Por Roberto Luque Escalona
• Bien, al fin descansaremos de la trova cubanóloga. Desde que Esteban, con el desprendimiento por las cosas terrenales que es uno de los mayores adornos de su fascinante personalidad, expresó su decisión de no volver a ocupar los cargos que ocupaba, hemos estado sometidos a un bombardeo de opiniones de sesudos, la mayor parte de los cuales no vivió la experiencia totalitaria mientras que los restantes la vivieron desde el poder.
Por alguna razón que no puedo decir que me interese, muchos de ellos esperaban que Carlos Lage, La Gelatina, ocupase aunque fuera la sombra del poder. Como si Raúl Mirabal Ruz quisiera demostrar que esa gente no saben ni dónde están parados, puso a Machadito en el lugar que se suponía llenara Lage. Todo quedó entre calvos.
Nada de cambios, nada de aperturas, nada de reformas o reformitas. Nada de nada. Mirabal es bruto, pero no tanto. Le pasa como con la hijeputez: es HP, pero no tanto como su medio hermano.
Hablemos de Raúl Mirabal, a quien en Cuba algunos llaman “Raúl”, otros “El Chino” y, los militares, “El Ministro”, como si no hubiera otro. Esto último no es del todo injusto, pues ocupó el cargo de Ministro de las Fuerzas Armadas durante casi 49 años. No recuerdo a nadie que haya sido ministro de algo durante tanto tiempo, ni en Cuba ni en ningún otro país. Todo lo que es, lo que ha sido y lo que será se lo debe a su medio hermano, que, despreciándolo, confía en él porque sabe que no puede rebelársele.
Nunca hubo en nuestra historia un personaje importante, porque importante es, tan desprovisto de cualidades, tan dotado de defectos: bruto, ignorante, vulgar, feo, pesao, cruel, desvergonzado: en fin, que no hay por donde cogerlo. Arrastra la carga, que pesada debe ser, de su doble bastardía: hijo de la joven amante del viejo terrateniente y de alguien que no era el viejo terrateniente. Está completo. El que pida más es un gandío.
Como su hermano, carece de coraje. Sin embargo, aunque en su vida no hay actos de flagrante cobardía como la huida ante Rolando Masferrer, las “galletas” no devueltas en su época de aspirante a tipo duro (Aureliano, Eufemio Fernández, Charco de Sangre Flórez Ibarra; además de Bola de Churre, a Esteban debieron llamarlo Grande por Gusto), el quedarse en la puerta del cuartel Moncada, la “espantada” en Alegría de Pío, a Raúl nunca han tratado de fabricarle fama de valiente, mientras que al otro no faltan imbéciles que lo consideren un león tusado, un tipo temerario. De lo que sí le han dado fama es de maricón. ¿Será cierto? No tengo la menor idea, para qué los voy a engañar. Mayores posibilidades de ser ciertos son los rumores acerca de su afición a la curda, aunque, en verdad os digo, si yo fuera como es él, me pasaría la vida borracho.
• Eso sí, lo que no me cabe duda es que, pese a la leyenda alentada por el otro, es el menos perverso de los dos. Raúl es uno de esos hijos de puta que uno puede encontrar todos los días. Si quiere uno como Esteban, tiene que mandarlo a hacer. Es la diferencia entre un hombre malo y un monstruo. El malo, Raúl, tiene afectos, amistades a los que trata de proteger, hijos y nietos a quienes, al parecer, ama, como amó a su madre, cuya muerte lloró en público. El monstruo no ama a nadie; sólo sabe odiar, despreciar, envidiar.
Por cierto, a nadie odia más que a nosotros, los cubanos del exilio y a nadie desprecia más que a sus viles seguidores. Casi con toda seguridad, Raúl también odia a los de aquí, aunque su capacidad de odio es muy inferior a la del otro; en cambio no creo que desprecie a quienes lo sigan: en una de esas, hasta lo agradece. Con un poco de suerte, hasta deja producir un poco de comida a los guajiros y otros bienes a esos que llaman cuentapropistas (una sociedad tiene que estar muy enferma para inventar palabras como esas), con lo cual la vida será menos perra. Eso les bastara a muchos, a un sector no sé si mayoritario pero sí importante de la población, que ha perdido totalmente la dignidad.
Siempre soñé con matar a Esteban Dido. Pensaba que su muerte violenta hubiese sido un acto de redención para los cubanos, que los hubiese sacado de su marasmo espiritual. Lorenzo y el cordero del Diablo, una novela en proceso de publicación en Italia, y El último complot, que actualmente se publica por capítulos en Libre, ambas tienen como tema la muerte de Esteban. Ya no será posible.
