Bush hablará en su residencia después de recibir en el Despacho Oval a las familias de varios prisioneros políticos cubanos. La Casa Blanca no hizo públicos los nombres de los asistentes al acto, y tampoco especificó el asunto de su discurso.
“El presidente) seguirá reuniéndose con las familias de los prisioneros políticos en Cuba. Le afecta profundamente. Le pesa que haya tanta tristeza cuando esa isla, a sólo 90 millas al sur de Estados Unidos, podría ser un sitio tan floreciente si le dieran la oportunidad de tener democracia”, aseguró hoy la portavoz de la Casa Blanca, Dana Perino.
El último discurso de Bush específicamente sobre Cuba fue en octubre, cuando hizo un llamamiento al pueblo cubano a rebelarse de manera pacífica contra su gobierno, y para incentivarlo anunció una serie de medidas condicionadas a la apertura de la isla, entre ellas un fondo internacional para “la reconstrucción” del país.
En otras ocasiones, Bush hizo referencia a Cuba en comparecencias de prensa. La pasada semana, sólo unos días después de la elección de Raúl Castro, lo calificó de “tirano” y lo equiparó a su hermano y predecesor, Fidel.
“(Raúl) no es más que la extensión de lo que hizo su hermano, que fue arruinar una isla y encarcelar a la gente por sus creencias”, señaló.
“No estoy sugiriendo que no haya nunca un momento para hablar, pero estoy sugiriendo que ahora no es el momento de hablar con Raúl Castro”, afirmó el presidente estadounidense en una conferencia de prensa.
En ocasiones anteriores Bush ya se reunió con familiares de presos políticos cubanos, y en noviembre le concedió la medalla presidencial de la libertad, el mayor reconocimiento civil de Estados Unidos, al disidente cubano Oscar Elías Bicet.
Biscet, al que Bush comparó con Martin Luther King y Mahatma Gandhi, cumplió casi ocho años de los 25 años de cárcel a los que fue condenado en Cuba.
La administración Bush insistió en repetidas ocasiones en que la política estadounidense hacia Cuba no variará hasta que el gobierno de la isla “no libere a los prisioneros políticos, restaure los derechos humanos para el pueblo cubano y se comprometa a celebrar elecciones libres y justas”.
El gobierno de Cuba no reconoce la existencia de prisioneros políticos o de conciencia, y asegura que se trata de “contrarrevolucionarios” o “mercenarios” al servicio de países como Estados Unidos.
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