
2007-11-12. www.solidarnizkuba.pl
Fredo Arias-King*
El modelo económico y político actual en Cuba parece estar ya varios ańos desprestigiado ante la población pero también con las élites, las cuales utilizan menos la ideología y más la represión para demorar lo inevitable.
Cuando los reformadores cubanos —ambos fuera y dentro del régimen— contemplen modelos foráneos para los cambios que se vislumbran, żhacia dónde mirarán? Por tratarse de una clásica dictadura socialista de modelo soviético, lo lógico sería observar los procesos de cambio (varios de ellos sumamente exitosos) en Europa del Este. Pero por tratarse de la región geográfica y la natural afinidad cultural y lingüística, varios de ellos sin duda gravitarán hacia América Latina.
Desafortunadamente, y al contrario de Europa del Este, no hay países modelo en Latinoamérica (con la excepción de Chile). Sin embargo, sí se pueden tomar diferentes aspectos de reformas en estos países —como un bufete— que le podrían servir a Cuba en un futuro democrático.
żEn qué consistiría el bufete?
Brasil demuestra que la apertura a la inversión extranjera crea períodos de crecimiento e industrialización avanzados. En los ańos 50 —cuando el modelo opuesto estaba de moda— el presidente democráticamente electo Juscelino Kubitschek puso a Brasil en el mapa industrial con sus políticas visionarias de apertura al mundo.
Después de los varios gobiernos dictatoriales y corruptos que siguieron, Fernando Henrique Cardoso nos demostró que la izquierda populista e irresponsable se puede transformar en una izquierda moderna, y además que el control de la inflación beneficia principalmente a las clases populares y medias. Esto no previno, sin embargo, que un abierto aliado de la dictadura cubana llegase al poder por la vía electoral, aunque no pudo desmantelar a fin de cuentas los aspectos positivos de reformas previas.
México es el ejemplo viviente de cómo a pesar de ventaja geográfica, recursos naturales y apertura al mundo, un país puede ser pésimamente administrado por un partido único, “demócratas” comprados y rodeados de una casta de oligarcas que destruyen valor mientras se hacen los hombres más ricos del mundo con sus concesiones monopólicas.
Es la excesiva carga estatista y la hostilidad hacia el emprendedor lo que explica el 50% de la población bajo la línea de pobreza y un derrame demográfico constante hacia el exterior. Uno de los pocos ejemplos positivos que pueden aprender acá los cubanos es que, a pesar de su peso, México no aspira a un rol geopolítico ambicioso y auto-destructivo, la apertura comercial ha prevenido que el país sea aun más pobre, la democracia sí rinde mejores frutos que la dictadura, y que una sociedad civil se puede mobilizar para poner fin a la dictadura uni-partidista.
Argentina ha tenido una historia de altibajas en su economía y política que conllevan lecciones importantes. La principal es que el manejo prudente de la economía con herramientas de la teoría neo-clásica junto con la constitucionalidad y modestia en la política es lo que hubiera hecho del país una potencia mundial, tal y como lo fue en los ańos 20. Fue la desviación de la constitucionalidad durante y justo después del Presidente Hipólito Yrigoyen cuando Argentina comenzó a declinar irreversiblemente.
Los altos déficits fiscales, excesivo estatismo, burocratismo, centralismo, populismo, Peronismo y falta de coherencia monetarista, fiscal, comercial, de derecho de propiedad y de demás políticas públicas, es lo que ha condenado a la Argentina desde entonces a tener varias décadas perdidas y solitarias. El paralelismo con Cuba —una “época de oro” de constitucionalidad y prosperidad seguida por un colapso provocado por los mesiánicos de la “ruta fácil” —es instructivo.
Perú des-mistifica la creencia popular que las democracias no pueden tomar las decisiones duras necesarias para reformar un país asechado por intereses especiales obstaculizando el progreso. Algunas de las mayores hazańas de Alberto Fujimori fue en su etapa de líder electo, y por una fuerza socio-política bastante saludable (Cambio 90), antes del autogolpe, antes de Vladimiro Montesinos, antes de que volviera loco.
Sus reformas económicas (privatizaciones, apertura, descentralización) rindieron frutos y no fueron canceladas por su sucesor. Lo que sí desmanteló el popularmente electo Alejandro Toledo fueron las redes de complicidades que había creado el Fujimorismo político. Purgó el ejército, el sistema judicial, expuso a los legisladores sobornados por Montesinos, mantuvo la presión. El país ha disfrutado de una relativamente alta tasa de crecimiento y mantenido la constitucionalidad.