• Como si los cubanos no fuéramos autosuficientes en materia de disparates políticos, no faltan extranjeros que vengan a poner su grano de arena, por no decir de… En fin, ahí tenemos a un señor llamado Roy que escribe en el Nuevo Herald y en su escribir afirma que la permanencia de la robolución se debe a que ha dotado a Cuba de un sentido de nación, a que “la seña de identidad que, más que el régimen totalitario y opresivo, define en última instancia el proyecto revolucionario, es la nación”.
El señor Roy no se ha enterado que, hace poco, el Ministro de Relaciones Exteriores, Pérez Roque, declaró que Cuba estaba dispuesta a renunciar a su soberanía, a sus símbolos nacionales para integrar una federación con Venezuela, y que el Vicepresidente Carlos Lage proclamó co-Presidente de Cuba a un extranjero. Esos son sólo síntomas. Lo que ha hecho “el proyecto revolucionario” es destruir la nación, llevando al exilio a un 10% de la población del país y envileciendo a gran parte de los que aún están allá, la mayoría soñando con vivir en otra parte.
• Una de las manifestaciones más ridículas de la disolución nacional son los nombres, los estrafalarios nombres que tantos cubanos llevan. Acabo de leer un artículo donde se trata el tema, tergiversándolo totalmente. Según el autor, los nombrecitos son parte de la influencia rusa, lo cual es totalmente falso.
Si toma usted una novela rusa del siglo XIX, o de antes, o posterior, verá que los políticos, deportistas, artistas, científicos, militares rusos de los que hemos oído hablar o los rusos que conocimos, que decenas de miles había en Cuba, todos llevan los mismos nombres que encontramos, digamos, en una novela de Tolstoy. Todos menos uno: el tenista Marat Safin. Marat fue un revolucionario francés. Los demás llevan todos nombres tradicionales: Iván, como el Terrible, Serguei, como Rachmanivov, Fedor, como Dostoiewski, Ana, como Karenina, Boris, Yuri, Mijail Vladimir, Olga, Irina. Nombres rusos. ¿Por qué los cubanos no quieren que sus hijos lleven los nombres que llevaron sus padres, sus abuelos? ¿Será otra manera de identificar la nación con el proyecto revolucionario? ¿Conoce usted algún nombre en nuestro idioma que comience con Y?
Ni rusos ni alemanes ni checos ni búlgaros: en ningún otro país comunista se manifiesta tan extraña manía. Algún día sicólogos y sociólogos la estudiarán y quizás tengamos una explicación de que alguien le ponga a un hijo Yurisleidi o Yurioskis. Por cierto, ningún otro país de los que han sido gobernados por el comunismo ha sido espiritualmente arrasado de manera tan minuciosa como Cuba.
• Gregorio VII fue un papa muy especial. Por alguna razón, es el único al que se conoce más por su nombre propio que por el que usó como pontífice: Hildebrando. Es célebre por su conflicto con el Emperador de Alemania Enrique IV, al que, bajo amenaza de excomunión, obligó a pasar una noche entera (una noche de invierno) ante los muros del castillo de Canosa. Luego, cuando se sintió fuerte y se repuso del tremendo catarro, el Emperador le pasó la cuenta al Papa: sus tropas tomaron Roma y arrastraron por el piso a Hildebrando.
Las broncas con los príncipes continuaron con menor o mayor intensidad y en el siglo XIV los papas fueron obligados a mudarse a Avignon, en el sur de Francia. En 1527 ocurrió la peor de las catástrofes: las tropas de otro Emperador de Alemania, Carlos V, que además era Rey de España (vamos, hombre, casi na) tomaron Roma y la sometieron a un saqueo peor que el realizado por los bárbaros del rey godo Alarico un milenio antes. Ahora, ¿qué fue del Sacro Imperio Romano-Germánico de Enrique IV y Carlos V? Desapareció hace ya mucho tiempo.
No fueron sólo los enemigos exteriores o los príncipes cristianos que mandaban al diablo el cristianismo si chocaba con sus intereses; también hubo papas, cardenales, obispos y sacerdotes que se comportaron (algunos aún se comportan) como si quisieran destruir la Iglesia. Pero todo parece indicar que la Iglesia es indestructible. Por eso no me preocupa, solamente me irrita, oír al cardenal Bertone diciendo que “el bloqueo es inmoral”. Inmoral, Su Eminencia, es utilizar consignas políticas de pandillas totalitarias, enemigas de Dios y de los hombres. Inmoral es justificar el robo de propiedades condenando la represalia tomada contra el ladrón. Inmoral es apoyar un embargo contra la Suráfrica del apartheid y condenarlo cuando se aplica contra la Cuba totalitaria.
