2007-10-14.
Guillermo Morales Catá, Corresponsal en Barcelona de Misceláneas de Cuba
Llegaron al clímax, al éxtasis, después de tanto embriagarse en elogios. Vistieron sus mejores galas. Parecían estrellas. Fue una de las mejores orgías públicas organizadas en La Habana en los últimos tiempos. Una orgía política a donde asistieron más de mil invitados que selló un amor que ya se venía venir: la celebración de la Fiesta Nacional del Día de la Hispanidad en la lujosa mansión del embajador español en Siboney, en la capital cubana.
Tomaron Rioja y Cava catalana, desmenuzaron gambas hervidas y se mezclaba ese olor a marisco que queda en las manos con el aliento de sus bocas. Se retorcieron, se mezclaron. La orgía política salió perfecta. Se dieron las manos el Canciller Pérez Roque y el embajador Zaldívar.
Hubo whisky escocés Chivas Regal. Sonrisas. Hubo fiesta a lo grande. Se mezclaron. Entre los invitados estaban el vicepresidente del Consejo de Ministros, José Ramón Fernández, y la ministra de Inversión Extranjera, Marta Lomas. Fue una fiesta de primer nivel. Pero ni un solo disidente. Ya se sabía. El Canciller español, Migue Ángel Moratinos, ya lo había anunciado hacía un par de semanas en el Congreso.
Los disidentes políticos cubanos no estuvieron en la fiesta. Estaban confinados en las cárceles, pudriéndose, muriendo lentamente. Los que estaban fueras de las rejas como Martha Beatriz Roque, estaban en su casas, vigilados más que nunca por la férrea Seguridad del Estado; esa plebe invisible que se cuela en cada rincón como las colonias baratas.
Carlos Alonso Zaldívar, el embajador, que desde que puso sus pies en La Habana desde que fue nombrado como tal, le dice sonriente a la prensa que su país ve avances en la situación de los derechos humanos en Cuba con la disminución de presos políticos y la reciente sentencia que no aplicó la pena de muerte en el caso del fallido secuestro de un avión; como si se jactara de estar haciendo algo bueno; muy bueno.
"En mi opinión, ha mejorado. No es un mecanismo para que España haga ciertas cosas, es un mecanismo para canalizar una temática compleja, para conocer mejor las posiciones de ambas partes y luego Cuba es soberana en todo momento para tomar sus decisiones", dijo el embajador a la prensa acreditada al ágape.
Con orgullo dijo que el número actual de presos políticos es mucho más bajo que cuando él llegó a La Habana hace cuatro años. Según la ilegal Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, la cifra de presos ha bajado este año de unos 300 a 240. ¡Vaya mérito, ya no hay 300 sino solo 240 presos políticos! Lo que no dijo Zaldívar es que La Habana le había dejado bien claro a su Gobierno que “hablamos de cualquier cosa pero sin condicionamiento alguno, sin debate sobre derechos humanos”.
Y Pérez Roque cantó victoria. “Las relaciones entre España y Cuba están en un momento positivo, hay un diálogo político recuperado que permite examinar la agenda política entre ambos países, que incluye discutir temas en los que no tenemos posiciones similares. Pero eso no es obstáculo para dialogar y tratar de buscar los puntos de interés común para tratar de desarrollar las relaciones”.
Según el ministro tuvo un desarrollo “exitoso” la reciente Comisión mixta, en la que Cuba reanudó “las actividades de cooperación con España”. Pérez Roque coincidió con Zádivar en que la visita de Leire Pajín, secretaria de Estado para Cooperación fue “positiva” y destacó que se está cumpliendo la agenda pactada en la visita de Miguel Ángel Moratinos.
El Canciller llegó más lejos. Dijo incluso que esas relaciones están en el mejor momento del último decenio. No podía ser de otra manera. El Gobierno español se ha rendido a los pies de la dictadura castrista. Pero esta es una devoción enferma.
Una actitud más digna ha tenido el gobierno italiano. Italia condicionaría la instauración de “un diálogo constructivo y crítico” con la dictadura de Fidel Castro porque los derechos humanos son “fundamentales” para esa nación, cosa muy distinta de lo que ha hecho y dicho el Gobierno del Presidente español José Luis Rodríguez Zapatero.
El subsecretario de Relaciones Exteriores, Donato Di Santo, declaró apenas unas horas antes de la fiesta en la casa del embajador español en Siboney que "vistas las novedades que se están registrando en Cuba", el gobierno italiano cree "que sería oportuno superar las sanciones, que además se encuentran inactivas".
Según Di Santo, la posición del Gobierno italiano es "coherente" con la de la Unión Europea (UE) en el sentido de "instaurar un diálogo constructivo" con la Isla.
Las declaraciones del alto cargo italiano podrían interpretarse en torno a los posibles cambios que podrían sucederse en Cuba tras la inevitable muerte del dictador Castro aún cuando “el hermanísimo” tenga en sus manos en estos instantes y en un futuro inmediato, las riendas del poder en la Isla.
Habría que ver, no obstante, si las autoridades cubanas estarían dispuestas a aceptar el condicionamiento de la República italiana para poder romper las sanciones que desde el 2003 la Unión Europea (UE) mantiene con la Isla.
Italia podría aprovechar los “deslices” de España para no cometer los mismos errores y sacarle partido a favor de su política exterior de cara a la Unión Europea y del reconocimiento abierto de que en Cuba se violan los derechos humanos.
El Gobierno italiano –de no ser desacreditadas las declaraciones de Di Celmo, podría de esta manera convertirse en la cara honesta y digna de la UE en caso de que fuera oportuno el replanteamiento de las sanciones diplomáticas con Cuba por parte del bloque comunitario rotas tras el encarcelamiento de 75 disidentes en 2003 y el fusilamiento de tres hombres que secuestraron una embarcación de pasajeros para escapar de la Isla.
No obstante, las palabras del funcionario italiano tampoco dejan muy claro si moverá “ficha” su Gobierno antes de que mueva el de La Habana a tenor con su mención de que la UE debe saber acoger las "novedades" cubanas para poder hacer una contribución democrática a la Isla.
Ningún restablecimiento de diálogo con Cuba podrá dejar de lado la discusión abierta y clara, explícita, de una condena a las continuas violaciones de los derechos fundamentales del ser humano en la Isla. En caso contrario, Italia haría el ridículo ante la comunidad internacional y el bloque europeo y haría un gran “papelazo” ante los valores democráticos como ya lo está haciendo el Gobierno de Zapatero.
Pero así son las orgías políticas. Al día siguiente nadie se siente avergonzado de nada. Porque es una devoción enfermiza rendirse a los pies del dictador.
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