" igual a la de Camagüey, donde trabajé dos años. Esa oficina es pequeña, pero como ninguna otra tiene acceso a todos los números telefónicos de la ciudad.
Yo podía escuchar a cualquiera con sólo conectar un cable. Técnicamente es muy fácil, lo difícil es estar consciente de lo que estás haciendo, porque apenas tú conectas ese cable al terminal del teléfono, un equipo de grabación comienza a operar de manera automática, sincronizada. Con la telefonía digital en algunos distritos de la ciudad, era mucho más fácil, sólo apretaba una tecla. Hoy, como debe estar todo digitalizado, pues debe ser aún más fácil la labor del que allá trabaja.
¿Quién decide qué línea telefónica intervenir?
Ese registro lo lleva la Seguridad del Estado, y las líneas de teléfono a ser escuchadas las deciden los procesos investigativos que se estén llevando a cabo y que precisen de una prueba real, irrefutable, para determinados procesos jurídicos. Y en eso el teléfono es líder.
Los teléfonos de los periodistas independientes (los que están en la lista de la Seguridad) son fijos en la escucha, es una orden permanente. Pero también los de los altos jefes del Partido o del gobierno, los de algunos periodistas, sobre todo los jefes de los medios de prensa, los de administradores de importantes empresas, los de muchos económicos de organismos de la administración central.
Recuerdo que cuando la ampliación de las líneas telefónicas en toda la ciudad, fue la propia Seguridad del Estado quien impulsó que a los periodistas independientes les situaran un teléfono.
Yo escuché conversaciones de Salvador Valdés Mesa [actual secretario general de la CTC] cuando era el primer secretario del Partido en Camagüey. Conversaciones desde su teléfono residencial y desde su oficina de trabajo. Todos esos minutos eran registrados, grabados… Ni sé adónde iban a parar esas grabaciones, pero lo cierto es que eran registradas por nosotros. Y lo más bonito es que ellos lo sabían, el propio Salvador Mesa estaba clarísimo de que todas sus conversaciones eran escuchadas.
¿Y cómo funcionaba? ¿Usted grababa lo que le mandaban a escuchar e informaba sobre algún contenido sospechoso?
Mi trabajo no era tanto escuchar, sino grabar. Es decir, las grabaciones eran trasladadas a los oficiales que estaban al frente de los procesos operativos del DTI (Departamento Técnico de Investigaciones). Pero era imposible no escuchar mientras se grababan las conversaciones.
Quien hacía el trabajo era yo, era más bien un trabajo técnico. Pero casi siempre estaba el investigador al lado mío, ese sí quería escucharlo todo. Por ejemplo, en el caso de los disidentes, todas las llamadas que ellos hacían quedaban grabadas y eran escuchadas por el oficial que atiende a los periodistas en el DTI. Se compartían esos testimonios con el funcionario que atiende la prensa en el Partido.
Los periodistas independientes eran detenidos muchas veces a raíz de las conversaciones que tenían por teléfono. Una vez hasta escuché una especie de reunión a la que estaban siendo convocados muchos, con diálogos muy fáciles y códigos sumamente bobos.
Recuerdo que decían: "Lugareño 40", y eso quería decir el día 4 en la calle Lugareño, y entonces el patrullaje era dirigido hacia esa zona. No había fallos, era así mismo. Y después intentaban cambiar los códigos, pero también con cosas muy fáciles de descubrir. Una vez, como sabían que estaban siendo escuchados, comenzaron a gritar "¡Abajo Fidel!" (risas)… Eso lo hacían sobre todo cuando eran interrumpidas algunas llamadas que recibían desde el extranjero.
¿Esa opción existe? Desde esa oficina donde usted trabajaba, ¿se puede "interrumpir" una llamada? ¿Realmente se escuchan todas?
