Diario Las Américas
Aunque no resultan novedosos los desplantes y las ofensas de Fidel Castro contra las naciones democráticas y civilizadas del mundo libre, vale la pena que nos detengamos en el incidente con la Unión Europea, pues en el mismo se pone de relieve el fracaso del proyecto comunista en Cuba y profundas grietas entre la dirigencia castrista.
Un país, como Cuba, cuyo principal cultivo es el marabú, planta no comestible e invasora, cuyos rehenes son los prisioneros políticos y el pueblo sometido a un autoritarismo opresor, y cuyo objetivo gubernamental es el logro del comunismo sanguinario de Stalin, desaparecido de la historia por demencial y criminal, presenta muy poco futuro a las generaciones venideras cubanas.
Con relación a la Unión Europea, Fidel Castro sorprendió a “sirios y troyanos” y a todos los observadores calificados, incluyendo a funcionarios del gobierno de su hermano Raúl Castro, cuando arremetió en forma grosera, con una nota escrita contra el reciente acuerdo relacionado con Cuba de los 27 países europeos.
La diatriba firmada por Fidel Castro fue publicada por la propia prensa castrista y su objetivo era criticar agresivamente la decisión de todos los países de la Unión Europea, que suspendieron las sanciones contra el régimen cubano, pero exigieron al régimen comunista de La Habana, que sean puestos en libertad todos los presos políticos cubanos, que se respeten los derechos humanos en la isla y que se permita a inspectores internacionales de organizaciones humanitarias, que puedan visitar las cárceles cubanas.
Mientras funcionarios de la cancillería castrista y la misma prensa oficial evaluaban positivamente la decisión de la Unión Europea de levantar las sanciones a Cuba, Fidel Castro arremetía contra los europeos de forma impulsiva y descompuesta por solicitar la libertad de los presos políticos cubanos.
Esto provocó que algunos medios periodísticos europeos y latinoamericanos se preguntaran si estas dos posiciones divergentes, la de Fidel, criticando a la Unión Europea, por un lado, y la de los funcionarios del ejecutivo y de la cancillería de Raúl Castro, avalando positivamente el fin de las sanciones, no implicaba una muestra divisiva y real dentro de las filas del castrismo.
Ante esta especulación razonable de la prensa extranjera, el viejo dictador retirado reaccionó afirmando con acritud, que él no encabezaba ninguna fracción o grupo dentro del Partido Comunista de Cuba, porque realmente no hay pugnas internas en las filas del partido.
Pero si no hay pugnas, por qué el viejo dictador contradice lo dicho hasta ahora por los funcionarios que se han expresado en términos positivos, con relación a los acuerdos europeos que levantan las sanciones a Cuba, con un cronograma de cumplimientos, cuyo objetivo principal, es que se liberen a los prisioneros políticos en la isla.
Al menos, a Fidel Castro o a quienes le escriben sus diatribas, parece que les molestó que la vieja y culta Europa se preocupe por los maltratados presos políticos cubanos y por las reiteradas violaciones de los derechos humanos en Cuba.
Reconociendo que sus días pueden estar contados, la reflexión firmada por Fidel acusó a la Unión Europea de hipocresía porque en su declaración sobre las sanciones, no implicó en lo absoluto la consecuencia económica para Cuba, por las leyes extraterritoriales de Estados Unidos con su embargo económico y financiero, que continúa vigente.
La Unión Europea decidió eliminar las medidas diplomáticas contra el gobierno comunista de Cuba, aprobadas en 2003, tras la condena de 75 opositores apenas de hasta 28 años de cárcel, de los cuales 55 siguen presos y varios más tienen licencia extrapenal por razones de salud, pero que pueden volver a ser encarcelados.
El acuerdo de los países europeos, que tiene requerimientos que el castrismo debe cumplir, como la libertad de todos los presos políticos, la libertad de expresión y reunión en Cuba, será revisado en un año, para comprobar los avances en materia de derechos humanos del régimen de Raúl Castro.
El balance final de la decisión de los países europeos de levantar las sanciones a Cuba, ha resultado un triunfo político para la oposición cubana, por las exigencias de libertad implícitas en el documento, aunque algunos dirigentes o grupos opositores no lo hayan interpretado todavía de esa forma.
Así al menos lo demuestra Fidel Castro con su desprecio por la letra del acuerdo y por las críticas irrespetuosas a la Unión Europea.
Pero no debemos pasar por alto, que mientras el gobierno de Raúl Castro intenta suavizar el malestar generalizado en la población con medidas de emergencia, como la de vender celulares y computadoras, entregar tierras a los agricultores privados, aumentar la producción de productos alimenticios, subir los salarios y permitir que los cubanos de a pie puedan hacer uso de los hoteles turísticos, hasta ayer vedados al pueblo, el viejo dictador públicamente se ha opuesto a algunas de esas medidas emergentes de su hermano.
En el comunismo castrista, el propio dictador en jefe, retirado y enfermo, está mostrando las profundas grietas de un desacuerdo interno, y por supuesto, el fracaso de un proyecto anacrónico y opresor.
Lo demás vendrá por añadidura.
albmul@bellsouth.net www.albertomuller.net
No hay comentarios:
Publicar un comentario