- 8/05/2008, 07:27 PM - BBC Mundo
Hace muy poco tiempo me lesioné el hombro derecho haciendo ejercicios sin previo calentamiento. El médico me diagnosticó tendinitis y me recetó calmantes, antiinflamatorios y fisioterapia.
Esperando que me recomendara algún hospital especializado, le pregunté donde podía realizar la fisioterapia. Sin saber mi direccion me respondió muy naturalmente que fuera al policlínico de mi barrio.
Con su remisión y sin muchas esperanzas de encontrar lo necesario, me dirigí al policlínico del Casino Deportivo, donde me trasladaron al ala de fisioterapia, una construcción nueva al fondo del local.
Entrar allí fue como cambiar de país: el local está limpio, huele bien, la luz y el aire entra por todas sus ventanas y por si esto fuera poco el personal atiende a los pacientes con gran amabilidad.
La sensación extraña se incrementa cuando veo la cola avanzar muy rápido y tras una breve espera me hacen pasar de uno a otro cubículo para recibir el tratamiento recetado por el médico.
La sala cuenta con todo lo que hace falta: aparatos de calor infrarrojo, magneto, estímulo eléctrico, láser, ultrasonido y diatermia, además de salón de masajes, gimnasio, podología y consulta de medicina tradicional.
100% cubano
La mayoría de los técnicos son jóvenes, te atienden en un ambiente muy cubano, con bromas, risas, la pequeña radio china con música y comentando entre ellos del último capítulo de la telenovela o de la serie Prision Break.
Pero no todas son sonrisas entre el personal del policlínico de mi barrio. Un día llegué al mediodía y encontré un grupo de fisioterapeutas discutiendo acaloradamente, tanto que no notaron mi presencia.
Se quejaban de que no había llegado el almuerzo, "encima de que es una basura, la mitad de los días no lo traen", dice uno y otro recalca que "de todas formas lo que traen de proteína no alcanza ni para un diente".
Pensé que ese día no tendría mi tratamiento pero me equivoqué. Cuando se calmaron los ánimos hicieron una colecta y mandaron a comprar pizzas (cada una cuesta casi un día de salario) y nos dijeron amablemente: "pase el próximo".
Realidades y sueños
Poco a poco fui haciendo amistad con ellos, interesándome por sus vidas, tratando de descubrir qué los mueve a trabajar 8 horas por un salario de 20 dólares, que podrían duplicar vendiendo dulces caseros en la calle.
"No se ría, que algunos tenemos que vender dulces después del trabajo para sobrevivir", me explicó una joven, mientras un técnico respondió que "me gusta lo que hago" y una mujer agregaba que "es bonito ayudar a curar a una persona".
La mayoría de ellos están estudiando y muy pronto serán graduados universitarios, uno de sus sueños, el otro es "ir a alguna misión en el extranjero", esa es la meca para muchos de ellos.
Sin duda ayudar a los demás pueblos está entre sus proyectos pero también es la única forma en que estos trabajadores pueden salir de la estrechez y acceder a la divisa de forma legal, sin caer en actos delictivos.
Trabajar fuera del país les permite recibir un salario mínimo pero en dólares, traer electrodomésticos, comprar automóviles y hasta una casa, todos sueños inalcanzables para quienes trabajan en la salud pública dentro de la isla.
Es además la única forma de viajar porque el gobierno no le permite a los médicos y demás personal de salud salir del país de vacaciones y cuando quieren emigrar los hacen esperar años para obtener un permiso de salida.
No hable mal de Cuba
No sabía cómo agradecerles todo lo que hacían por mi hombro derecho así que le pregunté a un médico amigo qué podía regalarles y me respondió que había algo que todo trabajador de la salud agradece.
Al día siguiente me aparecí con un termo que recibieron encantados y repartieron entre todos con mucha equidad, salvo la recepcionista, que a pesar de ser diabética se sirvió mucho más que el resto porque "yo soy enferma al café".
Antes de hacer esta nota les dije que era periodista y que iba a escribir sobre ellos, me pidieron que hablara bien de su trabajo porque "hay mucha gente que siempre habla mal de todo lo de Cuba".
Les aseguré que no tenían de qué preocuparse: mi intención no era hablar mal o bien de su país sino simplemente hablar de Cuba, de los cubanos, de sus vidas, sus aspiraciones, sus frustraciones y sus sueños.
Por cierto, mi hombro ya está mucho mejor, tengo bastante más movilidad, pronto tendré que dejar de ir por el policlínico de mi barrio y no sé por qué sospecho que voy a extrañar a estos cubanos.
1 comentario:
A un extranjero en Cuba se le puede dar tratamiento de primeros auxilios en cualquier establecimiento de salud, no asi un tratamiento convencional, para lo cual tiene que ir al cira garcia o a los pisos habilitados para ello en el amejeiras. si esto sucedio realmente, entonces 3 horas antes le mandaron un aviso al director del policlinico para que atendiera al tipo como forma de hacer propaganda no pagada.
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