Yo, Eminencia, soy un católico digamos que deficiente. Pero los hay, los ha habido mucho peores. Yo nunca hubiese ordenado, ni siquiera permitido que el papa Hildebrando fuese maltratado, de haber estado en el lugar de Enrique IV. De haber sido Carlos V, hubiese frenado el infame saqueo de Roma ordenando el ahorcamiento de 15 ó 20 lansquenetes. Si alguien quisiera maltratarlo y estuviese en mi mano impedirlo, lo impediría. Sin embargo, ahora debo decirle como el rey Juan Carlos a Chávez: ¿ Por qué no se calla? Con el cardenal Ortega ya tenemos bastante.
• Misael Pastrana fue elegido Presidente de Colombia en 1970, hace casi cuarenta años. Debe ser un hombre muy mayor. Sólo eso justifica su delirante propuesta de Vil Clinton como mediador para la democratización de Cuba. Clinton ya medió cuando el vil arreglo en el caso del entonces niño (ahora joven comunista) Elián González. También medió cuando los Migs de Esteban y su hermano se aproximaron a territorio americano persiguiendo la avioneta de José Basulto. No, por favor, don Misael. Ni una mediación más de Vil.
• Los que se quejan de esa música que llaman grupera (¿Yo? Ni lo mande Dios!) habrán quedado atormentados por la interpretación de Ay, Jalisco, no te rajes cantada por el charro Ted Kennedy mientras hacia campaña por Barack Hussein Obama en Texas. Acabo con Jorge Negrete y, de paso, con Esperón y Cortazar, los autores de la ranchera. Por suerte para él, todos están tan muertos como Mary Jo Kopechne.
• “Con los gusanos no tendré piedad”. Tales fueron las primeras palabras del Dr. José Ramón Machado Ventura al tomar posesión hace muchos años como Ministro de Salud Pública. “Tremendo esbirro”, pensó mi hermano Ernesto Raúl, que estaba en el público.
• - Te estás poniendo muy gorda, Maria Eugenia-le dije un día a una amiga.
Reaccionó con inusitada agresividad:
- Alguna vez te he dicho que eres chiquitico y feo?
- La miré fijamente. Luego dije;
- ¿Yo soy feo, María Eugenia?
Ella, después de pensarlo, contestó;
- Está bien, feo no, pero chiquitico sí.
Chiquitico y feo es José Ramón Machado. Y siniestro. Quizás por eso le han asignado el rol de “malo de la película”. No se traguen ese cuento. Es un HP como todos los demás de la pandilla. Que sea el más feo no lo convierte en el más malo.
• Uno que no tiene fama de ser particularmente malo es Julio Casas Regueiro, hermano del feroz y por suerte ya difunto Senén. Pero, como todos ellos, está sucio. En enero de 1959 él y otro teniente, Miguel Guitart (que está aquí, con el que tuve una bronca al estilo de saloon del oeste hace una pila de años), tenían a su cargo a un detenido, el hermano del entonces Ministro de Obras Públicas Manuel Ray. El joven Ray se suicidó en su celda dándose un tiro con una pistola que no se sabe cómo llegó allí. Julio Casas es ahora Ministro de las Fuerzas Malarmadas (las armas están obsoletas y carecen de mantenimiento) Robolucionarias.
• Dice un cubanólogo que, si Raúl no lleva a cabo reformas que alivien las penurias, los jóvenes se lanzarán a un éxodo masivo. Me pregunto en qué mundo vivirá ese profesor. No se ha enterado que los tres éxodos masivos (Camarioca, El Mariel y el de los años 90’) fueron promovidos por la tiranía y que se produjeron, los tres, con un presidente demócrata (Johnson, Carter y Clinton) en la Casa Blanca. Si gana McCain, no hay éxodo que valga. Ni masivo ni huesivo.
Sin embargo, el mayor ridículo siempre viene de allá, por mucho que se esfuercen aquí. En este caso, fue Raúl, pidiéndole permiso a la Asamblea Nacional del Poder Digital para consultar con Esteban.
(Tomado del semanario LIBRE, de Miami)
Recibido de Laida A. Carro
Coalition of Cuban American Women
1 comentario:
Muy buen articulo. No sabia lo del suicidio del hermano de Manolo Ray, pero si se de una "bacanal" que hubo en los primeros dias de la revolucion en la finca de Miguel Angel Quevedo, dueño de la revista Bohemia y conocido homosexual, en la que estuvo invitado Raul Castro vestido de mujer.
Maria
Publicar un comentario