3/29/2008

El pan tostado para otro día


Por Pablo Alfonso
pabloalfonso@comcast.net

Escribir sobre la realidad cubana se convierte muchas veces en una tarea difícil. No me refiero a la falta de información objetiva que fluye desde la isla y a las complejidades de la situación interna. Se trata, en este caso, de la naturaleza de la información. De su explicación conceptual. A ver si nos aclaramos.

La mayoría de los lectores de esta columna, en el ámbito local, son cubanos. Sin embargo un buen número de ellos no lo son; y muchos más acceden a las páginas digitales del Diario a través de Internet. Quiero apuntar con esto la necesidad de “universalizar el lenguaje”; de explicar a otros lo que es obvio para unos cuantos.

Escribir sobre Cuba, para que los otros lo entiendan, supone una aventura que incursiona, a veces, con el “mundo mágico” de Alejo Carpentier y “lo real maravilloso” de García Márquez.

Un buen ejemplo de lo dicho en los párrafos anteriores son las más recientes medidas administrativas que ha dispuesto el general Raúl Castro, nuevo presidente del Consejo de Estado de Cuba.

¿Qué tal si comenzamos diciendo que los cubanos podrá comer pan tostado para el 2010, según las nuevas medidas, que algunos llaman “apertura política? La nueva medida “aperturista” establece que para ese año se autorizará a la población la venta de tostadoras de pan. Cuando en días pasados hablé por teléfono con un residente en la isla, para comentar la buena nueva, me dijo: “Lo que necesito es conseguir pan ahora, aunque lo puedo tostar o no”.

Para ese mismo año se anticipa que pudiera autorizarse la venta de aires acondicionados.

Por ahora, a los cubanos se les ha reconocido el derecho a comprar algunos electrodomésticos, como ollas arroceras y de presión eléctricas, hornos microondas, refrigeradores, televisores, reproductores de vídeo; y también computadoras.

¿Cómo explicar a la gente de otras latitudes que esos equipos no se vendían a la población, porque hasta ahora –según las autoridades-, no se generaba en el país suficiente energía eléctrica que permitiera su uso?

Los campesinos también han tenido lo suyo. Podrán comprar aperos de labranza –machetes, guatacas, rastrillos, etc.- en las tiendas del Estado (las únicas existentes) sin tener que recurrir al mercado negro para adquirirlas. Pienso en los agricultores argentinos, que por estos días andan en una huelga de reclamos, contra las medidas impositivas aprobadas por su gobierno. ¿Cómo pueden asimilar esta información?

El viernes se anunció otra “medida aperturista”. Los cubanos podrán tener teléfonos celulares; un lujo hasta ahora reservado para los extranjeros y funcionarios oficiales.

Lo más difícil de explicar es quizás el tema de la moneda. Nada de lo anterior se puede comprar con la moneda con que le pagan a los cubanos su salario.

El derecho a comprar esos productos, enseres y servicios dispone que se venderán únicamente en divisas, en el peso convertible cubano, llamado “chavito”. Ese peso convertible equivale a 24 pesos en moneda ¿nacional?...moneda de salario. Un salario cuyo valor promedio oficial es de 408 pesos nacionales al mes…Es decir, apenas unos 17 “chavitos” mensuales.

Serán muchos años de ahorro para hacer uso de ese derecho; claro que, siempre queda el recurso de pedirle a un familiar o amigo en el extranjero, que le regalen el dinero necesario para la compra.

Otra novedosa “apertura política” permitirá que en lo adelante, los cubanos puedan acudir a cualquier farmacia para comprar la medicina que necesiten. Hasta ahora cada ciudadano tenía asignada una farmacia en particular; lo mismo que todavía sucede con las famélicas tiendas donde se compran las raciones de alimentos que se venden a través de la desabastecida Libreta de Abastecimientos.

Quizás lo más difícil sea explicar a los otros, dos de las medidas “aperturistas” que todavía no han sido anunciadas, pero que todo el mundo espera.

El derecho a poder disfrutar de los hoteles, playas y centros turísticos de la isla, que están reservados únicamente para los extranjeros. Hasta hoy, ni siquiera pagando en divisas o “chavitos” los cubanos pueden entrar a esos lugares. Ese ejercicio de la soberanía nacional les está prohibido.

La segunda tiene que ver con la vivienda. Los cubanos esperan que puedan ejercer el derecho a la compra-venta de vivienda. Que puedan comprar una casa o vender la suya propia, si así lo desean.

Quedan en el tintero otros temas como el derecho a entrar y salir libremente del país, sin tener que recibir un permiso especial del gobierno; el de mudarse libremente de una ciudad dentro del país, y otras tantas por el estilo.

Todo eso y más, “dentro de la revolución”. Es decir, sin entrar en el tema de las libertades políticas y los derechos civiles que es harina de otro costal.

Ya se que los entusiastas admiradores de la dictadura castrista y sus fieles colaboradores en el extranjero, pondrán en el otro plato de la balanza sus dos temas preferidos: la educación y el acceso gratuitos a la atención médica.

Lo cierto es que ambos temas son más emblemáticos que efectivos, pero es imposible abordarlos en tan breve espacio.

De cualquier forma, creo que la esencia del problema; los “pro y los contra” del asunto se limitan a una cuestión: El costo de la libertad individual. El derecho de elegir cómo se quiere y se puede vivir en cualquier sociedad democrática, que no es perfecta, pero es posible. Todo lo contrario que suele ocurrir en una dictadura socialista totalitaria.

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