Uno de los mejores "actores" del escenario político-económico de la Isla es, sin dudas, José Luis Rodríguez. Cada año, el ministro de Economía —pausado, apenas altivo—, junto a Osvaldo Martínez, asesor económico de la Asamblea Nacional, intenta disimular, y quién sabe si ocultar, el gran engendro de la supervivencia.
Una especie de película filmada con urgencia y con la tesis central de que "sólo nosotros podríamos lograr tales avances", revive el gran nerviosismo a la hora de rendir cuentas de los resultados a los mudos parlamentarios que aprueban sin chistar lo discursado por quienes de verdad "gobiernan".
Según cifras oficiales, desde 2004 Cuba ha incrementado su PIB en un 42%. Estadísticas que, aunque reconocidas por la CEPAL, muchos especialistas ponen en duda ante la levedad de un crecimiento que no reconoce y mucho menos refleja mejores condiciones de vida para la gente de a pie. Esa que tiene que asumir los resultados con la frivolidad de las letras grandes y rojas con que se publica la "novedad" en la prensa oficialista.
Huracanes y lluvias
Otra vez, los grandes culpables de los incumplimientos económicos han sido los fenómenos naturales. Aunque todavía no se recuerda un año en que Cuba no haya sufrido los embates atmosféricos, los vientos fuertes y las lluvias han sido "responsables" de los bajos rendimientos agrícolas, la escasa producción de alimentos y la improductividad de diversas empresas y organismos estatales.
Las lluvias no sólo dejaron sin casas a miles, sino que "incidieron profundamente" en el bajo rendimiento económico. Otros fenómenos externos, como la elevación del precio de algunos alimentos en el mercado internacional y coyunturas políticas inestables, también fueron declarados culpables.
Sin embargo, al parecer, estas adversidades no afectaron un elemento singular dentro del puzzle económico nacional: la productividad del trabajo, que se mide por la asistencia y vinculación del trabajador al centro laboral, no importa si algún que otro día asiste a una reunión política o sindical. Con las nuevas medidas decretadas por el régimen para implantar más disciplina, los trabajadores se ausentaron menos este año, según el propio gobierno. Un dato valorado casi como novedad en el informe económico de 2007, que lo refleja con un crecimiento del 5%.
Por increíble que parezca, tampoco la "revolución energética" tuvo problemas. El crecimiento (más político que real) se refleja en la instalación de más grupos electrógenos y una disminución de los apagones, debido al subsidio petrolero venezolano.
Lo más llamativo del discurso económico de fin de año, tragado pasivamente por el 100% de los parlamentarios, tiene que ver con una tabla nutricional que el propio ministro de Economía hizo pública. Según los cálculos oficiales, los cubanos en 2007 elevaron su nivel nutricional a 3.287 kilocalorías y consumieron diariamente 89,9 gramos de proteínas. Estos datos, además de ridículos, resultan sumamente controversiales en medio de la hambruna y los altísimos precios de los alimentos, muchos inaccesibles para la gente común, como la leche y la carne de vacuno.
Aunque este informe fue publicado por la prensa oficialista, su impacto entre los cubanos apenas es conocido. Un análisis crítico no tendría espacio en dichas páginas.
Los incrementos sustanciales en los sectores del transporte, la industria y los servicios, que presenta el gobierno, también son inverosímiles ante la dura realidad. Si algo creció en Cuba durante 2007, fue la incertidumbre. Aunque el discurso político asevere que dichos avances tienen un impacto directo en la población, al igual que "las obras sociales" vinculadas a la "batalla de ideas".
Sin producción no hay país
Si la venenosa carne de puerco subió de precio o escaseó a finales de año, lo que no reflejó el informe económico —ni mucho menos las "estampas navideñas" de la prensa— fue el aumento en las ventas de manzanas. Las TRD (Tiendas Recaudadoras de Divisas) dispusieron de mayor cantidad del producto y mucha gente compró la fruta importada para darle más swing a las "nuevas" conmemoraciones.
Así podrían describirse algunos fragmentos del informe económico del ministro de Economía, quien llamó a reducir en 2008 las importaciones de alimentos como arroz, frijoles, leche, frutas y harina de trigo.
El llamamiento a no hacer planes económicos sin tener en cuenta los recursos disponibles, y a una planificación y gestión económica más eficiente, fueron otros de los aspectos positivos del informe, así como la discreción al reconocer los avances en relación con ese estilo de trabajo.
Al fin y al cabo, si algo se desprende del análisis sobre la verborrea económica tradicional en la Cuba subvencionada por el petróleo venezolano, es que muchos de los datos y hechos no son reales. Un país no puede crecer si no produce, ni con hambre en la esperanza de la gente y, claro está, en sus estómagos, y menos sin libertad, sin viviendas para una vida digna…
Cuando se deje de mirar la paja en el ojo ajeno y se comience a reconocer cuán improductivo es el engendro económico fidelista, los ojos nacionales brillarán
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