1/30/2008

La marcha de las antorchas


Leonel Alberto Pérez Belette

LA HABANA, Cuba, enero (www.cubanet.org) -Como siempre ocurre, el día 27 de enero, víspera del aniversario del natalicio del apóstol José Martí, las autoridades cubanas organizaron una peregrinación con antorchas presidida por el presidente interino Raúl Castro, en horas de la noche, entre la escalinata universitaria y la fragua martiana, en esta capital.

El ya tradicional acto, conocido como “la marcha de las antorchas”, es organizado cada año por la Unión de Jóvenes Comunista (UJC), en colaboración con otras organizaciones como la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), y la Federación de Enseñanza Media (FEM), y el Partido Comunista de Cuba. Supuestamente el acto se realiza para celebrar el natalicio del apóstol (1853-1895), con una peregrinación. Sin embargo, este año, al decir de algunos vecinos, pareció más bien un desfile fascista, que incluyó actos vandálicos, muchas consignas y muy mala organización. Algo nunca visto hasta ahora.


Una voz femenina gritaba por los altoparlantes: ¡Esta calle es de Fidel! Curiosamente, más allá del grupo central, casi nadie se hacía eco de sus gritos. Al respecto escuché a un joven comentarle al que iba a su lado, que no entendía por qué, si la marcha era dedicada al apóstol se mencionase sólo al “emperador” (en clara alusión a Fidel Castro). Otro se burlaba de que a partir de ese momento la calle San Lázaro, por la cual transitaba la peregrinación, quedaría bautizada como la “avenida del difunto”.

Los organizadores, irresponsablemente, situaron varios tanques de combustible para las antorchas en la calle L, el interior de la sede universitaria y varias fogatas en la vía y las aceras; para mayor peligro, a escasa distancia de varios automóviles y autobuses. En medio de la euforia, los adolescentes incendiaron un depósito de basura situado frente a la Casa de Altos Estudios Don Fernando Ortiz. Uno de ellos introdujo una antorcha encendida en uno de los tanques, presuntamente para impregnarla más de combustible. Por suerte, las autoridades habían desplegado bomberos con extintores en casi toda la zona.


Los actos de vandalismos prosiguieron en varias zonas de la ciudad, durante y después de concluida la marcha; la gran mayoría de estos por pura irresponsabilidad de los jóvenes. Cuando las antorchas se deshacían quedaban los palos, que sirvieron para otros menesteres. Los actos vandálicos se debieron en parte a que la gran mayoría del cuerpo policial estaba en el área del desfile, dejando por ende otras partes de la ciudad sin la acostumbrada vigilancia policíaca.

Otros incidentes producto de la marcha también tuvieron lugar en las proximidades. Gracias al cierre y descontrol de la policía del transito, un ómnibus de transporte urbano, de la ruta 37, colisionó contra un automóvil Lada particular en la esquina de las calles 25 y J. No hubo lesionados en este accidente, sólo daños materiales.

En las intercepciones de las calles L y 25, una mujer miembro de la policía motorizada, un médico y un chofer, se enfrascaron durante más de diez minutos en una discusión, porque no se ponían de acuerdo en cuanto a cómo trasladar a una muchacha desmayada al cuerpo de guardia a un hospital. La policía había cerrado casi todas las vías de acceso al cercano hospital clínico Calixto García.


Según el facultativo que la socorrió, el caso de la joven por suerte no era grave; una severa crisis sacro lumbar. La adolescente y el grupo que le acompañaba, formaban parte de un destacamento de trabajadores sociales y confesó a este reportero que había ido a la actividad debido a las grandes presiones y amenazas, por parte de los profesores y otras autoridades, para que asistiera. Días antes había estado un mes y medio incapacitada con un certificado médico por la misma causa.

En la marcha participaron más de 15 mil personas, según un computo conservador del área ocupada; pues había lugares donde literalmente no se podía avanzar. Entre los asistentes había, miles de militares de los diferentes cuerpos represivos, jóvenes y adolescentes de las organizaciones antes mencionadas, partidarios del régimen, estudiantes y turistas extranjeros, vecinos curiosos y representantes de diferentes agencias de prensa, entre otros. Algunos de los asistentes fueron traídos desde el interior del país en numerosos ómnibus. También las autoridades trasladaron al lugar, una buena cantidad de alumnos becados. Muchos parecían verdaderos entusiastas del régimen.

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