Míguel Saludes
MIAMI, Florida, febrero, (www.cubanet.org) -Hasta hace pocas semanas Osmany Rodríguez estuvo trabajando. Lo hacía estibando sacos de harina en un camión de la Empresa Cubana del Pan. No es gran perspectiva para un joven de 19 años, pero trabajar no es deshonra. El dinero ganado con esfuerzo propio dignifica a la persona que lo recibe.
Tal vez no sería mucho lo recibido después de duras jornadas descargando la pesada carga. Pero más allá de cuestiones de honradez, Osmany estaba feliz con su ocupación. Esta le proporcionaba independencia y además le permitía colaborar con su familia. Y cualquiera que fuera el monto, su entrada al hogar no era mal recibida. Ileana, la madre del joven, se encuentra desempleada. Tiene a su cargo la responsabilidad de dos hijos menores y para colmo ha atravesado duras pruebas. Desde hace un lustro sufre la separación obligada de su esposo. A esto se sumó recientemente la enfermedad y muerte de un hermano, a la que siguió la de su madre. Estas novedades tienen que haber afectado la ya debilitada economía de su casa.
El caso de Ileana no es uno más entre tantos de madres solteras. Ella está casada. Sin embargo no puede contar con la ayuda de su cónyuge. Omar Rodríguez Saludes se encuentra cumpliendo prisión. Una larga condena impuesta en el 2003 amenaza con mantenerle 27 años entre rejas, alejado de sus seres queridos. Desde ese terrible lugar debe contemplar con impotencia las penurias que viven los suyos.
La historia laboral de Osmany terminó abruptamente. Mientras se encontraba viajando en el camión, el chofer aprovechó para comunicarle que el director de la empresa ordenó que lo bajaran ese mismo día del transporte. La razón de tan drástica medida se basaba en un informe recibido por el administrador donde se le notificaba que el padre del trabajador está preso por problemas políticos. Esa fue la explicación dada por el conductor del vehiculo a Osmany quien de inmediato tuvo que bajarse del vehículo.
No obstante el joven se personó en la empresa para saber los motivos por los cuales no había sido emplantillado como trabajador fijo, a pesar de tener todos los documentos requeridos. Es de aclarar que hasta ese momento su labor era retribuida de manera irregular. En algunas ocasiones incluso, dejaron de pagarle. Por toda respuesta, el director del centro le dijo que la orientación para sacarle del puesto vino acompañada de ciertos antecedentes penales. Esto era un impedimento para que siguiera laborando en el lugar. El asombro del muchacho fue grande, pues nunca ha tenido problemas de ningún tipo.
Situaciones como las ocurridas a Osmany son frecuentes en Cuba. El poder no tiene que probar sus acusaciones. Tampoco valen los reclamos contra sus arbitrariedades. Son los métodos usuales dentro de un régimen donde el derecho anda extraviado por caminos torcidos. Los que controlan tienen acceso a todas las claves del sistema. Ellos tienen la potestad de dar trabajo o no. Sus orientaciones pueden convertir a la persona en antisocial, aunque no lo sea. Conforman delincuentes, vagos, mercenarios, y contra revolucionarios. Su poder es ilimitado. Ni los héroes están a resguardo. Al despotismo institucionalizado no le cuesta bajarlos de ese peldaño para llevarlos al de los traidores. En cuestión de segundos cambian toda la historia, poniéndoles en el rol de cobardes o simplemente haciéndoles desaparecer de la historia. Generales, artistas y deportistas han aparecido y desaparecido del escenario nacional por decisión suprema.
El caso de Osmany Rodríguez, el hijo mayor de Omar Rodríguez Saludes, es un ejemplo de la forma en que opera este mecanismo de presión. El castigo contra los que se oponen al sistema llega no solo a sus personas, sino que la mano dura se extiende hasta allegados del rebelde. Todo para tratar de doblegar, llenar de preocupaciones y sentimientos de culpabilidad a los que enfrentan a la dictadura.
Amén de las excusas que sirvieron para despedir al joven, no se puede perder de vista la amenaza que esconde en esa decisión. La existencia de un expediente delictivo debe mantener a todos en alerta. Las maniobras para llevar a los hijos de los disidentes al borde del abismo, muchas veces son efectivas. El primer paso es dejarlos sin trabajo, expuestos a la ilegalidad. Un arma eficaz a la que los sicarios del régimen no han dudado en recurrir. Los familiares y amigos del periodista Omar Rodríguez ya estamos prevenidos. Osmany no está solo.
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