9/15/2008

TESTIGO DE LA SOLIDARIDAD SIN FRONTERAS

* Galería de fotos a continuación del testimonio.

Si alguien tiene alguna duda de la solidaridad del cubano y anda por la ciudad de Miami, lo invito a que se dé aunque sea una vuelta por la 5 calle del NW y la avenida 63. Las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl hicieron un llamamiento: nuestros hermanos en Cuba necesitan agua, medicinas, alimentos, y eso bastó para que el viento llevara esta voz a todos los rincones.

Pero no solo durante todo el día están llegando personas con donaciones, sino que no son pocos los que llegan a donar —como llegué yo el viernes— y deciden quedarse para ser un voluntario más.

Allí no hay una lista donde las personas que trabajan como voluntarias anotan sus nombres, tampoco se toman los datos de quien dona ni se les da un recibo para que lo presenten en la declaración de impuestos el año que viene. Tampoco nadie pide nada de eso. Los que vamos allí lo hacemos porque es nuestro corazón el que nos dice que el "cuándo" es ahora y el "dónde" es allí junto a las Hijas de la Caridad.

El entusiasmo que allí se vive para revisar cuidadosamente todos los productos y que para Cuba nada vaya vencido, que todo esté en perfectas condiciones y poder hacer las cajas lo mejor posible e ir llenando el contenedor, es increíble.

Todos tenemos bien presente los momentos difíciles que nuestros hermanos cubanos están viviendo hoy allá en nuestra Isla querida —precisamente por eso estamos allí—, pero también, como todos sabemos, el cubano "sazona" todo momento con su humor característico, aunque estemos atravesando por los peores momentos.

Muchos se han ganado cariñosos apodos por la facilidad con que hacen algo. El viernes, por ejemplo, un muchacho joven, trabajador de Walgreens, al ser conocedor de muchos códigos de productos, podía descifrarnos los códigos de vencimientos de muchas latas, de ahí que se haya ganado el apodo de "Mr. Code" o también el de "el Code Boy". Otra voluntaria se dedicaba a hacer cajas con productos para bebés, así que la bautizamos como Miss Baby. Y está el caso de otro voluntario, especialista en cerrar las cajas con tape y ponerle la etiqueta que llevan todas las cajas:
HIJAS DE LA CARIDAD DE SAN VICENTE DE PAÚL.

A él lo llamábamos Mr. Tape. No faltó quien le pusiera "Superman" a un muchacho alto canoso que no paraba de cargar cajas, llevar carros cargados para el contenedor y todo con tremenda velocidad y fuerza, sin ningún síntoma de cansancio.

Otra voluntaria se preparó su propio T-shirt haciendo un llamamiento a llevar donaciones y el sábado fue a desayunar a una cafetería antes de ir a seguir su trabajo de voluntaria. Allí llamó la atención de tal manera que no solo donaron dinero los trabajadores de la cafetería, sino que decidieron poner una caja para recaudar donaciones allí mismo y después llevárselas a las Hijas de la Caridad.

Hay momentos en que hemos empacado todo lo que ha llegado y no tenemos nada que hacer, entonces lo que se escucha es un murmullo de disgusto y voces pidiendo "más comida". Pero cuando vemos acercarse a algún voluntario empujando un carrito con más productos, todos aplaudimos.

Uno de los voluntarios comentaba hoy: "Si yo fuera dueño de una factoría, contrataba a todas estas mujeres, mira cómo trabajan, a qué velocidad, son incansables."

Allí nadie se presenta, nadie tiene un nombre, todos somos hermanos unidos por una misma voluntad de ayudar. Es probable que uno llegue a conocer el nombre de la persona al lado de la cual trabaja, pero no siempre. Lo que sí todos tenemos bien claro es que nos esforzamos unidos por trabajar rápido y bien. Porque, ¿qué importa en este momento llamarse Mercedes o Rosita, Félix o Iván? Todos hermanos, todos hijos de Dios.

También quiero que sepan que aunque la mayoría allí —al menos el viernes y el sábado que son los días que he estado— somos cubanos, también hay otros hispanos y el sábado, particularmente, ayudando a la par que todos, estaba un grupo, todos americanos, de los Boy Scouts.

Queremos aprovechar esta ocasión para decirles que si bien están llegando muchas donaciones, son tantas las necesidades después del paso de los huracanes Gustav y Ike, que nos hacen falta más, mucho más. Las donaciones de agua, comida, medicinas, productos para bebés y productos de aseo, van para Cuba, mientras que las donaciones de ropa van para Haití. Están a tiempo, no importa que lo que pueda donar sea tan solo una lata de leche o dos de salchichas, vaya y dónela pues esa lata también hace falta.

Creo que para los lectores no hay duda alguna; el viernes y el sábado he sido un testigo de la solidaridad sin fronteras. Y por no solo serlo, sino también por ser parte de esa solidaridad, doy las gracias. ¡Tú también puedes serlo!

Josefina Ezpeleta
www.cheveremiami.com
vicaria@cheveremiami.com

* Visite la galería de fotos

Enviado a NetforCuba International por Josefina Ezpeleta, directora de cheveremiami.com

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