Nos han tratado de envolver en un mar de confusiones, que es necesario despejar rápidamente para dar paso a la luz, y con ella, a la verdad, que está echando mucho de menos, y para no andar con inútiles rodeos, pondremos el ejemplo de un señor zapatero por cuenta propia, cuyo nombre es Ricardo Cervantes, quien identificándose como de la Contrainteligencia en Morón, Ciego de Ávila, y sin cerciorarse de que una gente de pueblo le escuchaba, trató de intimidar a una trabajadora de la oficina de Correos de Cuba, quien realmente desconocía al director de la APLA, José Manuel Caraballo Bravo, explicándole entre otras cosas que “gentes como él eran de mente débiles y que pudieran poner una bomba en cualquier lugar”.
Hubo un tiempo, que bien narra la historia, en que se calificaba de execrable traidor al que no estaba enteramente de acuerdo con el régimen y los procedimientos del entonces presidente de la República de Cuba, el señor Machado, aunque fuese tan cubano como Martí, como Maceo o Agramonte.
Hoy, para no divagar mucho, resulta que se considera igualmente traidor al que ejerce su derecho a disentir del ahora "gobierno" cubano, y en nuestro caso como miembros de una agencia de prensa independiente, nos tratan como terroristas al crear todo un operativo de más de 60 personas –oficiales de la policía política moronense y sus auxiliares, entre otros miembros de la Asociación de Combatientes que peinan canas- para perseguirnos en la recién concluida procesión de la Virgen de la Candelaria, Patrona de Morón, una persecución implacable y estúpida, ya que es sabido por todos los feligreses y pueblo en general que nos conoce que jamás nos hemos manifestado a viva voz entre las multitudes, porque nuestra arma es la escritura.
Terrorista es quien provoca el terror, y nuestra organización no gubernamental irradia amor, por ello durante toda la procesión que duró casi una hora, muchos que nos conocen nos saludaron afectuosamente. La APLA nunca ha mentido, y por ello tiene pueblo. Solo le pedimos a los señores inquisidores de ideas, que nos respeten y se nos deje ocupar el puesto que de derecho nos corresponde dentro de los justísimos cánones de la democracia.
Y para quien nos apellidan de mercenarios al servicio de una potencia extranjera, en este caso los norteamericanos, les recordamos que los funcionarios de Norte América no han ejercido ni una sola vez, directa o indirectamente, influencia alguna sobre Nos, como tampoco la han ejercido los europeos. Amamos a Cuba, y a Cuba nos debemos totalmente, como la aman los católicos todos y todos los hombres honestos que con nosotros tienen la dicha de convivir y sobrevivir en esta Isla condenada al fracaso por caprichos ajenos de personas aferradas al poder, a las cuales, ustedes, Señores Inquisidores de las Ideas, protegen.
No queremos terminar sin recordarle a nuestros adversarios naturales, quienes representan al Estado, que este y no al revés se debe a su pueblo, siendo su principal objetivo garantizar a los ciudadanos una calidad de vida con un mínimo decoroso. Nosotros formamos parte de este pueblo; mas no podemos alejarnos de la libre investigación de la verdad, porque de hacerlo conspiraríamos contra la dignificación de nuestra propia nación.
Expuso en cierta ocasión un filosofo de nuestra América que todos los que han pretendido eternizar una injusticia han temido a los heraldos de la verdad, porque ésta, pensada, hablada, escrita, contagiada, produce en los pueblos cambios más profundos que la violencia. Ella -siempre perseguida, siempre invencible - es el más eficaz instrumento de redención moral que se ha conocido en la historia de la humanidad.
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