Colombia debe alentar a la derecha democrática en la región, ya que demuestra cómo una fuerza política que promete firmeza contra la guerrilla y el narco, responsabilidad en el manejo de la economía, y una alianza con los Estados Unidos, no sólo puede disfrutar de éxito electoral, sino altos índices de popularidad. El presidente Álvaro Uribe comprueba lo dicho por el primer presidente de Checoslovaquia Tomáą Masaryk: “Sólo porque una democracia es democrática, no quiere decir que no tenga dientes.”
Muchas veces, la decepción con “la democracia” en la región tiene que ver menos con la democracia que con la ineptitud del líder democrático. Uribe es un buen ejemplo de cómo la democracia tiene las herramientas necesarias para sanear al país y tomar decisiones duras —que a fin de cuenta reciben el agradecimiento de la gente común. “Mano firme, corazón grande.”
Chile es el buen alumno del grupo, aunque los mitos que rodean su éxito pueden ser contraproducentes. Chile triplicó su riqueza real en las últimas tres décadas no gracias al régimen autoritario de Augusto Pinochet, sino por la aplicación de excelentes políticas públicas del modelo económico liberal radical. Lo que no se sabe de este éxito es que los gobiernos democráticos en los últimos 17 ańos lograron bajar la tasa de pobreza de un 40% al actual 12% sin alterar el modelo “neoliberal” —algo que dudosamente hubiera sucedido si siguiera el pinochetismo.
Venezuela, ni hablar, está imponiendo una política económica que ya ha arruinado a más de un país en la región. Cuando ese ejote truene, será como el México de 1982. Sin embargo, para entonces probablemente el dańo haya llegado más allá de las fronteras, financiando elementos anticonstitucionales y antidemocráticos en toda la región. Esto se dio porque lo que había antes no era mucho mejor, sino como una especie de “PRI bicéfalo”, en alusión a la dictadura uni-partidista mexicana.
Dos partidos se repartían el poder, la riqueza petrolera, los privilegios, etc. Las elites eran estancadas y no respondían a las necesidades del país. Bajo estas condiciones, un caudillo que prometía destruir todo esto goza de genuino apoyo popular. Venezuela nos demuestra que elecciones no son suficientes para garantizar una democracia, y que los sufragios pueden enterrar a una democracia si esta no rinde frutos más que para las elites gobernantes.
Centroamérica también es un laboratorio de mejores y peores prácticas político-económicas. En breve, El Salvador nos demuestra que se puede resistir a una guerrilla patrocinada por el exterior, exitosamente apaciguar a un país traumado por una virtual guerra civil, y además adoptar profundas reformas económicas que se aprecian por la población (el partido que las adoptó ha sido reelecto varias veces y la oposición neo-comunista no ha conquistado el poder por la vía electoral).
Al contrario de este ejemplo, en Nicaragua la transición fue profundamente defectuosa, los vestigios del régimen de Daniel Ortega no fueron purgados del gobierno luego de su derrota electoral en 1990, y por esta razón (más la usual división de las fuerzas sanas) pudieron regresar al poder recientemente. El modelo nicaragüense es el más apropiado para los cubanos: Hagan en su transición lo que hizo Violeta Chamorro, y podrán gozar del retorno de los comunistas dentro de unos ańos.
A fin de cuentas, Latinoamérica es (después de África) la región con menos dinamismo económico en el mundo, con altos índices de pobreza y marginación, con reveses recientes en desempeńo democrático, y una confusión geopolítica y crisis de identidad. Rara vez se produce un gran líder —la mayoría siendo o ineptos, o ilegítimos o corruptos, pero frecuentemente una combinación de los tres. Tristemente, lo que sí nos puede enseńar Latinoamérica es como no hacer las cosas.
*Fredo Arias-King es fundador de la revista académica cuatrimestral “Demokratizatsiya: The Journal of Post-Soviet Democratization”, publicada desde el 1992 en Washington. Entre Marzo de 1999 y Julio de 2000, fue consejero para asuntos exteriores del PAN de México. También fue consejero de las fuerzas democráticas en Moldavia, Rusia, Perú, Cuba, Bielorrusia y Ucrania. Escribe acerca de transiciones hacia la democracia y es el autor de dos libros de los cuales el último, “Transiciones: La experiencia de Europa del Este,” se publicó por CADAL en Buenos Aires en el 2005.
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