¡No! ¡Imagina! Eso es un absurdo. Primero, sencillamente es humanamente imposible, y segundo, porque no hay condiciones técnicas para eso. Es cierto que la tecnología actual lo permite, pero no hay cómo rastrear todas las llamadas. Es decir, desde mi oficina era posible escuchar cualquier línea telefónica, pero hacerlo con todas al mismo tiempo… eso es un disparate. Quien diga eso es un ignorante.
En Cuba sí se escuchan y se intervienen los teléfonos de las personas que forman parte de un proceso investigativo o que son señalados por figuras delictivas, ya sea en el ámbito político de la contrarrevolución, o en el económico, con los administradores de empresas, pero antes tiene que existir un precedente, un indicio de sospecha de algún agente o de una investigación para comenzar a escuchar un determinado teléfono.
Las llamadas eran interrumpidas si estaban planeando cosas contra la revolución, porque técnicamente se puede inhabilitar un teléfono. Si se interrumpe, es porque está siendo escuchada y el que está en eso pues maniobró mal el sistema de escucha, conectó mal el plug in o recibió una orden para cortar la comunicación. Una vez, un investigador me ordenó cortar la llamada y su opinión fue: "que gaste dólares… que vuelva a marcar".
¿Su teléfono nunca fue intervenido?
Que yo sepa no. Ahora, de lo que no estoy seguro es si el suyo se salvó de las escuchas.
En muchos países es necesaria la autorización de un juez o un tribunal para intervenir una línea de teléfono, incluso la Constitución cubana lo prohíbe. ¿Alguna vez tuvo en sus manos la autorización de un juez para intervenir un teléfono?
No. Los que solicitan la intervención de una línea telefónica para ser escuchada son los agentes vinculados con determinados procesos en el DTI. Eso es aprobado por el jefe de la Seguridad del Estado en cada localidad. Es una especie de escalón de mandos, pero nada por escrito y mucho menos rigiéndose por legislaciones; aunque ya usted sabe que en Cuba estar "conspirando" contra la revolución es un delito grave: se llama "traición a la patria". Pero ya le digo, mi labor era técnica.
ETECSA es una sociedad mixta. ¿La parte extranjera nunca se opuso a ese tipo de procedimientos?
Le aseguro que la parte extranjera apenas sabe que eso ocurre. Y, si lo saben, hacen la vista gorda. Al único que le fue informada mi función fue al gerente territorial. Fíjese que en el cuadro de trabajadores de la empresa yo era analista de operaciones. Es el cargo que nos dan ahí, es una plaza creada. Yo pagaba mi cuota sindical por ahí, todo. Almorzaba, participaba en las actividades del colectivo. Era parte de ese grupo de trabajadores.
Me ha dicho varias veces que trabajó dos años haciendo ese tipo de escuchas. ¿Cómo salió de Cuba y por qué?
Salí en una balsa con 32 personas por Pinar del Río, vía Quintana Roo, en abril de 2006. Pedí unos días de vacaciones y me desaparecí hasta hoy. Se quedaron esperándome. Dicen que fueron buscándome a la casa y hasta circularon mi foto entre los "boinas rojas" (policía de los órganos del ejército). Aún me andan buscando, porque sabes que quien maneja información secreta no puede salir del país ni en misión oficial. Todo esto que le estoy contando me tranquiliza un poco la conciencia, porque, la verdad, a veces me siento mal. Pero no podemos borrar el pasado.
Mi motivación principal era salir de todo aquello. Uno imagina siempre la fuerza del gobierno. Pero tener la certeza de que ellos lo dominan todo, es algo difícil de asumir. No por gusto son 50 años. Ellos saben casi todo, y lo que no… se lo imaginan.
Y lo peor no es eso. Lo más triste es que hay mucha gente que se presta para el juego. Había que ver cuán dedicados eran determinados compañeros míos para con ese trabajo sucio, porque es el trabajo más sucio que he hecho en toda mi vida. Pero, bueno, ya todo pasó. Alguna cosa queda en mi conciencia, pero todos los días le doy gracias a Dios por mi nueva vida.