1/09/2008

2008: expectativas, inseguridad y escepticismo

Dolia Leal Francisco


LA HABANA, enero (www.cubanet.org) - Muchas han sido las expectativas que ha suscitado el discurso de General Raúl Castro el pasado 26 de julio, en el que habló de la necesidad de efectuar cambios estructurales, y sus ulteriores comentarios en la última sesión del parlamento cubano, indicando que existían demasiadas restricciones que ya resultaban obsoletas.

Igualmente ha resultado de interés, particularmente en el extranjero, la carta enviada por el Presidente Fidel Castro al programa Mesa Redonda el pasado mes de diciembre, en la que dejaba entrever que él no sería un obstáculo para el ascenso al poder de nuevas figuras.

¿Qué significa todo esto? Esa interrogante se la plantean muchos cubanos en el inicio de este año 2008. Por mi parte considero que este enigma es necesario analizarlo desde sus dos vertientes: lo económico y lo socio-político.

En el primer caso, podemos inferir que es sumamente dudoso que los cambios a aplicarse sean estructurales, por la profundidad y diversidad que implica dicho concepto. No obstante, sí creo que se van a poner en vigor ciertas medidas de carácter económico dirigidas a permitir el trabajo por cuenta propia, particularmente en aquellos rubros en los que el estado ha demostrado su mayor ineficiencia, y que se intentarán eliminarán algunas de las múltiples restricciones que hoy limitan la actividad económica de los cubanos. En el segundo caso, es en donde las posibles teorías se adentran en un verdadero laberinto de especulaciones debido a lo sensible de la cuestión, y a las profundas implicaciones que puede conllevar una u otra decisión.


Desde mi óptica, es prácticamente inimaginable ni siquiera pensar sobre la posibilidad de que el máximo líder considere seriamente ceder un ápice en su preeminencia absoluta en el acontecer nacional. Es presumible considerar que en este sentido igualmente se proyectan los duros o talibanes de la cúpula gobernante, porque si Fidel Castro queda exclusivamente como el Oráculo estos últimos, de hecho van a ver su actual poder muy reducido, espacio que indudablemente será ocupado por los elementos mas moderados o aperturistas. Las décadas vividas en este país me hacen apostar porque el líder histórico morirá ocupando, al menos simbólicamente, el poder absoluto.

En cuanto a las reformas económicas, no cabe la menor duda que la aplicación de estas, aunque procuren identificarse con patrones como el chino o el vietnamita, tendrán un muy fuerte componente de la ideología prevaleciente en el patio, con todo lo que ello implica.

Si de algo estoy plenamente convencida es que estos cambios serán insuficientes para afrontar la profunda crisis económico-social en que hoy se encuentra sumida la nación, porque pese a las intenciones pragmáticas que pueden animar a los sectores reformistas del gobierno, existe y persiste una realidad más fuerte que cualquier consideración de realismo pragmático, y esta es que mientras que el presidente Fidel Castro pueda balbucear una sola palabra, esa palabra será NO, lo cual quedó implícito en su antes citado mensaje a la Mesa Redonda, en el cual afirmó que él seria consecuente con sus ideas hasta el fin.

No obstante, considero que aunque las esperadas medidas económicas provocarán alguna mejoría en la situación que actualmente confronta el país, y hasta se podrá apreciar una discreta reactivación de la micro economía, si ellas no se profundizan y siguen los lineamientos de la globalizada economía de mercado, muy pronto contemplaremos el inicio de una nueva crisis socio-económica, lo que en nuestro país se ha convertido en algo cíclico y hasta habitual.

En los últimos días del año que concluyó, la población percibió que estas medidas aperturistas vendrían acompañadas de fuertes operativos represivos en contra de quienes comiencen a elevar su nivel de vida y manifestar una determinada independencia de los patrones oficialmente establecidos (recordemos la operación Pitirre en el Alambre de fines de la década de los 80).

Cuando los cubanos nos deseamos a nosotros mismos un prospero año 2008, lo hacemos con muy buenos deseos, pero con grandes expectativas, mucha inseguridad y con un escepticismo colosal.

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